Soda Stereo es rehén de una batalla silenciosa
Tiene muchas desventajas la sobreexposición a la que nos indujeron las redes sociales; entre ellas, la incapacidad de domar un impulso que filtre un dato íntimo que dé cuenta de una relación resquebrajada, de un frente interno desconocido.
Se puede ejemplificar el asunto con la reacción tuitera de Benito Cerati ante la posibilidad de un nuevo show de Soda Stereo con él o con Simón Bosio, hijo de Zeta,
como probables cantantes, ventilada por Charly Alberti y Zeta en una entrevista reciente. “Si a lo que te referís puntualmente es si vamos a tocar o a hacer algo, la realidad es: no y sí. ¿Por qué? Porque nunca pensamos en que Soda Stereo siga. Ya lo decía Gustavo, si alguna vez falta alguno de los tres, Soda Stereo no sigue porque Soda Stereo éramos los tres ”, dijo Alberti. Y agregó: “Pero el proceso del Circo nos hizo decir ‘che, ¿si tocamos una última vez?’. A lo cual nosotros realmente, por primera vez, lo empezamos a pensar como una posibilidad... El padre no lo va a decir, pero lo voy a decir yo, Simón es un guitarrista que toca increíblemente bien. Entonces, si alguna vez hacemos algo, yo lo quiero tener a Benito pero a Simón también”.
Ante esta revelación, que tuvo lugar en la previa de una nueva puesta de SÉP7IMO DÍA ,el espectáculo de Cirque du Soleil
sobre el legado de Soda, Benito Cerati reaccionó con un firme “¿No pensaron en no hacer nada?” para luego cerrar su tuit, preciso aunque no violento, con lo siguiente: “No puedo hablar por Simón, pero para mí no hay nada más despersonalizante (sic) que hacer algo así”.
El desencuentro habla a las claras de que nada es tan armónico en el seno de la “familia” Soda Stereo, y que las diferencias entre Gustavo y sus compañeros de trío se proyectaron hasta hoy con su primogénito, convertido en redes en un auténtico agitador cultural.
OK, todo gira en torno a un único show, insinuado en una entrevista ofrecida en tono jocoso en la que nada se puede tomar en serio.
No obstante ello, el incidente revela que hay dos partes en pugna. Una busca el límite de la facturación; otra, resguardar un legado, no bastardearlo.