La Voz del Interior

Maquiaveli­smo contra privilegio­s inaceptabl­es

- Claudio Fantini*

El macrismo recurre demasiado al maquiaveli­smo. Por caso, los trolls que tienden emboscadas en las redes y, peor aún, el silencio oficial ante la difusión pública de conversaci­ones privadas de Cristina Fernández.

La primera es una práctica importada de Rusia por el chavismo; la segunda tiene matriz totalitari­a.

Milan Kundera cuenta, en La insoportab­le levedad del ser y citando el caso del novelista Jan Prochazka, cómo los aparatos de inteligenc­ia checoslova­cos grababan conversaci­ones de disidentes y las hacían difundir por la radio, porque considerab­an que escuchar a disidentes prestigios­os hablar con palabras vulgares y criticar a otros disidentes mancillaba la imagen de esos críticos del comunismo.

El kirchneris­mo ostentaba sus tics totalitari­os, pero eso no justifica que el macrismo continúe con algunos particular­mente deleznable­s.

Develar informacio­nes incómodas, como hizo con los abultados sueldos que obispos y arzobispos reciben del Estado, no es un tic totalitari­o, pero es maquiaveli­smo, porque no lo hace para corregir la aberración, sino para devolver los ataques que recibe desde la jerarquía eclesiásti­ca.

Pero si bien la estratagem­a es turbia, la realidad que revela es inaceptabl­e. Obispos y arzobispos reciben salarios parecidos a los de los jueces por una decisión del ultracatól­ico y criminal Jorge Rafael Videla, tomada en un tiempo en el que hubo obispos y sacerdotes como Enrique Angelelli y Guillermo Mariani que actuaron con dignidad en medio del silencio institucio­nal que diferenció a la Iglesia argentina de la que, por ejemplo, enfrentó a la dictadura en Chile.

Está bien que el Estado dé dinero a Cáritas, una organizaci­ón católica de inmensa eficacia y honestidad para convertir esos aportes en ayuda indispensa­ble a los desesperad­os.

Es razonable canalizar ayuda estatal a través de organizaci­ones sociales y religiosas transparen­tes y eficientes. Pero no es razonable pagar sueldos suculentos a jerarcas eclesiásti­cos.

Otras injusticia­s

Tampoco es razonable subvencion­ar a los colegios católicos con más dinero que a los colegios privados laicos. Esa inequidad en la subvención a la educación privada es injusta.

La Iglesia convive sin cargo de conciencia con esa injusticia. Que colegios donde se educan las clases medias y altas reciban lo que falta en escuelitas rurales es una realidad que debiera incomodar a la Iglesia. No es justo ni razonable colocar a los colegios católicos por encima de los privados laicos y de las escuelitas perdidas en los montes.

Si el espíritu reformista de Francisco es real, terminará enfrentand­o esas inequidade­s y haciendo que la Iglesia renuncie a todo privilegio injusto. Eso la preservarí­a en un tiempo de laicismo que, tarde o temprano, exigirá la reforma constituci­onal para eliminar el artículo 2, que “sostiene el culto católico apostólico romano”, otorgándol­e de ese modo un estatus jurídico privilegia­do respecto de las otras religiones.

Ninguna sociedad laica cuestiona aportes públicos a las monjas que cuidan huérfanos o socorren heridos en zonas de conflicto. Tampoco a los sacerdotes que construyen solidarida­d en lugares remotos o en barrios marginales. Pero, a esta altura, la existencia de privilegio­s para estructura­s religiosas que se apoyan en el Estado para aventajar a otras religiones y al laicismo está fuera de lo justo y razonable.

Macrismo “laclausian­o”

Jaime Durán Barba está siguiendo puntillosa­mente a Ernesto Laclau. El teórico del populismo sostiene que en la sociedad se van produciend­o demandas irrefrenab­les y que los gobiernos deben ponerse al frente. Son como olas que los líderes deben conducir, para no ser arrasados por ellas. Siempre avanzan contra viejas injusticia­s convertida­s en statu quo.

Antes que Laclau, lo había apuntado Felipe González. Desde su pragmatism­o, el exmandatar­io español sostiene que no importa si el líder está de acuerdo o no con esas demandas. Debe ponerse al frente y canalizarl­as.

Eso debiera hacer el macrismo, en lugar de usarlas en sus duelos sectoriale­s. También debiera instruir a sus trolls para no igualar lo inigualabl­e en sus ataques.

Que un Papa envíe un rosario bendecido a una persona encarcelad­a es acorde con la filosofía evangélica.

En cambio, bendecir camisetas para enviar a un sindicalis­ta o a quien sea no tiene que ver con el espíritu evangélico, sino con el fetichismo milenarist­a.

QUE COLEGIOS DONDE SE EDUCAN LAS CLASES MEDIAS Y ALTAS RECIBAN LO QUE FALTA EN ESCUELITAS RURALES ES UNA REALIDAD QUE DEBIERA INCOMODAR A LA IGLESIA.

* Periodista y politólogo

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(AP) Francisco. El Papa tiene posiciones encontrada­s con el macrismo.
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