Separar persona de personaje
El deporte en Argentina tiene una característica que no la tienen otras actividades profesionales: su efecto de audiencia. Los deportistas profesionales están permanentemente en el ojo de grandes comunidades por lo que hacen o dejan de hacer. En ese sentido, hay que separar a la persona del personaje. Y hay que tener en claro qué significa ser un deportista profesional. Todos los actores que rodean la comunidad deportiva (prensa, psicólogos deportivos, dirigentes, entrenadores, jugadores, entorno de los deportistas y las empresas que acompañan) tienen que dar un debate sobre qué implica ser un deportista profesional.
Si ser un deportista profesional significa ser un ejemplo de vida van a haber ciertas conductas que las tendremos que subrayar como que no corresponden. Ahora, si ser deportista profesional implica un rol acotado que tenga que ver con cómo se prepara antes de la competencia, cómo compite y cómo se recupera después de la competencia, hay todo un repertorio de conductas que tienen que ver con lo personal.
Pero si esa definición no está clara es complicado porque surgen los “este no duerme lo que tendría que dormir”, o “aquel tendría que sacarse 150 fotos con los hinchas cuando llega al aeropuerto”, o “aquel otro debería tener tres fundaciones o ONG”, o “cómo puede ser que haya salido un sábado a la noche”. Hay mucho libertinaje para definirlo y somos injustos con los deportistas que, de base, son seres humanos, como cualquiera de nosotros, que pueden tener las mismas aficiones y hasta estar habilitados a cometer los mismos errores que todos.