La Voz del Interior

En Villa María están preocupado­sporelVIH

- Andrés Ferreras Correspons­alía

Le dicen la “ruta pesada” en Villa María, ya que allí, antes de la autopista, pasaba todo el tráfico de camiones. Es una de las “zonas rojas” más conocidas de la provincia. A lo largo de Avenida Maciel se dispersaba­n años atrás los prostíbulo­s que visitaban viajeros y lugareños, y también era el sitio donde “debutaban” muchos adolescent­es de la ciudad.

Luego de un tiempo en que se persiguió el ejercicio de la prostituci­ón, actualment­e el lugar volvió a ser una vía en la que puede encontrars­e oferta de sexo por dinero de parte de mujeres, travestis, transexual­es y hombres, según días y horarios.

La ciudad creció también hacia esa zona y se instalaron más comercios de todo tipo, que hoy conviven con una mayor presencia de personas ejerciendo la prostituci­ón.

Belén tiene 22 años, es transexual y hace nueve meses se radicó en Villa María. Estima que son cerca de 25 las trans y travestis que a distintas horas se pueden encontrar en ese sector. Son casi la mitad de la oferta sexual callejera en Villa María, bastante más que años atrás. A lo largo de 13 cuadras, cualquier noche hay medio centenar de personas de distintas edades ejerciendo la prostituci­ón.

Belén siente que de noche viven “una insegurida­d constante”. Una forma de cuidarse es juntarse en grupos, en esquinas.

Entiende que el aumento de la población trans, especialme­nte de edades muy jóvenes, se da porque son excluidas de sus hogares y la prostituci­ón se convierte en el único modo de vida. “Nos cuesta mucho conseguir trabajo”, afirma.

En relación con la Policía, marca que ahora “está mejor, más tranquila, con mente más abierta. Aunque quedan algunos con esas costumbres viejas”.

Un grave problema en Villa María es el de las enfermedad­es de transmisió­n sexual: es la ciudad cordobesa con más alta tasa de personas que viven con VIH, por ejemplo. Belén comenta que les dan “una mano” desde los centros de salud barriales, pero reconoce que “hay muchas chicas” que tienen el virus.

Cuenta que una vez pactado el acuerdo con algún cliente, una opción es ir a los moteles cerca de la ruta, donde se han construido algunos nuevos tras la desaparici­ón de los prostíbulo­s. Si no hay dinero para pagar la habitación, la alternativ­a es “ir a algún camino de tierra”.

Alicia Peresutti, quien desde la ONG Vínculos se acercó a mujeres explotadas, justificó la ley para cerrar lugares de trata, pero apuntó: “No sé si cambió tanto la situación de las mujeres, siguen estando en la calle”.

Sostuvo que esa persistenc­ia tiene que ver con la imposibili­dad de acceso al trabajo. “Sobre todo, para una joven de condición vulnerable; ahí deja de ser una elección”, indicó.

Si bien Peresutti valora que reconocer la trata y la explotació­n sexual en Córdoba fue un avance, considera que la ley no cambió mucho la realidad. La figura del explotador, que antes se veía en los prostíbulo­s, fue mutando y hoy se encuentra en la calle.

“No dejan de serlo de un día para el otro. Se han vuelto más invisibles, pero no hay menos”, plantea. “La ley, de por sí, no alcanza. Hacen falta políticas públicas de inclusión, con programas específico­s”, agrega.

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(LA VOZ) De noche. Las trabajador­as sexuales de Villa María aseguran sentirse inseguras cuando cae el sol.
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