La Voz del Interior

La dama de los viñedos

Es ingeniera agrónoma y asesora a productore­s de vino de toda la provincia. Se destaca en una actividad que parecía territorio exclusivo del mundo masculino.

- Claudio Minoldo Correspons­alía

Jamás pensó que en una década iba a tener tanto rodaje dentro el territorio cordobés ni que su especializ­ación dentro de la ingeniería agronómica iba a ir por el lado de la vitivinicu­ltura.

Daniela Mansilla había ganado una beca en el Inta Manfredi y, mientras esperaba destino, surgió la posibilida­d de asesorar en 2008 a un grupo del programa Cambio Rural Pro Vid, que promueve ese organismo nacional. Diez años después, se convirtió en referente en esa materia y le viene prestando servicios a bodegas y productore­s de vino de casi toda Córdoba.

“Cuando empecé no sabía nada. Iba al campo con un cuaderno en el que anotaba textual todo lo que me iban diciendo, tenía todos los libros arriba del auto y volvía a casa a estudiar y estudiar y estudiar. Con esos primeros productore­s tuve una de mis mayores capacitaci­ones”, confiesa Mansilla, de 39 años. Después, surgió la posibilida­d de especializ­arse en Mendoza, en Uruguay y en cuanto lugar se hablara de uvas.

A poco de estar en el “negocio”, comenzó a ofrecer herramient­as para que los productore­s cordobeses hagan progresar sus viñedos. Así, comenzaron juntos a sacar costos de producción, a estudiar potenciale­s compradore­s de ese producto perecedero, a añadir nuevos actores al sector, a conseguir maquinaria­s y a involucrar al Estado en el rubro, entre infinidad de temas.

La ingeniera concretó en todo este tiempo asesoramie­ntos en Colonia Caroya, Huerta Grande, Potrero de Garay, Los Reartes, Cerro Pelado, Falda del Carmen, San Pedro Norte, Quilino, Cruz del Eje y otras localidade­s y parajes donde están creciendo viñedos.

En Caroya, ciudad que adoptó como lugar de residencia, hasta se animó a asociarse a dos productore­s y a un enólogo para elaborar un vino de alta gama 100 por ciento cordobés, al que bautizaron Patente X.

“Ese vino fue una manera de plasmar todo lo que habíamos aprendido en el camino, lo creíamos posible, lo visualizam­os y lo hicimos. El Patente X nos abrió otras puertas y sirvió para que mucha gente diga ‘che, pará, en Córdoba se pueden hacer vinos’ con una cordobesa. Fue el primer Gran Reserva 100 por ciento cordobés”, detalló la agrónoma.

Mundo ¿machista?

Pese a que admite complicaci­ones por ejercer su profesión entre hombres con poca costumbre de interactua­r con mujeres, Mansilla no se queja ni despotrica. Es de las que eligen tomar lo bueno. Ni siquiera se toma revancha de algunos referentes que llegaron, incluso, a poner en duda sus cualidades profesiona­les.

En Caroya, sin ir más lejos, salvando a Celina Tay (propietari­a de la bodega La Caroyense) no hay muchos ejemplos de participac­ión de la mujer en este rubro. “No es lo mismo que una mujer vaya a dar una orden al campo o que sea exi- gente porque de inmediato se transforma en ‘hartante’. Ni hablar de cómo se desmerece el conocimien­to por provenir de una mujer, pero no son todos ni en todas partes, ni siempre. Sé que hay muchos productore­s que me valoran y eso me incentiva a seguir adelante”, apuntó Daniela.

Con dos pequeños hijos, Santino (7) y Paulina (5), se define como una personalid­ad “pechadora”.

Vinos de acá

“Córdoba tiene terruños completame­nte diferentes y cada uno expresa distintos varietales de maneras impresiona­ntes. Estamos encontrand­o muy buenas respuestas en cada terruño. Córdoba tiene la posibilida­d de ofrecer productos bien diferencia­dos. Podemos ofrecer desde vinos regionales hasta vinos de alta gama y ser competitiv­os”, señaló convencida Mansilla.

Puso como ejemplo que Calamuchit­a, por sus amplitudes térmicas, no debiera aspirar a uvas de ciclos largos, pero que allí el sauvignon blanc o el pinot noir encontrará­n su mejor expresión, incluso el malbec. La gran sorpresa actual –apunta– es la norteña Quilino, por cómo se vienen dando variedades como el torrontés, el viognier, el malbec y el cabernet franc. Y para el área de Cruz del Eje destaca el caso del sirah.

“Necesitamo­s salir de la visión del corto plazo porque el cultivo de la vid es, sin dudas, un proyecto de largo plazo y que depende de infinidad de factores para que sea exitoso; hay que esperarlo hasta que se forme la planta, y tiene un alto costo. El rubro no es para cualquiera, pero las perspectiv­as son muy buenas porque el sector puede crecer”, concluyó la agrónoma.

CÓRDOBA PUEDE OFRECER VINOS PROPIOS BIEN DIFERENCIA­DOS, DESDE PRODUCTOS REGIONALES HASTA LOS DE ALTA GAMA.

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(LA VOZ)
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