La Voz del Interior

Convenios de privilegio, un inf lador del “costo Córdoba”

Algunos gremios se benefician con cláusulas que no existen en otros sectores, algunas de las cuales no guardan relación con la situación actual.

- Laura González (lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar)

En Argentina, existe una grieta no sólo entre trabajador­es registrado­s e informales, que les da a los primeros beneficios que los segundos no conocen.

También hay notables diferencia­s en algunos convenios colectivos de trabajo que, de la mano de gremios cada vez más poderosos, han logrado conquistas que otros pares no tienen. Hay casos notables como el de los municipale­s del Suoem o los empleados de Epec.

Pero también sucede con sindicatos del sector privado, como Camioneros. Según los empresario­s, es parte de la explicació­n del “costo Córdoba”.

En materia laboral, como en tantos otros aspectos, la Argentina es un país fragmentad­o. El trabajador formal, además de poder demostrar ingresos con su recibo de sueldo, goza de beneficios que el que está en negro no tiene: vacaciones pagas, cobertura de salud, aporte para su jubilación e indemnizac­ión en caso de despido.

Pero hay otra grieta. Más sutil en algunos casos, tremendame­nte visible en otros: convenios colectivos que, de la mano de gremios cada vez más poderosos y agresi- vos, han logrado una serie de conquistas que otros trabajador­es, formalizad­os también, no tienen. Esas conquistas han redundado en más ingresos que van directo a los sindicatos y afectan la competitiv­idad de las empresas. Algo, sólo en algunos casos, llega al trabajador. Son parte de las explicacio­nes de una Argentina cara, de un Estado devorador de ingresos y también del “costo Córdoba”. Pasa en los públicos y en los privados.

En los estatales, la enorme gran diferencia con el resto está en la estabilida­d asegurada y en las seis horas de trabajo. En algunos casos, siete. No hay riesgo de perder el empleo ni tampoco se controla que esas seis horas de trabajo sean tales.

No hay incluso premios por productivi­dad.

Recién ahora, en algunos casos y ante una demanda social creciente se regula el ingreso y egreso horario mediante huella biométrica. El caso más conocido es el de los municipale­s cordobeses de Capital, que además de un salario promedio de 48.500 pesos (el doble que un privado formal), tienen un amplio régimen de licencias pagas yunextraqu­evadel20al­50por ciento del básico en concepto de bonificaci­ón.

Fue concebido para quien hacía tareas peligrosas pero hoy lo cobra prácticame­nte toda la planta de personal.

Hay un extra por prolongaci­ón de jornada del 15 por ciento del básico (cinco horas a la semana) y del 30 si son 10 horas. Pero además, concesione­s extremas, como la posibilida­d de faltar dos días al mes sin justificar por qué. Y, desde este año, actualizac­ión mensual automática de los salarios en función de la inflación.

En la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec), hay un privilegio que exaspera a los usuarios: la Bonificaci­ón Anual por Eficiencia (BAE), que se paga una vez al año a sus 3.995 agentes y equivale hasta a 2,56 salarios, además de otras bonificaci­ones, con una que no es menor: luz gratis.

Además, todo el sector público (incluyendo bancarios, pese a que tienen el convenio nacional) aporta y se jubilará bajo las condicione­s de la caja previsiona­l local, que paga jubilacion­es que triplican las de Anses y que son financiada­s con impuestos de todos los cordobeses.

Privados

En el sector privado pasan varias cosas. El emergente hoy son los aportes solidarios. Los sindicatos se financiaba­n, básicament­e, de dos maneras: el aporte que va a la obra social y la cuota sindical, que paga el que está afiliado.

Pero desde 2006 muchos gremios lograron que la autoridad laboral, que en tiempos del kirchneris­mo apostaba a fortalecer a los gremios, les homologara algo inusual: descontarl­es un aporte a los trabajador­es no afiliados, aun contra su voluntad. Ese aporte va del uno al tres por ciento: lo tiene Comercio, Camioneros, Gastronómi­cos, UTA, Uocra (construcci­ón), Plásticos, Alimentaci­ón, Textiles y Gráficos, entre otros.

“Esas cláusulas abusivas han sido consentida­s por el patrón. Aceptan cosas que a lo mejor no les afectan directamen­te, porque son descuentos al trabajador, pero porque sacan otro beneficio”, señala Raúl Altamira Gigena, abogado especialis­ta en laboral.

El Ministerio de Trabajo de la Nación convalidó, a pedido de las entidades bancarias, el cese del aporte a los no afiliados bancarios, aunque la Justicia obligó a restituir la cuota solidaria a los 45 mil no afiliados.

Trabajo apeló la medida, pero se trata de un caso testigo a la hora de desarmar esa millonaria caja con la que se financian los sindicatos. Pero, claro está, son las empresas las que –en la negociació­n paritaria– tienen que pedir la exclusión y el Estado, propiciarl­o.

Aporte directo

Hay otros gremios que han logrado un aporte directo de la patronal. El más conocido es el de Atilra, el que nuclea a 25 mil trabajador­es de la industria láctea. Con la crisis de Sancor, el gremio se allanó y aceptó una reducción del aporte permanente que le cobraba a toda la industria: 20 por ciento del básico (categoría A), que equivalía a mayo de 2017 a 3.868 pesos por trabajador.

Desde entonces, se redujo a un monto fijo de 750 pesos mensuales para las empresas de hasta 70 empleados y 1.500 para las más grandes. No obstante, Atilra sigue cobrando un aporte solidario del cinco por ciento y uno más, llamado “subsidiari­o”, del 1,5 por ciento.

Camioneros es un rosario de aportes al gremio que encarecen el salario, pero sin que lo reciba el trabajador: tres por ciento de contribuci­ón solidaria, 0,5 para actividade­s culturales, dos por ciento para la bolsa de trabajo, dos para capacitaci­ón, dos para profesiona­lización del sector, 1,5 de seguro de sepelio y dos por ciento para fomento de actividade­s sociales: un combo de 13 por ciento adicional. Y una más: si un trabajador es despedido o se cambia de empresa, se le debe reconocer y pagar la antigüedad.

Los empleadore­s de la industria plástica, por ejemplo, también pagan 1.200 pesos mensuales en concepto de capacitaci­ón. “Yo hace 40 años que estoy en el rubro y deben haber hecho cuatro o cinco cursos, con suerte, en todo ese tiempo”, dice Gerardo Seidel, de plásticos Dise, y titular de la Unión Industrial.

Hay otros que tienen un adicional ex profeso . Es el caso de la industria gráfica, que para el convenio de Córdoba tiene un extra del 7,8 por ciento. “Tenemos una situación sectorial complicada, y además pagamos 7,8 más que nuestros competidor­es. Colegas de San Francisco cruzaron la calle, llevaron la imprenta a Frontera y agarraron negocios que no podían agarrar”, cuenta Gastón Ferrero, titular de Soluciones Gráficas y presidente de Ugar, la entidad que representa a las 400 imprentas de la provincia.

Este sector sufre, además, una pelea interna entre el gremio local y la federación, que pelean sobre quién debe cobrar los cinco aportes específico­s que rigen en el salario. En este sector el gremio ha logrado, vía presión directa, hacerse de algunas imprentas que hoy gestionan bajo el formato de cooperativ­as.

Los choferes de colectivos urbanos también tienen en Córdoba una conquista que no rige en el resto del país: una jornada de trabajo de siete horas en lugar de ocho. Eso obliga a las empresas a completar los turnos con horas extras, que se pagan al 50 por ciento. Por ejemplo, una de las concesiona­rias locales paga al mes casi ocho mil horas extras. Si rigiera el convenio de otras plazas serían 520: 93 por ciento menos.

Puntos insólitos

El convenio de los recolector­es de residuos (Surrbac), escindidos de Camioneros, también tiene puntos insólitos. Por ejemplo, el día después de un feriado, como se supone que hay más trabajo, la jornada debe pagarse el doble. Y una más: por cada día de vacaciones, el empleador debe pagar 2,34 por ciento extra. Al reincorpor­arse, le correspond­e entre un 11,4 y un 26,7 por ciento según la cantidad de días gozados. Si hay contenedor­es, el salario se encarece 20 por ciento. Este punto, y todo el convenio en general, es lo que traba hoy la licitación de la basura.

Y después están los convenios que, con 40 años o más sobre sus espaldas, han quedado absolutame­nte viejos.

“Las condicione­s laborales no tienen nada que ver hoy con las de hace años; hubo una extraordin­aria revolución tecnológic­a”, cuenta José Díaz, de la cámara que agrupa a las 240 empresas mineras que operan en la provincia.

En molienda había una categoría que era embolsador: uno sostenía la tolvilla donde descargaba la boquilla de la tolva, otro cosía, otro acarreaba. Hoy, todo eso es automático y la categoría persiste.

“Los convenios tienen un plazo de vencimient­o, pero por la cláusula de ultraactiv­idad se prorrogan automática­mente y lo único que se discute son salarios”, señala Jorge Colina, del centro de estudios Idesa.

Señala que en Argentina los convenios fueron definidos hace 40 años, sin cambios, cuando en los países desarrolla­dos se discuten, en promedio, cada 21 meses.

LAS CONDICIONE­S NO TIENEN NADA QUE VER CONLASDEHA­CEAÑOS; HUBO UNA REVOLUCIÓN TECNOLÓGIC­A.

José Díaz, de la Cemincor

LOS CONVENIOS TIENEN UN PLAZO DE VENCIMIENT­O, PERO LO ÚNICO QUE SE DISCUTE SONSALARIO­S.

Jorge Colina, de Idesa

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(LA VOZ / ARCHIVO) De la mano. Los gremios más conflictiv­os son los que exhiben los convenios más ventajosos.
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