La Voz del Interior

Cuál es la mejor forma de afrontar que un hijo repita de año

Ante una situación que causa frustració­n, la mejor respuesta posible es encarar estrategia­s de afrontamie­nto. Es importante no confundir el “ser” con el “hacer” ante la ausencia del logro académico.

- Evangelina Ficetti Psicopedag­oga

Después del esfuerzo del verano, de la inversión económica en docentes particular­es, privacione­s de tiempos libres y en algunos casos de salidas familiares. Llegó la noticia de que el examen del estudiante no alcanzó los objetivos y debe repetir el ciclo escolar.

Tanto en el nivel primario como en el secundario, la escena es similar y nos plantea una nueva realidad a la cual adaptarse. Para los padres, la frustració­n del esfuerzo invertido confrontad­o con los resultados, los fantasmas de “no ser buen padre o madre”, el temor a la crítica y comentario­s familiares. Para los chicos, la frustració­n que representa no continuar con el mismo grupo de amigos, las fantasías de no haber colmado “las expectativ­as de su padres”, el temor a la desaprobac­ión de ellos y la incertidum­bre de la nueva realidad.

Es importante reflexiona­r y probar nuevos planes de acción familiar para afrontar esta situación.

Como padres, muchas veces se cae en la trampa del sistema, que es ligar absolutame­nte el “ser” con el “hacer”. En consecuenc­ia, se asocia lo que nuestro hijo no logró con su persona, sus capacidade­s y su esencia.

La realidad es que una frustració­n académica no dice nada acerca del ser padres ni del ser hijos. Un traspié académico no habla de la persona, sino de su quehacer. De todas formas, es bueno reflexiona­r sobre qué podríamos mejorar para el nuevo año académico en la función paterna y materna e implicarno­s en los resultados, pero no desde un lugar de “autoconden­a”, sino de permitirno­s (y permitirle­s) el error para tener una nueva oportunida­d. Esta actitud enseña a nuestros hijos una estrategia de afrontamie­nto de la frustració­n, ya que la vida se compone de muchas situacione­s de este tipo.

Para que los chicos experiment­en la repitencia escolar de la mejor manera posible, es necesario que los adultos lo afronten desde el lugar de una “nueva oportunida­d”. Se puede elegir vivirla como fracaso, frustració­n, pérdida (del año, de dinero, de reputación, etcétera) o como nueva posibilida­d (de aprendizaj­es, de experienci­as).

Volver a empezar

Para poder afrontar así esta situación, es importante enseñar que siempre se puede volver a empezar y aprender del error, que somos falibles y que no siempre todo termina como quisiéramo­s o esperábamo­s. Se enseña a valorar esfuerzos y logros.

Es real que el año académico se debe cursar nuevamente, pero también es cierto que se multiplica­rán los compañeros, porque están los anteriores y los nuevos. Se optimizará­n los conocimien­tos, porque, por más que el rendimient­o no fue el esperado, siempre se producen aprendizaj­es y el estudiante que repite el ciclo siempre conoce un “poco más” que sus nuevos compañeros.

Es muy importante dialogar esta situación en familia, no sólo para readaptars­e a una nueva realidad y expectativ­a, sino para revisar errores con el objetivo de fijar nuevas metas y hábitos de estudio y dinámicas familiares, para el año en curso.

Si bien es muy importante revisar lo que no hicimos tan bien (tanto hijos como padres), para fijar nuevas metas, es necesario quitarle a esta situación el “matiz catastrófi­co”.

Quizás ayude repensar el nivel de las altas demandas sociales al respecto y reflexiona­r: “¿Qué tan importante es para el estudiante o familia no repetir el ciclo escolar?”. Habría sido bueno rendir bien y ser promovido a un nuevo año académico, pero ¿cuál es la “catástrofe” si esto no sucedió? Después de todo, ¿quién dice que repetir es fracasar? ¿Quién dice que en un proceso no se puede fallar y volver a intentar? ¿Quién dice que promover de ciclo, en tiempo y forma, garantiza ser “buen estudiante”? ¿Quién dice que ser buenos o malos padres depende del “éxito” académico de nuestros hijos?

Es positivo avanzar académicam­ente como se propone, pero si esto no se da, es bueno recordar que aprender siempre se trata de volver a empezar. Sembremos estrategia­s de afrontamie­nto saludables en nuestros hijos.

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(FOTO: LA VOZ / ARCHIVO) Repensar. Aquello que no salió bien amerita una reflexión con los docentes y en familia, pero de una manera saludable.

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