En un año, las frutas aumentaron el doble que la canasta
En los últimos 12 meses, los precios en este rubro subieron un 50%, contra el 24,8% del resto de los alimentos de consumo masivo. Influyen la estacionalidad, el alza en los costos y las estrategias de venta de las grandes superficies.
En los últimos meses, los precios de las frutas pegaron una fuerte escalada y, aunque ciertos productos siguen siendo accesibles, la mayoría se hace notar –y mucho– en el bolsillo.
Algunos aumentos responden a cuestiones extraordinarias. Por ejemplo, este verano la naranja argentina está en falta por la sequía que sufrieron las zonas de producción, y en su lugar los comercios venden una variedad española mucho más cara.
Sin embargo, el comportamiento de los precios de la fruta viene dando la nota en relación con el resto de la canasta básica. De hecho, la suba promedio de los alimentos en Córdoba fue, según la Dirección de Estadística y Censos de la Provincia, del 2,4 por ciento en marzo. En ese mismo mes, las frutas subieron 7,25 por ciento.
En lo que va del año, mientras los alimentos aumentaron 6,2 por ciento promedio, la fruta lo hizo en un 14. Y si la comparación se hace con marzo del año pasado, entonces el rubro más dulce de la canasta directamente se desbocó: pegó un salto de 50,8 por ciento, cuando el conjunto de los alimentos lo hizo en un 24,8.
¿Qué ocurre?
Algunas de las frutas que se consiguen en cualquier comercio de barrio y en las grandes superficies son de producción local, otras vienen de distintos puntos de Argentina, de países limítrofes y también están las que cruzan el Atlántico. Según la época, a veces abundan y otras, escasean.
El costo del flete y de la carga y descarga influye mucho en el precio final. “Solamente la logística le puede sumar al cajón unos 60 o 70 pesos”, indicó Juan Perlo, titular de la Asociación de Productores Frutihortícolas de Córdoba. Si a ello se agrega el costo de mantener un negocio y el margen del vendedor, la cadena se agranda y el precio se eleva.
Indirectamente, las grandes superficies también son formadoras de precios. “Los supermercados compran directamente en la zona de producción, sin pasar por el Mercado”, indicó Perlo y agregó: “Los mercados son un mal necesario porque regulan los precios. En cambio, en las grandes superficies, que son casi un monopolio, el precio de todo lo que venden se establece en proporción al costo del metro cuadrado de superficie y a las ganancias desmedidas que tienen”.
“Hay ocho cadenas que tienen convenios directos con las zonas de producción y le sacan al comercio minorista un 30 o 40 por ciento de la venta”, se quejó. “El verdulero está chequeando constantemente si el súper sube los precios y copia ese comportamiento con un valor un poco más abajo. Pero cuando en el Mercado un producto bajó, en las verdulerías no lo tocan hasta que ven que no lo pueden vender”, reconoció Perlo.