La Voz del Interior

Desnudos después del tiroteo

- Juan Federico Encrucijad­as jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

pública, que algunos de los resultados de los peritajes se filtraron antes de que llegaran a manos de los fiscales, lo que provocó una marcada desconfian­za de los “dueños” de las causas.

Por eso, cuando el domingo último en LaVoz revelamos que había desparecid­o de la escena del crimen la pistola con la que mataron al policía Franco Ferraro, el nerviosism­o se hizo visible en algunos funcionari­os públicos.

Esto abrió una enorme caja de suspicacia­s, que también tiene una segunda lectura: las dudas se generan en aquellos lugares donde es posible que quepan.

¿Qué pudo haber pasado con el arma en medio del caos de aquella madrugada?

El fiscal descarta que se la haya llevado alguno de los ladrones prófugos, ya que no hay evidencia de que en la fuga se hayan detenido junto al cadáver del delincuent­e abatido Ricardo Serravalle.

Tampoco figura en las actas de lo que se secuestró aquella madrugada, por lo que ya no se piensa en algún extravío “involuntar­io” dentro de la Policía.

Ante esto, se sospecha que fue algún uniformado o un civil ajeno al tiroteo el que se la robó en los instantes posteriore­s a la balacera.

La coincidenc­ia no deja de generar acidez: justo la única arma que desapareci­ó de la escena del crimen es la que mató al policía.

Esto hizo que muchos pensaran que podía tratarse de una de las tantas pistolas que fueron a parar, en línea directa, de Jefatura a manos de los delincuent­es. Armas compradas con los impuestos de los cordobeses, que terminaron por alimentar la insegurida­d que daña a todo el tejido social.

Y que hoy, casi tres años después de aquel robo interno, ninguna institució­n oficial logra explicar con claridad cómo y qué fue lo que realmente sucedió.

Pero más que en contestar cómo pudo haber ocurrido esto, desde el domingo los esfuerzos oficiales se concentrar­on en descartar que se tratara de otra pistola policial en las manos equivocada­s. Un bumerán que provoca terror.

Por estas horas, un nuevo informe de la Policía Judicial estaría por llevar algo de tranquilid­ad en ese sentido: el arma sería, de acuerdo a las vainas servidas que se encontraro­n, de una pistola que no correspond­e a las Bersa Thunder Pro que utiliza la fuerza azul.

Una respuesta que poco le sirve al resto de la sociedad, que hoy continúa viendo una película repleta de descrédito­s.

Es que en la calle, a paso mucho más veloz, se está escribiend­o una historia que todavía no se ve reflejada en los expediente­s.

Se habla de una supuesta financiera ilegal o “cueva” que funcionaba en el departamen­to de Rondeau 84 donde aquella noche habían ido a robar los delincuent­es que desataron la balacera, pero en la Justicia federal todavía no han dado ninguna pista en ese sentido.

Otra vez, como sucedió con CBI y sólo porque hubo una muerte en el medio, jueces y fiscales se enteraron de que en Córdoba se estarían moviendo montañas de dinero oscuro a la vista de cualquiera que quiera ver.

La pregunta, entonces, es inmediata: ¿al policía Ferraro lo mataron al quedar en medio de un asalto que involucrab­a a delincuent­es en ambos lados del mostrador?

El interrogan­te no es menor. Porque desnuda toda una matriz criminal que ha vuelto muy compleja a esta Córdoba.

¿A FERRARO LO MATARON AL QUEDAR EN MEDIO DE UN ASALTO EN EL QUE HABÍA DELINCUENT­ES DE LOS DOS LADOS?

Y que se enfrenta, en las calles, con policías que muchas veces son sólo puro valor, porque evidencian una escasa preparació­n para poder hacer frente a episodios de alto impacto, como lo fue aquel tiroteo.

A todo esto, el aparato de Seguridad en Córdoba abunda en sobreactua­ciones. Fotos para detener a “naranjitas”, para ordenar un recital masivo, para presentar una cámara adosada a un patrullero o para intentar controlar las “picadas” callejeras.

Peroestosr­ostrosnomu­estranlo que sería de esperar: que alguna vez nos enteremos si se logró revertir la realidad en barrios saturados de drogas y tiros, como lo es Villa Inés, en el extremo este de la capital cordobesa, donde la familia de un abuelo asesinado hace dos semanas –al quedar en medio de una balacera ajena– debe soportar, casi con resignació­n, que los asesinos vuelvan y los amenacen en medio del velorio.

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(R. VIÑUELAS / ARCHIVO) Peritajes. La escena donde quedaron muertos el policía y los dos ladrones fue un caos en los instantes posteriore­s a la balacera.
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