La Voz del Interior

El Cementerio de Darwin, un lugar... Mariano Iannaccone

- Mariano Iannaccone Especial desde las Islas Malvinas

Tantas veces había leído que el cementerio de Darwin está en un lugar desolado, alejado, castigado por el viento, azotado por la lluvia, desangelad­o gracias a la neblina, desprotegi­do por el sol. Que los habitantes del caserío de Darwin, casi todos de origen británico, habían pedido cuando lo construyer­on que no se lo viera desde su comunidad. Que quedara, en cierta forma, oculto.

Pero las cosas dependen de cómo uno las vea, las perciba; las constituya reales, a través de la experienci­a sensible y a la vez inteligibl­e. En ese sentido, no hay una verdad absoluta.

En las Malvinas, a las que marinos explorador­es del siglo 16 describier­on como “unas grisáceas rocas olvidadas por Dios” de acuerdo con la rigurosida­d del clima, encontré un lugar en el cielo: justamente, el cementerio argentino de Darwin.

El atardecer en que lo conocí, el clima no fue un condiciona­nte para mi percepción; más allá de que no había prácticame­nte viento, no llovía; la noche se anunciaba estrellada y encima brillaba ya con importante magnitud una preciosa luna en cuarto creciente.

De frente al portón de ingreso, el horizonte es de límites incontrola­bles porque a aquel caserío de Darwin no se lo ve. En dirección opuesta, el cementerio es como si estuviera sobre un balcón, contemplan­do el bellísimo paisaje de las islas.

Campo, agua, montes, silencio, inocentes ovejas respirando un aire tan fresco como limpio.

En esa inmensa paz, yacen nuestros héroes.

Los que dieron la vida por su patria, que somos todos; los argentinos.

Hincarse y besar cada cruz, las 230; hasta que duelan los lumbares, en incomparab­le comunión con la dimensión de su sacrificio.

El cementerio de Darwin, desde una posible verdad, realmente es un lugar en el cielo.

LE PUDIMOS DAR UN CIERRE A UNA ETAPA DE DOLOR Y DUDA, QUE YA LLEVABA 36 AÑOS.

Hermanos del cordobés Horacio Giraudo, nacido en Hernando y muerto en la guerra de 1982

HASTA AHORA, ERA LA MADRE DE UN SOLDADO SÓLO CONOCIDO POR DIOS Y ESTABA CONTENTA CON QUE DIOS LO CONOCIESE. PERO AHORA LO CONOCE TODO EL MUNDO Y ESO ES MUCHO MEJOR.

Madre del soldado Elbio Araujo

LA MAYOR EMOCIÓN ES QUE CERRAMOS UN CÍRCULO.

Madre de José Ortega, que murió en las islas a los 18 años

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