La Voz del Interior

La estela, el estilo y el rocío nocturno

- Crónica en penumbra Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

Todas las notas encajaban mansas y profundas en la armonía de la penumbra del teatro Real. Todo era parte de una suave densidad que se pegaba sobre la piel de lo sensible como gotas de rocío nocturno.

Clara Presta tocaba el piano y cantaba con esa manera como distraída que tiene de hacerlo, casi despreveni­da, pero que sencillame­nte va unida en sentimient­o, intensidad y afinación a cada nota que su corazón soñó con el piano cuando construyó las melodías, y en tono con cada color de los pinceles de la palabra.

“Fede” Seimandi, de pie sobre la otra comisura de la boca del escenario, lanzaba su abrazo sobre el contrabajo y tendía puentes sobre los que se afirmaban los pies de los acordes del piano, pero también cantaba con todos los dedos o trazaba cielos con el arco en el paisaje de las canciones.

Ellos, Clara y “Fede”, el jueves presentaro­n Casa, el primer disco de la luminosa y original reunión que han generado. La sintonía creativa que han logrado en el sonido de sus instrument­os empieza por una comunión de sensibilid­ades que se presiente enseguida. Y esa vibración compartida, entonces, consigue transmitir el arrobamien­to que los conmueve.

Las canciones son como imágenes desde la ventana de una ilusoria casa que hace posible ver, de los días de la vida, lo extraordin­ario de lo cotidiano. Los visuales proyectado­s sobre el fondo del escenario e imaginados por Maru Aparicio, cineasta, completaba­n con fino arte la fuente de las sensacione­s.

Rastros de huaynos, zambas, y otros pulsos del aire común se funden en el espíritu-canción del dúo. Son músicas compuestas en su mayoría por Clara Presta, con letras suyas y algunas de su hermana Irene o de Guadalupe Gómez.

Los invitados trajeron sus propias notas para la misma armonía: Pablo Toch y su feraz guitarra; Guadalupe Gómez, con su canto casi parte de la sintonía, y Rodrigo Carazo, con la actitud de su voz.

Cada una de las canciones se esfumaba lentamente, como dejando una estela en su camino a la quietud. Sí, esa estela era también estilo: todo había sido parte del mismo suspiro que habita tanto en la música como en el silencio.

El don de Cecilia Todd

Un poco después, el candil de la noche del jueves se amparó sobre la querida presencia de la venezolana Cecilia Todd, una leyenda del sentido del canto latinoamer­icano. Estaba allí, en el tablado de Cocina de Culturas, otra vez con el cuatro en el regazo y excepciona­lmente sentada en una banqueta (por una rodilla lastimada), y acompañada por Matías Martino, el talentoso pianista cordobés oriundo de Devoto.

Cecilia Todd llegaba en celebració­n de sus 45 años en el canto. Y sobre la voluntad de encanto de sus voz, no hizo más que un puñado de palabras para confirmarl­a: el don y la magia le brotan sencillos como el aire en el acto de respirar, sí, pero la firmeza con que sostiene y suelta las notas es fruto de su constancia de entrenamie­nto.

Entonces, su arte queda revelado otra vez: las palabras florecen en su boca como recién aprendidas por el corazón, como si hubieran sido sentidas por primera vez en el instante que antecedió a la buena pronunciac­ión con que las canta.

CLARA PRESTA Y “FEDE” SEIMANDI PRESENTARO­N “CASA”, EL PRIMER DISCO DE SU REUNIÓN. CECILIA TODD REPASÓ 45 AÑOS DE TRAYECTORI­A.

Por eso, cuando al final interpreta una vez más Pajarillo verde, es posible explicase todo el entendimie­nto y el sentimient­o que cabe en su largo camino.

Pero antes hubo un largo recital de más de dos horas en las que conversó con la gente y con el pianista, en las que invitó a sus amigos del formidable MJC Trío (Jorge Martínez, Pablo Jaurena y Mauro Ciavattini) y, sobre todo, en las que cantó un inmenso racimo de la música tradiciona­l de su país.

Nunca se apartó de esa música, y del cariño y de la calidez que pone en alumbrar las pequeñas historias de la gente de su pueblo (como el amor con que una abuela margariteñ­a cocina sus arepas) las vuelve comunes, cercanas y también nuestras por universale­s y latinoamer­icanas.

 ?? (GENTILEZA PAULINA MURATORE) ?? Confluenci­a. Presta y Seimandi, un festival de sensacione­s mágicas y cotidianas.
(GENTILEZA PAULINA MURATORE) Confluenci­a. Presta y Seimandi, un festival de sensacione­s mágicas y cotidianas.
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