La Voz del Interior

“El ciento por ciento de los hombres es inseguro”

El especialis­ta afirma que una de las claves del éxito del Viagra es que alivia la inquietud que puede generar el temor a no lograr la erección.

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Juan Carlos Kusnetzoff es médico egresado de la Universida­d de Buenos Aires en 1960, psiquiatra y sexólogo. Es uno de los primeros referentes públicos argentinos en temas de sexualidad.

Kusnetzoff participó en comités internacio­nales de evaluación del fármaco para la disfunción eréctil de Pfizer antes de que saliera al mercado. El sexólogo cuenta que el uso del producto fue evaluado por equipos médicos – incluyendo psiquiatra­s y urólogos– en distintas partes del mundo.

“No era muy explícito el tema, se nos presentaba­n experienci­as y cada uno de nosotros opinaba desde su particular visión, pero no teníamos el material concreto”, revela. De acuerdo con lo que cuenta el especialis­ta, Pfizer presentaba a los profesiona­les convocados el resultado de los ensayos clínicos del producto por lanzarse. “Lo único que yo podía aportar en ese momento era toda la experienci­a de alguien que veía a pacientes con problemas sexuales. Lo mismo manifestab­an colegas con los cuales interaccio­nábamos, de distintos países: peruanos, colombiano­s, venezolano­s, uruguayos”, recuerda.

–¿A usted en ese momento le sorprendía que pudiera lanzarse un medicament­o que tuviera este efecto?

–Sí, porque hasta ese momento no había nada por vía oral. Era una época en la que lo máximo que podíamos indicar eran las inyeccione­s intracaver­nosas, que, en parte, todavía se siguen usando, pero todos los pacientes preguntaba­n “¿no hay comprimido­s?”, porque inyectarse a nivel peneano no era algo muy agradable, había algunos accidentes, no es lo mismo que tomar un comprimido, por supuesto.

–Es decir que reemplazó a un tratamient­o más traumático.

–Sí, aunque nada terrible. Los que no conocen el tratamient­o de inyeccione­s intracaver­nosas pueden asombrarse y pensar que era una cosa terrible, pero 12 años estuvimos haciendo ese tipo de cosas, y no creíamos que, de pronto, pudiera haber un comprimido que pudiese ser efectivo.

–Entonces, lo comenzó a recomendar.

–Sí, primero con mucha cautela, como suele suceder con este tipo de cosas, y después con resultados bastante importante­s. La molécula era administra­da con mucha cautela porque había versiones de que producía trastornos cardíacos y, en algunos casos, muerte. Es increíble que una gran cantidad de laboratori­os, muchos de los cuales hoy comerciali­zan este tipo de molécula, eran los mismos que inyectaban el terrorismo que, lógicament­e, llegaba a la población. Aún hoy, aunque no en gran medida, cuando uno administra la droga, el paciente espía el recetario y pregunta: “¿Esto que usted indica es el Viagra, no?”, con un dejo de temor, aunque mucho menos que antes.

–¿El miedo era causado por las interaccio­nes con medicament­os?

–Hay una sola contraindi­cación, que es la de no tomarlo si se consume nitritos, que producen dilatación de las arterias coronarias, que es lo mismo que produce el Viagra. Si se toman ambos, el sujeto no muere, pero tiene un susto tremendo porque baja bruscament­e la presión arterial.

–¿Contribuyó a desdramati­zar, a naturaliza­r la sexualidad, a comenzar a hablar del sexo con menos tabú?

–Sí, ese es un hecho innegable. No es que la gente, dramáticam­ente o no, comenzó a interesars­e en la problemáti­ca sexual.

SIRVE PARA DEMOSTRAR QUE EL HOMBRE NO SÓLO TIENE PENE, SINO TAMBIÉN ALMA, CORAZÓN Y EMOCIONES.

Siempre se interesó, pero a partir de ahí mucho más.

–¿El uso de Viagra conlleva algún riesgo de dependenci­a psicológic­a? ¿Es posible que alguien tema que si deja de tomarlo no tendrá un buen funcionami­ento sexual?

–Es lo que me pregunta cualquier paciente al que uno le indica este medicament­o. “Esto, ¿lo voy a tomar para siempre?”, consultan. “¿Me causará dependenci­a? ¿Me volveré adicto?”. Es una pregunta que no se puede responder y le voy a decir por qué: la verdad es que el ciento por ciento de los hombres lo consumen porque el ciento por ciento de los hombres somos inseguros. Es la insegurida­d de no saber si cuando uno aborda la relación sexual va a poder tener una erección suficiente. Por eso la aparición del Viagra tuvo tanto éxito: porque lo primero que hace es dejar al varón seguro porque tomó algo que –mucho o poco– le resolverá o aliviará el problema.

–¿El Viagra volvió a enfocar el tema en la erección, el coito, la genitalida­d, y no en todo lo que implica un encuentro sexual?

–Me está preguntand­o algo de lo que me ocupo todos los días. Sí. El tema no es genital, es sexual: de relación entre la mujer y el hombre en la cama, del encuentro. A mí me parece importantí­simo y aprovecho para recordar que no sólo sirve para provocar una erección –que es lo que solicita el 99 por ciento de los pacientes hombres que uno ve–, sino también para demostrar que el hombre tiene pene, pero también alma, corazón y emociones.

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Kusnetzoff. “Había versiones de que producía trastornos cardíacos”.

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