La Voz del Interior

Menotti, Sampaoli y la eterna danza de nombres

HACE POCOS DÍAS, MENOTTI Y SAMPAOLI SE ENCONTRARO­N. Y “EL FLACO” NO LE SUGIRIÓ NOMBRES, SINO QUE LO INVITÓ A RATIFICAR CONVICCION­ES.

- Gustavo Farías gfarias@lavozdelin­terior.com.ar

El Mundial estaba a la vuelta de la esquina. Fue el 25 de abril de 1978, a escasos 37 días del debut del selecciona­do argentino en el torneo que lo tenía de anfitrión. Un amistoso ante Uruguay, en Montevideo, fue el golpe que necesitaba el equipo conducido por César Menotti para acomodar las cartas, volver a barajar y dar de nuevo.

Las críticas de aquel 0-2 en el Centenario fueron lapidarias y hasta desafiante­s para la circular que, desde el gobierno dictatoria­l de Jorge Videla, exigía bajarles el tono a los cuestionam­ientos a nuestra selección. “¿Dónde estamos?”, se preguntaba el semanario El Gráfico ,alavez que Goles, la otra revista fuerte de la época, aseguraba: “Menotti tiene mucho para estudiar, repensar y analizar. Pero ya tiene los exámenes encima”.

El contexto estrictame­nte deportivo de aquella derrota guarda una asombrosa similitud con el 1-6 ante España sufrido el mes pasado. En ambas ocasiones, sus figuras estelares (Kempes y Messi) no pudieron alinearse, los técnicos improvisar­on alguna rotación de nombres, mientras la presión por ganar el Mundial y por meter jugadores no convocados era incesante. Y la adversidad del resultado sembró dudas y cuestionam­ientos por doquier.

Hace pocos días, los técnicos de estas dos seleccione­s (Menotti y Jorge Sampaoli) se cruzaron en un evento social, donde “el Flaco” le dio algunos consejos a su comprovinc­iano. No le sugirió nombres, sino que lo invitó a ratificar conviccion­es.

“El otro día me enojé con el periodismo porque: ¿sabés quién es el mejor arquero? ¡El que ponga el técnico! Una cosa es tener una opinión y otra cosa es tener una insistenci­a que complica la opinión de los demás. Hay que ser prudentes”, pidió públicamen­te el entrenador campeón del mundo en 1978, quien pasó por vivencias similares, aunque sin hacer estrictame­nte lo que hoy pregona.

Después de esa derrota en Montevideo, Menotti rescató apenas dos jugadores para el inicio del Mundial (los santiagueñ­os Luis Galván y René Houseman), desafiando a la prensa capitalina, coincident­e en que el zaguero de Talleres no tenía nivel e imploraba por Hugo Villaverde (Independie­nte) o Roberto Mouzo (Boca). El resto de los que ingresaron aquella noche ante los uruguayos (Baley, Pagnanini, Killer, Bottaniz, Larrosa, Rubén Galván, Villa y Bravo) terminaron como suplentes o descartado­s del plantel, mientras que Bertoni alternó entre los titulares.

El DT fue firme en sus conviccion­es (“Galván cada día me convence más. Tuvo que bancarse un desierto frente a él”), pero también terminó por ceder ante reclamos en otros puestos. El traspié, por ejemplo, le abrió la puerta a Norberto Alonso, la estrella mediática del momento, quien finalmente no tuvo mayor participac­ión en el torneo, pero quedó entre los 22, y al afianzamie­nto de Ubaldo Fillol, incorporad­o de última unos días antes.

Hoy Sampaoli se encuentra ante un panorama que, si no lo “mata”, lo fortalecer­á. Franco Armani (de River como Fillol) y Paulo Dybala, son sólo dos referentes que “la cátedra” intenta imponerle. Su espalda, a poco menos de 50 días del Mundial, está algo frágil como la de Menotti hace cuatro décadas o la de Carlos Bilardo en 1986. Ganar en Rusia puede darle la solidez que, al menos hoy, pocos le adivinan.

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