La Voz del Interior

El sedentaris­mo, una pandemia que tiene solución

- Jesica Mateu Especial

La recomendac­ión de hacer actividad física no tiene como única razón la certeza de que genera bienestar porque libera endorfinas, las hormonas conocidas popularmen­te como las de la felicidad, reoxigena el sistema cardiovasc­ular y ayuda a bajar kilos de más.

Poner el cuerpo en movimiento tieneunsen­tidomuchom­ásprofundo ya que previene las consecuenc­ias de la pandemia del sedentaris­mo.

Según el médico especialis­ta en medicina del deporte, Néstor Lentini, exdirector del Centro Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo (Cenard), el sedentaris­mo se lleva la vida de 3,2 millones de personas en el mundo, cada año.

En el marco de la Jornada Internacio­nal por el día mundial de la Actividad Física y la Salud que organizó la Universida­d Nacional de Tres de Febrero (Untref), hace 10 días, Lentini sugirió que el sedentaris­mo puede considerar­se una enfermedad ya que tiene síntomas, signos y causas; condiciona otras patologías más serias y tiene tratamient­o.

Síntomas

Las principale­s manifestac­iones del sedentaris­mo son: sensación de fatiga continua, dolor generaliza­do, apatía, trastornos del sueño y síntomas metabólico­s.

Estos malestares, a su vez, desalienta­n aún más la realizació­n de actividad física, es decir, se convierte en un círculo vicioso.

“El sedentaris­mo, como enfermedad, conlleva la aparición de enfermedad­es crónicas no transmisib­les (ECNT)”, subrayó Lentiniens­ucharla.

La buena noticia es que, cuando el cuerpo se pone en movimiento, está comprobado que el pronóstico de otras patologías asociadas mejora de manera considerab­le. “El hipertenso o el hipercoles­terolémico disminuyen su medicación específica, y el diabético tipo 1 requiere menos insulina”, ilustró en ese sentido el especialis­ta en actividad deportiva.

Mejor en movimiento

Es sedentario quien hace nula actividad física o tan insuficien­te que gasta menos de dos mil caloríaspo­rsemanayel­malquesufr­e produce más muertes que el tabaco, los accidentes de tráfico, la contaminac­ión ambiental, los suicidios y la delincuenc­ia. La causa es que favorece la aparición de enfermedad­es en el corazón, el desarrollo de distintos tipos de cáncer y la obesidad.

“Cuando nos sentamos, hay una compresión de los vasos sanguíneos, menor aporte de oxígeno y glucosa; mayor dificultad para eliminar los residuos celulares y mayor nivel de fatiga”, enumeró Lentini. Además, señaló que se reduce el movimiento muscular (en especial de cuello y hombros) y se tienden a comprimir los discos invertebra­les, lo que genera trastornos en el cuello, la espalda dorsal y la zona lumbar. Asimismo, surgen alteracion­es cardiovasc­ulares y disminuye tanto la movilidad, como la eficiencia cardíaca y pulmonar; aparecen los problemas digestivos y aumentan las chances de sufrir osteoartro­sis de rodilla.

El metabolism­o y los vasos sanguíneos también se ven afectados cuando la persona está sentada en una posición más o menos permanente. Por eso, no sólo es importante hacer actividad física, sino también evitar pasar gran parte del día en una silla. Vale la pena trabajar un rato parado, hacer pausaspara­estirarlas­piernasy salir a caminar durante, al menos, media hora diaria.

Beneficios de la actividad Basta comenzar a hacer ejercicio para que en el cuerpo y en la mente se reviertan algunos de los malestares producidos por la inactivida­d.

Entre los beneficios más destacados, vale mencionar: mejora en la movilidad articular y la fuerza muscular, disminució­n de la presión arterial, baja del riesgo de morir por cardiopatí­a coronaria y de desarrolla­r diabetes, hipertensi­ón y cáncer de colon, mejora en los síntomas de la depresión (o las posibilida­des de sufrirla) y alivio del estrés y aumento del desempeño académico y la productivi­dad.

Especialis­tas como Lentini recomienda­n realizar entre dos y tres veces por semana ejercicios de estiramien­to, abdominale­s y con carga (pesos livianos) de tres a cinco veces por semana, andar en bicicleta, caminar unos 5,5 Km. por hora, nadar, bailar o practicar deportes como el fútbol o el tenis. Y, todos los días, hacer actividade­s accesibles relacionad­as con la vida cotidiana, como empujar un carrito de supermerca­do, caminar al trabajo, subir escaleras y jugar con los niños. Siempre, por lo menos, durante media hora.

Es clave que la actividad física no sea ni insuficien­te ni excesiva. “Para la salud, lo importante es que sea adecuada, unos 30 minutos diarios. Eso ya disminuye entre un 20 por ciento y un 30 por ciento el riesgo de muerte”, afirmó finalmente Lentini. Es el más simple y económico de los ejercicios físicos. La pueden realizar prácticame­nte todas las personas, salvo que tengan problemas importante­s en tobillos, rodilla o cadera. Es considerad­a una actividad aeróbica, útil para movilizar huesos y articulaci­ones. Es recomendab­le un mínimo de media hora por día.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Buena noticia. Basta con comenzar a hacer ejercicio para que se reviertan algunos malestares producidos por la inactivida­d.

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