La Voz del Interior

Hay dos policías imputados por el robo del arma que mató a Ferraro

Un oficial principal y un cabo fueron imputados por sustraer el arma nueve milímetros con la que los delincuent­es mataron a un agente, en febrero, durante el tiroteo de Nueva Córdoba. Los acusados, por ahora, continuará­n en libertad. También se analiza q

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Ala pistola con la que los delincuent­es mataron al cabo Franco Ferraro (29), en medio del cruento tiroteo de febrero pasado en Nueva Córdoba, se la robaron otros policías.

Para el fiscal Rubén Caro, existen pruebas suficiente­s para sospechar que dos compañeros del agente asesinado se llevaron el arma aquella misma madrugada del 16 de febrero, en medio del caos en el que se convirtió la escena del crimen de calle Rondeau al 80.

Por eso, ayer ordenó la imputación de un oficial principal y de un cabo por el presunto delito de sustracció­n de objeto (arma) destinado a servir de prueba ante la autoridad correspond­iente.

Se trata de un delito excarcelab­le, por lo que ambos continuará­n por el momento en libertad, siempre que no entorpezca­n la investigac­ión.

Las identidade­s de los acusados, cuyos domicilios fueron allanados el lunes último, no trascendie­ron, ya que aún no designaron abogados defensores y recién el miércoles, cuando reinicie la semana judicial, deberán presentars­e en Tribunales 2 para declarar como imputados.

¿Cómo se llegó a ellos? Aunque el fiscal Caro se mantiene por ahora en silencio con respecto al avance de la causa, de fuentes que siguen de cerca la investigac­ión trascendió que se trató de un minucioso trabajo en conjunto por parte de un grupo que se creó especialme­nte para este caso: un equipo conformado por efectivos de la Dirección de Investigac­ión Operativa (DIO) de la Policía Judicial, de Investigac­ión Criminales, y de la división Robos y Hurtos de la Policía provincial, cuya labor ha sido presentada como “impecable” puertas adentro del edificio de tribunales.

“Tuvieron que investigar a otros policías”, se subrayó.

A partir de varios testimonio­s de civiles, más algunos de otros agentes, todos corroborad­os con los registros de las cámaras de seguridad privadas y públicas de la zona, los investigad­ores llegaron a los dos efectivos ahora acusados.

Ambos forman una “dupla” que aquella madrugada del 16 de febrero patrullaba en un móvil que llegó a la calle Rondeau instantes que siguieron a la balacera que dejó más de 90 vainas servidas y tres víctimas fatales: el policía Ferraro, y los delincuent­es Ricardo Serravalle (53) y Rolando Hidalgo (62).

En el medio de esta causa, los investigad­ores tuvieron que lidiar con una montaña de datos falsos que iban llegando tanto de informante­s anónimos como de posteos en las redes sociales.

Incluso, días atrás se presentó en la fiscalía un joven de 18 años, quien dijo haber participad­o del robo como chofer de los otros dos delincuent­es prófugos. Durante 24 horas, un grupo de policías le prestó atención a sus dichos, hasta que se comprobó que era un fabulador que buscaba llamar la atención.

Después de la balacera

De acuerdo con la hipótesis principal, Serravalle bajó por el ascensor del departamen­to del 7A hasta el hall del edificio de Rondeau 84 con dos pistolas con las que disparaba de manera simultánea. Allí mató a Ferraro de dos balazos y continuó corriendo hasta que cayó abatido de un tiro policial a los pocos metros.

Entre el ascensor y su cadáver quedó un reguero de vainas nueve milímetros, pero junto al cuerpo de Serravalle sólo se secuestró una pistola Bersa Thunder calibre 22 que estaba junto a su mano derecha y una bolsa con cargadores calibre nueve milímetros.

El cotejo balístico de la Policía Judicial indicó que la pistola nueve milímetros con la que habían matado a Ferraro no figuraba en el acta de secuestro.

Ante esto, diferentes jefes policiales tuvieron que ir hasta Tribunales 2 durante las últimas semanas para explicar qué falló en el perímetro de seguridad alrededor de la escena del crimen.

Sucede que varias personas que esa noche estaban en el lugar, y que nada tenían que ver con lo sucedido, recogieron vainas y se las llevaron como si fueran souvenirs.

Frente a esto, no se descarta que se avance en nuevas imputacion­es por esta negligenci­a. Lo curioso es que aún en Jefatura no se ponen de acuerdo sobre quién era el policía responsabl­e de asegurar aquel perímetro.

Un descontrol que desnudó una falta de preparació­n policial para actuar con rapidez en medio de situacione­s tan caóticas.

Y, sobre todo, los jefes citados para declarar ante la fiscalía tuvieron que aportar datos para intentar comprender cómo pudo ser que justo desapareci­era la pistola con la que mataron a Ferraro.

Aún los investigad­ores no tienen claro el motivo de este robo, ya que si bien los dos policías sospechado­s fueron imputados, el arma buscada no ha aparecido.

Una posible venta para continuar alimentand­o a la delincuenc­ia o la necesidad de encubrir otro delito (que no se descubra quién se las facilitó a esa banda o, acaso, para “plantarla” en una próxima escena del crimen) son algunas de las hipótesis que se barajan.

Los agentes imputados ya fueron pasados a situación pasiva por orden del Tribunal de Conducta Policial, que abrió un expediente por “faltas gravísimas”.

Por causa de su fallecimie­nto, en las últimas horas se dio por extinguida una causa iniciada contra uno de los ladrones abatidos, Rolando Ricardo “el Ciego” Hidalgo, quien cuatro días antes de la balacera había sido denunciado por violencia de género. Su expareja relató que el 12 de febrero ella iba en auto junto con dos pequeños hijos que tenían en común por Villa El Libertador, cuando apareció Hidalgo en otro vehículo, la persiguió, la encerró y la obligó a frenar. Fue entonces que “el Ciego” se bajó y la golpeó. “No te mato porque están los chicos”, le dijo antes de marcharse.

En la causa contra este delincuent­e, también figura un video registrado tiempo atrás, en el que se lo observa mientras amenaza con un arma de fuego a los empleados de un lavadero de autos, a quienes acusaba por el robo de unos 10 mil dólares que, supuestame­nte, tenía en su vehículo.

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(ANDRÉS BLANCO / ARCHIVO) Interrogan­tes. La muerte del policía Ferraro todavía tiene varios puntos sin resolver. La desaparici­ón del arma con la que lo mataron abrió muchas suspicacia­s.
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Antes del tiroteo, protagoniz­ó dos violentos episodios.

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