La Voz del Interior

Las calles y las rutas albergan el trabajo sexual en el interior

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nas, trabaja por su cuenta.

Junto a los burdeles, desapareci­ó la exigencia de libreta sanitaria para las trabajador­as sexuales. “Los análisis me los hago cuando se me rompe un preservati­vo. Pasa seguido porque los rompen a propósito, porque quieren tener sexo sin protección. Los hombres son muy abusivos. Los más bravos son los drogados”, cuenta Vicky.

Relata que suele tener sexo en los vehículos al costado de la ruta. Y que ha sido golpeada. “Yo presto un servicio por 300 pesos. Si pagan por eso, que no pretendan que una esté una vida en el auto. Por ahí, hago 500 o 600 pesos por media hora en un hotel. Y los corro con el precio cuando algo no me gusta”, revela.

Después del cierre de los prostíbulo­s, en Río Cuarto continúan funcionand­o tres de las denominada­s “zonas rojas”: las rutas, las “vidrieras” de calle Pasteur (en barrio Alberdi) y las esquinas cercanas al Andino (sector de travestis).

No se ven a tantas trabajador­as en las calles como antes porque gran parte del comercio sexual se da a través de internet y de las redes sociales.

Rocío cuenta lo suyo: “Yo trabajaba en cabarés y seguí en contacto con los mismos clientes, pero todo fue para peor. Es más inseguro y también hay tipos jodidos. Yo voy a hoteles, no a domicilio. Cobro 700 pesos la hora, el convencion­al, y 1.500 el completo. Si hay algún problema, le mando a mi marido una carita roja por WhatsApp. Me llama o me busca”, cuenta. Su trabajo parte de su teléfono, publicado en la web.

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(LA VOZ) Al costado del camino. La ruta 36 es una de las zonas de Río Cuarto en donde las trabajador­as sexuales ofrecen sus servicios. También trabajan en el Centro de la ciudad.

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