Liam Neeson no para de sufrir
El actor se convirtió en un fetiche para películas acción en las que interpreta a personajes al límite. “El pasajero” es la última en sumarse a esta lista, esta vez en un viaje en tren.
La lista de actores que le pegaron a Liam Neeson en la cara es larguísima. Pero ya quedó claro que el actor con semblante de hombre bueno se las banca. Así sea que lo agarren entre cinco a los tiros mientras él está en piyama. Aunque el actor de origen irlandés hizo algunos papeles dramáticos memorables, de un tiempo a esta parte cada uno de sus lanzamientos parece responder a la fórmula de que a los 10 minutos de película se va a tener que poner a atajar las trompadas.
La última que está por arribar a los cines es El pasajero. Y otra vez corren riesgo sus afectos, sólo que en esta oportunidad la acción transcurre en un viaje en tren (algo parecido al viaje que ya hizo en avión cuando le tocó compartir cabina con Julianne Moore en Sin escalas).
Cachetazos a mano abierta, rodillazos en las entrepiernas, tomas de judo y golpes con matafuegos en los pómulos son algunos de los ingredientes que condimentan sus escenas de pugilismo, algo propio de un actor que talló en el último tiempo un perfil de héroe de acción que siempre termina con una curita en la cara, pero con la misión cumplida.
Liam Neeson parece destinado a sufrir en pantalla grande un remezón de los golpes que la vida se encargó de darle en la realidad. Y entre esos golpes se cuenta, sin duda, el fallecimiento de su esposa, que perdió la vida tras complicársele un golpe menor en un accidente recreativo en la nieve.
Buen tipo
Si nos guiamos por lo que vemos en pantalla, la evolución de Liam lo llevó a un nirvana en el que sólo alcanza con un plano de su rostro estilo estatua de Isla de Pascua para que pensemos que alguna desgracia ficcional lo acecha. Puede ser que unos delincuentes de Europa del Este secuestren a su hija. O que los mismos tipos en la secuela hagan lo mismo con su expareja (hay que agradecer que no haya más parientes porque la saga de Búsqueda implacable no acabaría nunca).
Las películas al estilo parecen haberse vuelto una saga tácita que sus seguidores van atesorando en la memoria como una gran secuencia que les obliga a frenar el zapping en el primer canal que lo muestre a los trompadones.
Tal vez su gran arma de seducción (además de sus tácticas de defensa personal) es la pinta de hombre maduro que se vuelve un héroe de acción involuntario aunque lo bañen de sopapos.
Su aspecto físico, la economía férrea de sus gestos y la mirada delgada de quien padece en silen- cio hicieron del actor un tótem venerado por los cultores del cine de acción, que ya jubilaron a próceres de otras sagas, como Bruce Willis.
“Tengo una serie de habilidades que me hacen una pesadilla para gente como vos”, le cuenta Liam al secuestrador de su hija en la ficción.
Y esa línea del guion parece trascenderlo, ya que podría aplicarse a cualquiera de sus competidores en el cine de acción: Liam Neeson es, como muchos de sus personajes, imparable.