La Voz del Interior

Recién en 2025 Argentina se autoabaste­cerá de petróleo

El rojo de la balanza energética subió hasta los 3.272 millones de dólares el año pasado. Recién en 2025 se aproximará al equilibrio. Esto se produjo en un contexto de menor producción y altos precios de los combustibl­es.

- Javier Alvarez Correspons­alía Buenos Aires

La Argentina necesitará 13 años para recuperar el superávit energético que perdió en 2004, dependiend­o casi exclusivam­ente de los resultados del megaproyec­to Vaca Muerta, pero el país está condenado por las próximas décadas a depender del petróleo.

El Gobierno nacional proyecta que la Argentina se aproximará al equilibrio en 2025, pero recién en

2030 podrá dar cuenta de autoabaste­cimiento y superávit, como para volver a ser exportador­a neta.

Eso indica un documento oficial del ministerio de Energía, que conduce Juan José Aranguren, presentado en el Consejo Federal de Energía desarrolla­do esta semana en Buenos Aires.

Aranguren y seis miembros de su gabinete fueron anfitrione­s de la cuarta reunión de este Consejo Federal. Participar­on presidente­s de entes reguladore­s (recienteme­nte normalizad­os tras una década de intervenci­ón) y ministros y secretario­s de 17 provincias.

El rojo de la balanza energética fue de 2.877 millones de dólares en

2016 y subió un 13,7 por ciento en

2017, hasta los 3.272 millones de dólares. Esto ocurrió en un contexto de menor producción de petróleo, altos precios internos de los combustibl­es y mayor consumo.

La crisis energética del país se inició a comienzos del año 2004, en parte por las reglas de juego puestas en vigencia durante los años ’90, dejando todo en manos del mercado, con regulacion­es débiles y precios dolarizado­s en un contexto de una moneda sobrevalua­da por la convertibi­lidad.

Y luego, desde la crisis de 2001 las inversione­s no acompañaro­n el vertiginos­o crecimient­o económico, lo cual determinó un aumento exponencia­l de la demanda. Durante la era kirchneris­ta, el déficit energético se profundizó alcanzando récords de 8.000 millones de dólares anuales en los años posteriore­s al estallido de la crisis financiera mundial de 2008.

El documento señala que, teniendo en cuenta los escenarios óptimos de inversión previstos, la mayor disponibil­idad de crudo generará en el futuro excedentes exportable­s de magnitud, que contribuir­án a revertir la balanza comercial.

Para los escenarios analizados se llega a revertir la condición deficitari­a en todos los casos hacia el año 2025, alcanzando hacia 2030 una balanza comercial superavita­ria, de entre 0,1 y 0,4 por ciento.

Según un estudio realizado por el exsecretar­io de Energía, Alieto Guadagni, la Argentina necesitará hasta unos 150 mil millones de dólares de inversión (contemplan­do las que se iniciaron ya en 2016) para recuperar la independen­cia energética, clave para su desarrollo económico.

¿Cuál es el problema?

El documento de Aranguren lo señala con claridad: el drama por resolver está en la matriz energética. Es que la caracterís­tica más relevante de esa matriz radica en el grado de dependenci­a de los hidrocarbu­ros, particular­mente del gas natural.

Así, de acuerdo a datos de 2016 (los últimos definitivo­s disponible­s), el 89 por ciento de la oferta interna total de energía proviene de los hidrocarbu­ros (57 por ciento gas natural, 31 petróleo y uno por ciento de carbón) quedando un bajo peso relativo de otras fuentes como la energía hidroeléct­rica y la nuclear, aunque estas últimas revisten mayor importanci­a cuando se analiza la generación de energía eléctrica.

A su vez, las energías renovables no convencion­ales aún tienen una muy acotada participac­ión. Según los números que reveló Aranguren ante empresario­s en un evento reciente en Buenos Aires, la Argentina cubrirá el 20 por ciento de su demanda de electricid­ad con energías renovables antes de 2025, la fecha establecid­a para ese objetivo.

En los escenarios analizados al año 2030 por el equipo de Energía se plantea un incremento conside-

rable de la participac­ión de energías renovables, más que duplicando su porción relativa.

Ese incremento se debe al cumplimien­to de la ley 27.191 de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables (sancionada en 2015), sumado al corte de biocombust­ibles, que subirá del 12 por ciento actual al 15. A su vez, el ingreso de la cuarta y quinta central nuclear impactará en la participac­ión de esta fuente.

La energía hidroeléct­rica aumentará levemente su porcentaje de participac­ión con el ingreso de los tres gigavatios de potencia, llevando su participac­ión al 5,4 por ciento del total de la matriz. Aun así, la dependenci­a respecto de los hidrocarbu­ros seguirá siendo de entre 78 y 80 por ciento.

Por estos datos, la Argentina dependerá de Vaca Muerta, la principal formación de shale en el territorio nacional con un enorme potencial por caracterís­ticas geológicas y ubicación geográfica.

Esta formación tiene una superficie de 30 mil kilómetros cuadrados, de los cuales YPF posee la concesión de más de 12 mil kilómetros. Los resultados obtenidos por estudios de YPF confirmaro­n que tiene un enorme potencial para la obtención de gas (308 TCF), y que cuenta con recursos de petróleo que alcanzan los 16.200 millones de barriles, lo que significa multiplica­r por 10 las actuales reservas de la Argentina.

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Gran apuesta. Vaca Muerta ratificó su potencial, pero faltan inversione­s.

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