Con los frutos de la madera
Destacados artistas se prendieron a la invitación para hacer obras con descartes. Los resultados se pueden ver en la muestra “Arte en obra”, que sigue una cadena de solidaridad.
Esa sana costumbre de aprovecharlo todo es una de las constantes de la práctica artística. Sobre todo para las mentes más creativas, que no sólo no dejarían pasar de largo ningún tipo de insumo, sino que redoblan la apuesta y crean a partir de lo hallado o de alguna donación recibida. La muestra “Arte en obra” que se exhibe hasta el 4 de mayo en el auditorio Miguel Scheimberg es un ejemplo de cómo en buenas manos cualquier material es noble.
Convocados para reutilizar placas de chapadur (realizados a base de fibra de madera) y MDF de diferentes formas, casi una treintena de artistas aceptaron el convite. Las obras se presentan adheridas a paneles de aglomerado, una estética afín, un tono que se asemeja a la arena en textura y color, dócil y sencillo en apariencia para servir de fondo a lo presentado. Todo el conjunto se recorre en el contexto de un espacio que mira a un bosque de madera, y que, claro está, colabora.
Cómo surgió todo
La historia es así: el voluminoso material de descarte que se ofreció a los artistas en este plan que cruza solidaridades provenía de la obra Latas a la Obra, que se presentó poco tiempo atrás en Patio Olmos. Chapadur y MDF sostenían una inmensa escultura realizada con latas de alimentos donadas por distintas empresas que luego a su vez fueron entregadas a Casa Macuca, Manos Abiertas y Banco de Alimentos. Personajes y un inmenso mapa de Argentina estaba dispuesto gracias al sostén de los derivados de la madera, y por lo tanto tenía determinadas formas que al desarmarse fueron apilándose sumando uno a uno esos numerosas partes.
¿Qué hacer con los fragmentos de algo que fue una estructura? Mientras para algunos artistas la solución fue utilizar esos fragmentos de materia como superficie ideal para sus desvelos artísticos (como lo hicieron Gustavo Piñero, Mateo Arguello Pitt, Horacio French, Roger Mantegani, María Finocchietti, Fabio Egea, Ernesto Berra, José Benito, Raúl Díaz, Luli Chalub, Susana Lescano, Ana Bondone y María Guirao, Marcos Acosta), otros definieron a partir de allí.
Por ejemplo, para Sara Goldman, Nina Molina, Oscar Suárez, Alejandro Bovo Theiler, Mariano Castañeda, Teresa Maluf, Tulio Romano, Boyo Quintana, José María Suhurt, o Sara Galiasso, tener a disposición tanto volumen descartable podía ser un atajo para desarrollar una pieza pictórica o cuasi escultórica, un objeto. Un punto de partida, incluso una inspiración. Algo nuevo, más que un soporte.
Sara Goldman es una artista que justamente se define por haber tomado los materiales de desecho como el alma fina de su obra. El interior de una lapicera, rollos de cartón, cartuchos plásticos, cosas de los materiales más disímiles, dieron forma a su imaginación en piezas muchas veces de gran porte que exhibió en distintos museos. Para Sara parece no haber límites. En “Arte en Obra” le saca lustre a lo que quizás otros pudieran mirar con desdén, como son los planos lisos del chapadur, y crea una elegante escultura abstracta tomando como algo positivo sus aberturas, cortes, y lo que dibuja el perímetro de lo rescatado. Así, da rienda suelta al ensamble, y abre el espacio a partir de la bidimensión.
Con los mismos fragmentos, sólo que tomando los de igual tamaño, Nina Molina parece jugar a las cartas (los bordes redondos de estos cuadraditos colaborar con la idea lúdica de su propuesta) y la artista propone desopilantes frases e imágenes en una generosa cuadrícula de divertimento.
A su turno, con la forma de lo dado Oscar Suárez (y otros bordes) desdobla en dos una misma escena que recuerda a aquel proyecto “El Moreyra” que exhibió en 1990 en lagaleríaConcisobreellegendario Juan Moreira. Y le otorga a la imagen un espacio extra: a una reunión nocturna de gauchos le concede un cielo azul profundo que flota sobre las cabezas de los personajes. Un díptico de locura muy a su estilo cinéfilo, que se adapta bien a los trozos de chapadur que parecen parte de un viejo mobiliario.
Tulio Romano también se amiga con el chapadur, y aquí si no es posible la talla si se puede doblegar el material, curvar y unir las partes: un personaje que nace de estas uniones agradece tener unos brazos con actitud de posible movimiento.
Y todos, en fin, saben salir airosos del desafío de hacer con lo dado, en este caso por la maderera que provee materia y ahora espacio expositivo para deleite de los visitantes.