Un relato necesario de las historias menos conocidas del conflicto bélico
La difusión sobre la participación de mujeres en el conflicto bélico por Malvinas es bastante reciente.
Hasta no hace mucho, se pensaba que la guerra había sido una cuestión exclusivamente afrontada por hombres.
De hecho, la investigación que hoy encara María Elena Otero tuvo su puntapié en el libro de Alicia Panero, Mujeres invisibles, editado en 2015 y que, en forma de crónica histórica basada en testimonios, aportó valiosos datos sobre “chicas” que mayoritariamente oficiaron de enfermeras e instrumentistas quirúrgicas durante el conflicto armado de 1982.
Fueron las encargadas de recibir, curar y contener en el continente y en los buques transformados en hospitales a todos los heridos de guerra.
El libro de Panero rescató también la historia de Liliana Collino, la única mujer que está probado que pisó el suelo de las islas, ingresando a bordo de un Hércules C130 en el que se transportaban contenedores y heridos.
Cansada de solicitar un ascenso en reiteradas ocasiones, Collino decidió pedir su baja en 1986.
Hubo mujeres que abrazaron la causa militar y que tuvieron espacio en los medios, pero no fue el caso de las 59 aspirantes navales.
De hecho, una de las más fervorosas militantes de esa causa, Claudia Patricia Lorenzini, murió en La Plata el pasado 30 de agosto en medio de un confuso incendio.
“Nosotros tenemos que malvinizar. Cada vez que estoy al lado de un veterano me siento más argentina que nunca. Vimos cómo llegaron, vimos cómo se los ignoró a quienes fueron a dar la vida por nuestra bandera, por nuestra soberanía. Entonces, hay que dar a conocer esto en las escuelas, en los barrios”, había planteado Lorenzini apenas un mes antes de su muerte.