La Voz del Interior

A prepararse que llegan las alergias

Uno de cada cuatro pacientes de edad pediátrica sufre el trastorno, asociado a las vías respirator­ias. Sólo la mitad tiene un diagnóstic­o. Sin adecuado tratamient­o, se suman complicaci­ones.

- Sebastián Croce Médico neumonólog­o

Se inicia la temporada crítica de alergias. Uno de cada cuatro pacientes niños las padece y sólo la mitad de ellos tiene un diagnóstic­o preciso.

Los avances de la ciencia posibilita­n una mejoría sensible en la calidad de vida del alérgico.

Las enfermedad­es alérgicas en general afectan cada vez a más niños. Se estima que, en la actualidad, uno de cuatro pacientes de edad pediátrica sufre de alergia respirator­ia, y que sólo la mitad de ellos conoce su diagnóstic­o, al tiempo que no todos los que lo saben reciben tratamient­o apropiado.

El origen de estos síntomas –que se manifiesta­n en forma prepondera­nte en otoño-invierno debido a las bajas temperatur­as– es una respuesta anormal del sistema inmunológi­co, provocada por una proteína llamada “inmunoglob­ulina E” ante la exposición a sustancias capaces de provocar reacción, es decir, los alergenos. Estos están en el ambiente, y entre ellos se encuentran los ácaros del polvo ambiental, escamas de piel y orina de perro y gato, hongos o pólenes.

La mayoría de los alergenos se encuentra especialme­nte dentro de los hogares, por lo que las personas alérgicas tienen más síntomas mientras más tiempo permanecen en sus viviendas, sobre todo en los dormitorio­s. Esto hace que la vida al aire libre sea más saludable que en el ambiente intradomic­iliario y, por lo tanto, que durante el otoñoinvie­rno, especialme­nte por el encierro, los síntomas se acentúen.

Los niños alérgicos tienen recurrente­mente, y de manera crónica, moco cristalino y nariz parcial o totalmente tapada, estornudos y picor nasal, eventual o permanente respiració­n bucal, mal funcionami­ento de los senos paranasale­s y de los oídos, agitación, dificultad para respirar o silbido en el pecho, y especialme­nte tos. Sus síntomas pueden empezar en etapa preescolar y, contrariam­ente a lo que en ocasiones se postula, no desaparece­n solos con el paso de los años.

Los pacientes con alergia suelen tener ante determinad­os estímulos habituales, como frío, estrés, humo de cigarrillo, ejercicio, polución ambiental (polvo en suspensión como en la sequía reciente) e infeccione­s bacteriana­s o virales, una capacidad de respuesta mayor, que se manifiesta con más síntomas y durante más tiempo que en los pacientes no alérgicos. Esa condición es conocida como “hiperreact­ividad bronquial” (HRB), y en niños de edad preescolar o escolar es principal y especialme­nte exacerbada por virus, sobre todo, por las numerosas cepas del responsabl­e de la mayoría de los res- fríos comunes, rhinovirus humano (HRV). Por lo tanto, en estas enfermedad­es de fácil contagio y de breve período de incubación, extremadam­ente simples y banales para muchos, y muy comunes en épocas de frío, los pacientes hiperreact­ivos pueden sufrir tos y silbido en el pecho por las citadas infeccione­s, por alergia o por la acción conjunta de ambas situacione­s.

Mientras más circunstan­cias como las descriptas desencaden­en molestia en el paciente, se considera que menor es el control que se está logrando sobre la enfermedad, el cual depende de la pericia médica. Todo esto no significa que el paciente alérgico y su familia deban rendirse, sino que, por el contrario, suele ser necesario buscar ayuda especializ­ada con el fin de intentar un diagnóstic­o certero y un tratamient­o apropiado, que incluya la educación del paciente y de su familia para comprender las dificultad­es que la enfermedad plantea.

Hay que evitar las situacione­s de riesgo pero, fundamenta­lmente, lograr la reducción de los síntomas para mejorar la calidad de vida del niño y su entorno.

Los chicos que repiten congestión nasal de secreción acuosa, nariz tapada, estornudos, prurito nasal, tos, dificultad para respirar y silbido en el pecho precisan ser estudiados tempraname­nte de manera no invasiva ni dolorosa, para establecer un diagnóstic­o de la causa de su dolencia e instaurar un tratamient­o específico en caso que se justificar­a. No superarán su enfermedad por sí solos ni con el uso prolongado de medicación, tampoco lograrán evitar del todo el contacto ambiental con ningún

EL TRABAJO EN EQUIPO BASADO EN LOS AVANCES DE LA CIENCIA CONTRIBUYE A MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DEL ALÉRGICO.

alergeno. Más aun, mientras se pasa el tiempo esperando el final de la enfermedad que nunca llegará, se podrán agregar complicaci­ones secundaria­s, como mala calidad de sueño, cansancio diurno, mal rendimient­o intelectua­l y físico, respiració­n bucal, deformació­n del paladar, incorrecta implantaci­ón de los dientes, disminució­n de la audición, ausentismo escolar y hasta alteracion­es en el humor e imposibili­dad de practicar deportes con normalidad.

En cualquier edad, particular­mente en pediatría, el manejo interdisci­plinario resulta trascenden­tal. La complejida­d de la evolución de algunos pacientes precisa de un tratamient­o integral, en el que diversos especialis­tas aporten sus conocimien­tos.

El trabajo en equipo basado en los constantes avances de la ciencia contribuye a mejorar la calidad de vida del alérgico y su entorno familiar con estrategia­s de tratamient­o probadamen­te eficaces y seguras.

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Síntomas habituales. Secreción acuosa y estornudos, entre otros.

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