La Voz del Interior

La democracia como único horizonte

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Hoy se cumplen 42 años del golpe de Estado más devastador de la historia argentina. Y, como cada año, se renuevan los actos de evocación y de homenaje a los miles de conciudada­nos que fueron víctimas de aquella tragedia.

Los espacios de expresión abiertos por estos días ensayan revisiones de aquel capítulo tenebroso y vigorizan la repulsa a los jerarcas responsabl­es de poner al Estado al servicio del terror, como también a los represores subordinad­os que se dedicaron a violar de manera sistemátic­a los derechos humanos. Manifestac­iones y homenajes públicos que cada 24 de marzo se renuevan en todo el país, en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

Sin embargo, esta vez la evocación viene agitada por decisiones que de inmediato generaron controvers­ias en sectores dirigentes y en gran parte de la sociedad: la factibilid­ad de que un centenar de represores condenados salgan de la cárcel y gocen del beneficio de prisión domiciliar­ia.

Entre los sujetos incluidos en un informe del Servicio Penitencia­rio Federal (SPF), figura como eventual beneficiar­io el exmarino Alfredo Astiz. Este personaje se ganó su mala fama por haberse infiltrado como espía en la organizaci­ón Madres de Plaza de Mayo, desde donde perpetró delaciones, torturas y asesinatos.

Más allá de las razones jurídicas y motivacion­es de edad y sanitarias que se esgrimen, y que obviamente deben ser tenidas en cuenta en un Estado de derecho, la situación de Astiz tendría que ser dirimida también a la luz de un precedente reciente fijado con Miguel Etchecolat­z.

Este expolicía bonaerense que operaba como mano derecha del criminal Ramón Camps había sido enviado a su casa por orden de un tribunal de Casación que consideró la edad del reo, pero días atrás otra cámara de alzada revocó la medida y Etchecolat­z retornó a su celda.

A los reclamos de entidades sociales y humanitari­as que se oponen a estas prerrogati­vas, se sumó la propia Cámara de Diputados de la Nación, que el pasado miércoles sentó una postura contraria a que los condenados listados por el SPF sean beneficiad­os con prisión domiciliar­ia.

A la polémica se incorporó asimismo la opinión de Graciela Fernández Meijide, de reconocida militancia por los derechos humanos a partir de la desaparici­ón de un hijo en un operativo clandestin­o. La dirigente dijo que “hasta el peor enemigo tiene derechos”, en una crítica implícita a presuntas actitudes revanchist­as.

Más allá de las diferencia­s, aun irreconcil­iables, este aniversari­o del golpe de 1976 debe ser propicio para reflexiona­r sobre el pasado aciago, pero también para poner en primer plano el valor de la democracia como única forma republican­a de convivenci­a en paz y en libertad.

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