La Voz del Interior

La banda de la valija roja atacó la joyería y un edificio

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

La mueca de angustia es indisimula­ble. Apoyado sobre una de sus vitrinas vacías, el hombre habla y mueve nervioso los dedos de una mano sobre el vidrio.

Hasta hace un par de horas, esa vitrina, al igual que las otras, estaba repleta de toda clase de relojes y de alhajas de oro y plata. Ahora no hay nada. Nada. Salvo, un par de crucecitas baratas y unos relojes despertado­r.

Tampoco hay nada en la caja fuerte, al fondo del negocio.

El cofre fue saqueado y en su puerta de acero se ve el agujero que dejó la soldadora autógena.

“Si me preguntan hoy… diría que no quisiera seguir más”, dice Rafael Galdi (83), mientras mueve sus dedos sobre la vitrina.

Motivos le sobran: su joyería, aquella que abrió en un lejano

1972, siguiendo los pasos de su padre, fue vaciada casi por completo. Los ladrones se marcharon con una valija roja cargada de toda clase de joyas y efectivo calculado en al menos cuatro millones de pesos.

No fue un golpe comando a punta de pistola. Por el contrario, lo de esta banda fue sigilo y una temeridad absoluta: actuaron al filo de la medianoche del lunes pasado y forzaron la puerta de un local ubicado en la peatonal de la 9 de Julio, a

20 metros de General Paz, pleno Centro de la ciudad de Córdoba.

Pero la banda no se quedó en eso y fue mucho más allá.

Aprovechan­do que no se veía un patrullero, mucho menos un policía, los ladrones entraron luego en un edificio vecino y robaron en al menos dos estudios jurídicos, sin moradores. Incluso, quisieron abrir un par de oficinas del segundo piso, pero algo los hizo desistir.

No hay detenidos. La banda estaría detrás de otros golpes similares ocurridos en Córdoba.

Una joyería sin joyas

Nada de entrar por el techo, ni a través de boquetes por locales vecinos. No. Lo del grupo fue más osado y directo: uno de los ladrones, en plena peatonal, sacó un manojo de llaves y comenzó a probar una por una para abrir la puerta de chapa. Al no lograrlo, extrajo una barreta y empezó a hacer fuerza.

Una vez adentro, abrió los pestillos de la puerta de vidrio y el sensor de la alarma lo captó. El ladrón lo supo. Por eso, corrió a destrozar la caja del sistema antes que la sirena arrancara. Detrás suyo, entraron sus cómplices.

“Se llevaron de todo, hasta los relojes baratos. Es un perjuicio enorme lo que nos hicieron. Da bronca, tanto sacrificio de años esfumado. Me duele por mi papá”, dirá Teresa Galdi. “Nos llevaron al menos cuatro millones de pesos entre joyas y efectivo”, admite.

La joyería no tiene seguro. Como sucede con varios comercios del rubro, resulta más que Con pleno conocimien­to de lo que hacían, los ladrones “sopletearo­n” con un equipo autógeno la puerta de la caja fuerte de la joyería Galdi. En el cofre, según Teresa Galdi, había guardadas las joyas de más alto valor y dinero en efectivo. Los investigad­ores tienen claro que la banda conocía ese botín. Tras buscar huellas allí y en el edificio contiguo, los peritos de Policía Judicial se fueron raudamente: una agencia de viajes del Centro había sido saqueada por otros ladrones.

imposible obtener una póliza para tanto oro y plata en local.

La banda fue prolija, tanto que casi no dejaron huellas, salvo unos rastros en unos vidrios.

Los investigad­ores buscan filmacione­s en la zona. Las cámaras, extrañamen­te, escasean.

No está claro si fue una provocació­n o si sólo les estorbaba. Antes de escapar, los delincuent­es dejaron abandonado el grupo electrógen­o usado para robar.

“¿Si seguiremos? De alguna manera, vamos a seguir”, afirma Teresa con ojos lacrimosos.

“¿También robaron en una joyería?”, pregunta la abogada Viviana Besore, mientras acomoda expediente­s y un cerrajero trabaja sobre la puerta rota. Al estudio jurídico del primer piso del edificio de 9 de Julio 229, vecino a la joyería, también entró la banda. Incluso, saquearon otro estudio jurídico más. “Vamos a tener que poner rejas en la puerta”, se resigna la mujer.

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(PEDRO CASTILLO) Abandonada. Los ladrones dejaron abandonada la soldadora autógena dentro de la joyería.

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