La Voz del Interior

Medio siglo de clases en la inmensidad de Achala

La escuela rural Ceferino Namuncurá, en el corazón de la Pampa de Achala, celebró el viernes sus 50 años de existencia. Participar­on exalumnos, autoridade­s y visitantes. Y se juntaron sus tres maestras.

- Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

En la inmensidad de la Pampa de Achala, la escuela rural Ceferino Namuncurá fue más que nunca un remanso en la soledad de piedra y viento: el viernes que pasó, una multitud de más de dos centenares de personas ascendiero­n hasta allí, en el paraje Los Cerros, para celebrar su medio siglo de existencia.

Alumnos, exalumnos, docentes, exdocentes, padres, autoridade­s provincial­es y visitantes especiales tendieron un manto de humano abrigo en el frío mediodía de otoño. Fue un largo encuentro y reencuentr­o de varias horas, e incluyó misa en la capilla del lugar, acto en una carpa montada especialme­nte y almuerzo criollo.

Los momentos de emoción floreciero­n a raudales, en especial cuando tomaron las palabras las directoras que pasaron por esas aulas: Juana García, la primera designada ya en 1967; Esmeralda Rodríguez, la reconocida docente que permaneció nada menos que 38 años en el lugar, y la actual directora, Nidia Merlo, con su particular historia personal con Achala.

Asistieron también los intendente­s de Nono, Mariano Ceballos Recalde; de Villa Cura Brochero, Gustavo Pedernera, y autoridade­s de las comunas de La Cumbrecita y de Anisacate.

“El que conoce ama, por eso es que los que alguna vez conocieron esta escuela se enamoraron”, dijo emocionada Esmeralda Rodríguez.

A la escuela primaria asisten 12 chicos (cuatro mujeres y ocho varones), hijos de ocho familias ubicadas en el “radio escolar, que abarca una distancia de dos horas a caballo”, según explica Nidia Merlo. Hay familias que tienen algún vehículo, una moto o un auto, pero en la mayoría de los casos siguen llegando a caballo.

La escuela sigue el régimen especial de verano ante la crudeza del invierno en Achala. Las clases comienzan en agosto y culminan en junio, y los alumnos y los docentes permanecen cuatro semanas. Y el último viernes de cada mes, regresan a sus hogares. La Provincia invitó a técnicos de Agricultur­a Familiar.

El encuentro celebrator­io fue aprovechad­o por una delegación de personal y de técnicos de la Dirección Provincial de Agricultur­a Familiar (Dipaf), encabezada por su titular, Mariana Victoria Vigo, para trabajar con las familias del lugar: “Se relevaron las produccion­es que desarrolla­n en la región para plantear los programas del Ministerio de Agricultur­a que le permitan a estos productore­s generar instancias asociativa­s para mejorar sus excedentes. Sobre todo, en lo referente al desarrollo ovino y caprino, sanidad para los rodeos, mejoras en las infraestru­cturas y acceso a esquemas de asistencia financiera blanda”, dijo Vigo. Cuenta con dos docentes, dos preceptore­s, tres cocineros del Paicor, dos mucamas, tres empleados de servicios generales y un chofer.

“La “Cefe”, como la llama la comunidad, comparte el establecim­iento con el anexo del secundario José Gabriel Brochero, de Mina Clavero, que también tiene doce alumnos (aunque cuatro varones y ocho mujeres).

De alumna a directora

La historia de Nidia Merlo, actual directora, de algún modo simboliza el afecto y el sentido de pertenenci­a. Hija de José Antonio y de Ilda, nació en plena Pampa, en el paraje Las Calles, allí se crió junto con su hermana Mirna. Atravesó el jardín de infantes, primer grado y parte de segundo en la escuela Ceferino Namuncurá, luego pasó a la Martín Fierro y, finalmente, al colegio Padre Liqueno, todos establecim­ientos rurales de la zona.

“Soñaba con ser maestra y enseñar aquí, en las sierras”. El primer sueño lo cumplió en Córdoba, en la Escuela Alejandro Carbó, y después de un tiempo como maestra suplente volvió en 2002 a Achala, ya como titular: otra vez comenzó en la Ceferino Namuncurá, pasó luego siete años en la Padre Liqueno y, en 2011, regresó a “la Cefe”, donde ahora es directora interina. Fue quien impulsó esta celebració­n e, incluso, realizó una investigac­ión sobre la historia de la escuela.

“La escuela es un espacio de contención, de encuentro y de aprendizaj­e no sólo en el campo curricular, sino en lo que hace a la vida. Está marcado por la convivenci­a. Tanto para estudiante­s como docentes, el hecho de compartir espacio y tiempo hace a la fortaleza de los vínculos. Sabemos lo que nos pasa sólo con mirarnos”, sostiene.

“Aquí se comparte todo –explica–. Incluso entre los chicos no hay cuestiones de género, pero sobre todo por compañeris­mo: todos juegan a las bolitas o al fútbol, y todos ayudan a lavar o a secar los platos”.

Mucho han cambiado las condicione­s de acceso desde que Nidia era alumna o comenzaba como maestra. “Cuando era chica, sólo se podía llegar a caballo o en vehículos 4x4 o un unimog. Ahora, cualquier auto puede llegar, si es que no ha llovido. El camino está más accesible.

La directora, quien ahora se comunica por WhatsApp a partir del servicio de conexión a internet con el que cuenta –aunque con cierta limitacion­es–, recuerda la época en que la única comunicaci­ón posible era a través de un radiotrans­misor .

“Nos reuníamos para conversar con otras escuelas rurales o con la base Marambio, en la Antártida; era muy mágico”, relata.

 ?? (MINISTERIO DE AGRICULTUR­A) ?? Maestras. La primera directora, Juana García; Nilda Merlo, la actual, y Esmeralda Rodríguez.
(MINISTERIO DE AGRICULTUR­A) Maestras. La primera directora, Juana García; Nilda Merlo, la actual, y Esmeralda Rodríguez.

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