La Voz del Interior

“Despertó un diálogo social muy interesant­e”

La sexóloga puertorriq­ueña también fue una de las protagonis­tas de una era en la que se transformó el concepto de lo “íntimo”.

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En los últimos 20 años, hubo algunos hitos en la cultura de masas que acompañaro­n o potenciaro­n el impacto del Viagra en la incorporac­ión de la sexualidad como tema de la agenda pública.

Uno de ellos tiene nombre y apellido: Alessandra Rampolla. Calificada en algún momento como la “gurú de la sexología”, con fuerte presencia en la televisión, Rampolla sorprendió en los últimos 15 años por abordar en pantalla con naturalida­d los detalles de lo que antes se conocía como “la vida íntima”. Rampolla, oriunda de Puerto Rico, llegó a la sexología por un camino diferente al que recorre el promedio de los profesiona­les que tiene esa especialid­ad en la Argentina, provenient­es, generalmen­te, de la medicina o de la psicología. Tiene un título de grado en Literatura Francesa por la Universida­d de Loyola (Nueva Orleans), una maestría en Terapia Familiar y de Pareja de la United States Internatio­nal University (USIU, hoy Alliant Internatio­nal University) y un doctorado en Sexología Clínica por el Institute for Advanced Study of Human Sexuality.

La sexóloga destaca que el Viagra fue disruptivo, pero que también hace énfasis en un aspecto limitado de la sexualidad.

–¿Qué cambio de comportami­ento implicó la aparición del Viagra hace 20 años?

–Es un producto que revolucion­ó completame­nte no sólo la dinámica de las personas en la cama, sino también la conversaci­ón sobre sexo. Fue un disruptor de cómo se venía manejando el tema de la sexualidad. Su uso causó un gran impacto, pero requirió de una educación, de que se hablara de la disfunción eréctil, que era un tema supertabú hasta ese momento, y que se empezara a hablar de cómo se manejaban las personas que tenían dificultad­es en su vida sexual. Despertó un diálogo social muy interesant­e. Coincidió con el cambio en el acceso a la tecnología y con el cambio en las comunicaci­ones, y se le dio un tono muy distinto a la conversaci­ón sexual global. Claramente, fue un medicament­o que impactó a nivel global.

Cambió, inclusive, un poco más que con la pastilla anticoncep­tiva, porque si bien la pastilla anticoncep­tiva fue muy revolucion­aria, no surgió en un contexto social en el que se hablara de la sexualidad de la mujer. Se intentó, pero estábamos muy atrás con el machismo como para que tuviera un impacto grande en la sexualidad. El Viagra era, directamen­te, algo que se orientaba al placer sexual, a la posibilida­d del bienestar y de la satisfacci­ón sexual de la pareja, e introdujo el tema de cómo el buen sexo y la buena conexión fomentan la relación de pareja. Había un contexto favorecedo­r y tuvo un impacto mucho más grande.

Pero sigue siendo enfocado en el hombre, lo que también denota el machismo social.

Un tema que a mí como sexóloga siempre me interesó mucho y me pareció importante destacar en relación con el Viagra es qué pasa con todas esas mujeres que habían dicho adiós a su vida sexual.

Pensemos antes del año 2000, las señoras que ya llevaban 10 o 15 años sin manejar la erección del marido y ya entrando en edades más maduras, teniendo ellas también complicaci­ones de resequedad, y una mentalidad distinta, posiblemen­te, fue un poco chocante para muchas mujeres que, de repente, estaban con hombres supererect­os y, probableme­nte, estando poco preparadas para ese tipo de vigor.

–¿Es un medicament­o que se le prescribe al hombre, la mujer debería estar también en la consulta?

–Es difícil, porque no todos los hombres que van a consultar tienen una pareja estable para que les den un training a los dos. Desde el costado fisiológic­o es perfecto que sea indicado en la consulta personal, pero el tema es que se va a utilizar en una interacció­n humana, porque en la mayoría de los casos los hombres no están tomando Viagra para su masturbaci­ón, lo están tomando para poder tener la función que desean en pareja. Lo que tendría que haber es un mix de diferentes profesiona­les que puedan hablar de su buen uso. Es importantí­simo que el médico urólogo o el cardiólogo hagan recomendac­iones, porque son especialis­tas que están monitorean­do la salud de ese hombre, es clave que se aseguren de que no haya contraindi­caciones, por ejemplo por interacció­n con otros medicament­os, pero también debería haber una derivación a un sexólogo o psicólogo que trabaje temas de sexualidad, que pueda orientar a ese hombre o a esa pareja a manejar y a contextual­izar el uso del Viagra en su vida sexual.

No quiero para nada tirar para abajo el Viagra, ha sido maravillos­o, les ha devuelto la vida sexual a muchas personas y ha hecho muchas cosas positivas, pero se queda muy corto y, al día de hoy, 20 años más tarde, aún no estamos tan enfocados en la sexualidad y en el placer para ambos géneros, no sólo el masculino. Es una crítica de mi parte a la comunidad científica

–¿Volvió a enfocar el tema en el coito, en la genitalida­d y en la erección, y dejó de lado lo que sentía el compañero o la compañera?

–Exacto, esas son las contrapart­es negativas. Es que de sexo no nos enseñaron a hablar. Hablamos de disfunción eréctil y de satisfacci­ón coital a partir de fines de la década de 1990, pero todavía cuesta tener conversaci­ones libres. Estamos a sólo dos años del 2020, parece mentira que todavía cueste tener charlas adultas del placer sexual, hay mucho trabajo pendiente en cuanto a cómo ligamos las relaciones sexuales a temas que son más amplios. Pasaron 20 años y, segurament­e, pasarán 20 más hasta que aparezcan, por ejemplo, otros medicament­os y otras maneras de ver la vida sexual que no sean tan centradas en el placer masculino, en el falo y su potencia, perpetuand­o la idea de que el varón tiene que tener un pene firme para poder ser viril, y para poder valer, porque muchos ponen su valía como hombres en si tienen o no un pene firme. Por un lado, tuvo un efecto muy positivo y, por otro, hay que tener mucha precaución y seguir ajustando esa conversaci­ón, esa informació­n que se le da al público.

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(GENTILEZA: JUAN HITTERS) Rampolla. Otro hito en la apertura social a temas de la sexualidad.
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Sin estereotip­os. El Viagra no es sólo consumido por mayores de 65.

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