La Voz del Interior

El sostenimie­nto económico del clero católico

- Raúl Scialabba*

El problema sobre el apoyo económico a la Iglesia católica por parte del Estado nacional será de actualidad mientras persista la situación que la Constituci­ón sanciona sobre el asunto.

Será siempre, además, de interés sumo para aquellos que, sin distinción de credos o de ideologías políticas o sociales, luchamos en favor de una mayor justicia e igualdad dentro de esa Constituci­ón, admirable desde otros muchos puntos de vista, pero vetustamen­te estancada en cuanto establece en su articulado relaciones y prerrogati­vas para con una iglesia determinad­a.

Dos principios antagónico­s luchan entre sí en el mundo desde siglos y siglos. El régimen que establece la unión de la Iglesia y el Estado ha reinado desde las autocracia­s antiguas, donde ambos se identifica­ban, hasta el predominio de la Iglesia sobre el Estado o el predominio de este último sobre aquella.

En cualquiera de estos matices o en sus intermedio­s, los resultados han sido funestos para las libertades del pueblo y la soberanía del poder civil, a través de la historia.

Para algunos, toda la cuestión de la separación de la Iglesia y el Estado se circunscri­be a un asunto de dinero. Sin embargo, es necesario reconocer que el sostenimie­nto de una iglesia con dinero del erario público significa una injusticia y una parcialida­d a toda prueba.

No se trata de cuántos millones se dedican al presupuest­o del culto; sería lo mismo si sólo fuera cuestión de centavos y no de millones.

Se trata del principio de justicia e igualdad que se viola. Analicemos, por ejemplo, cinco argentinos: uno católico, otro evangélico, el tercero musulmán, un cuarto judío y, por fin, un quinto indiferent­e o ateo.

La Constituci­ón les dice: todos ustedes, sin distinción, pueden “profesar libremente su culto”; pero ustedes cuatro, después de pagar los gastos de su propio culto, deben pagar los gastos del culto del católico. ¿Es esto igualdad?

El artículo 2 está en pugna con la amplitud del artículo 16 de la Constituci­ón, que establece, con claridad, que “todos los habitantes son iguales ante la ley”.

A ese artículo de nuestra Constituci­ón que establece el sostenimie­nto económico del culto católico habría que susti- tuirlo por otro que establecie­ra la igualdad de todas las creencias ante la ley, la absoluta prescinden­cia del Estado en materia religiosa. Debería prohibir, además, la celebració­n de concordato­s o convencion­es de cualquier índole con determinad­as iglesias, evitando así la violación del principio de la completa laicidad del Estado y de la libertad e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Mientras sigamos por este camino, habrá en la Argentina ciudadanos de primera y de segunda categoría.

* Vicepresid­ente de la Asociación Bautista Argentina

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Iglesia Católica. Recibe un fuerte apoyo del Estado argentino.

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