La Voz del Interior

EnRíoTerce­ro, searreglat­odo por teléfono

- Mariela Martínez Correspons­alía

En Río Tercero, una ciudad ya de tamaño medio, el fenómeno es menos visible que en las urbes mayores y más ruteras.

Apenas sancionada la ley que prohibió los prostíbulo­s, se realizó una clausura con procedimie­nto judicial, en un local que permanecía activo. Luego, intentó funcionar vía delivery, bajo la pantalla de rotisería: el servicio que entregaba puerta a puerta no era necesariam­ente de comida.

En la Policía, al menos, señalan que ahora la operatoria más frecuente es el contacto telefónico directo del cliente con quien ofrece servicios. Los destinos: hoteles alojamient­o o un departamen­to que alquilan con ese fin.

En dos calles (Savio y Acuña) se suelen ver de noche a mujeres y, sobre todo, personas trans que esperan a sus clientes. Pero están lejos de perfilarse como “zonas rojas”. Algunos bares, sobre todo los fines de semana, son otro punto de contacto.

Denise, de 29 años, está parada en una esquina. “Vivo de esto desde hace 13 años. No creo que haya problemas después de la ley; me siguen dando preservati­vos gratis, trabajamos igual o más. Somos tres travestis que trabajamos en esta esquina. La calle nunca será totalmente segura. En cambio, las chicas que se visten más tranqui y le tienen miedo a la calle, se las rebuscan por teléfono o yendo a bares”, explica.

Denise se queja de que sigue golpeando la discrimina­ción: “Hay que decirle a la gente que no se ría. Al principio, hasta me tiraban piedras. Ahora te miran, pero siguen discrimina­ndo”.

Un hombre detiene su moto. La ve a Denise hablando con esta cronista y sigue su rumbo. Denise no deja de contar: “La Policía ya no te jode. Todo lo contrario. Los comerciant­es de acá tampoco se quejan”.

Para esta mujer trans, los clientes se buscan en la calle y luego van a un lugar cercano: “Si se puede, al hotel, y paga él. Nunca trabajé para alguien, pero cuando voy a Villa María me sacan los fiolos que hay allá. No te digo cuánto gano, pero vivo de esto, mantengo a mi familia”. Denise afirma que cuando tuvo la posibilida­d de realizar otra actividad para obtener ingresos, se dio cuenta de que iba a percibir menos dinero.

“LA POLICÍA YA NO TE JODE. TODO LO CONTRARIO. LOS COMERCIANT­ES DE ACÁ TAMPOCO SE QUEJAN”, AFIRMA DENISE.

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