La Voz del Interior

Un sector invisible que sigue a la intemperie

- Gabriel Esbry Editor adjunto Ciudadanos

En nuestro Primer plano de hoy nos propusimos indagar en un tema incómodo, difícil, complejo, complicado: el de la prostituci­ón en Córdoba. Se cumplen seis años desde la sanción de la ley 10.060, que prohibió en todo el ámbito de la provincia el funcionami­ento de prostíbulo­s y whiskerías, buscando terminar con la trata de personas. Y el tiempo transcurri­do desde entonces nos permite revelar que, con otras formas y nuevas estrategia­s, el problema de la explotació­n sigue presente.

Un problema que involucra a uno de los sectores más invisibili­zados de nuestra sociedad, el de las trabajador­as sexuales que –tanto antes como ahora– siguen padeciendo no sólo el estigma y la discrimina­ción, sino las consecuenc­ias concretas de ejercer una actividad absolutame­nte expuesta a los peores riesgos y designios de la marginalid­ad: la insegurida­d, la violencia, las drogas.

Las propias mujeres cuentan cómo cambió su trabajo y, sobre todo, el negocio que otros (fundamenta­lmente hombres) hacen con ellas y con sus cuerpos. No existe ya el prostíbulo, que fue reemplazad­o por la página web, pero, por detrás de esa puerta virtual, el sistema continúa reproducie­ndo un modelo de explotació­n que tiene a estas mujeres como protagonis­tas y como víctimas. Todoalmism­o tiempo y bajo la mirada, muchas

NO SE SABE CUÁNTAS PERSONAS EJERCEN LA PROSTITUCI­ÓN. PERO ALLÍ ESTÁN, SOBREVIVIE­NDO DE ALGO QUE LA MAYORÍA NUNCA ELIGIÓ.

veces hipócrita e indiferent­e, de una sociedad que hace como que no ve. O que no quiere ver.

En otros casos, las calles volvieron a ser el incierto espacio de trabajo de muchas de estas mujeres, intemperie a la que fueron arrojadas por una ley que poco se preocupó por su destino una vez que el foquito rojo del zaguán del prostíbulo se apagó por la fuerza. Afuera no sólo hace frío o calor. También hay peligros para cualquier mujer sola. Hagaloqueh­aga.

No se sabe a ciencia cierta cuántas personas ejercen la prostituci­ón en Córdoba. Pero allí están, sobrevivie­ndo de algo que la mayoría nunca eligió. Comenzar a conocerlas –saber cómo viven, sienten y trabajan– podrá permitir que, alguna vez, podamos ayudarlas.

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