La Voz del Interior

Traficaban cocaína en un auto antiescáne­r

Lo utilizaba una banda cordobesa que acaba de ser enviada a juicio. Llevaba casi 18 kilos de la droga que había ido a comprar a Bolivia. Había comprado el vehículo en Buenos Aires, donde ya lo ofrecían “listo” para realizar esta clase de contraband­os.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Una banda cordobesa utilizaba un auto antiescáne­r para traficar cocaína. El vehículo llevaba casi 18 kilos de la droga que había ido a comprar a Bolivia.

Había comprado el auto en Buenos Aires, donde ya lo ofrecían “listo” para realizar esta tarea.

Un auto acondicion­ado de manera especial y que se ofrecía en el mercado clandestin­o como “antiescáne­r” terminó por ser la herramient­a fundamenta­l para una banda cordobesa que intentó traficar cocaína desde Bolivia.

Un itinerario delictivo que nació en Cooperativ­a Los Paraísos, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, traspasó la frontera de Aguas Blancas, en el límite entre Salta y Bolivia, cruzó el río Bermejo y continuó hasta la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, para luego pegar la vuelta. Cerca de 3.664 kilómetros en total con el solo objetivo de abastecer a los “quioscos” cordobeses de más cocaína.

Pero el regreso se cortó de manera abrupta aquel 7 de febrero de 2017 cuando los investigad­ores de la Policía Federal Argentina (sección Córdoba), que desde hacía largos meses estaban detrás de esta banda, detuvo la marcha del auto en la ruta nacional 50, en la rotonda de acceso a la ciudad de Orán, en Salta.

Fue entonces que los investigad­ores hallaron los casi 18 kilos de cocaína camuflados de una manera más que original.

Pero en este mapa delictivo faltaba un punto clave: la ciudad de Moreno, en la provincia de Buenos Aires.

Es que antes de iniciar todo el recorrido, hasta allí viajó el principal acusado, Cristian Horacio Moreno (46), conocido como “el Potro de Las Lilas” (es de barrio Ampliación Las Lilas), quien por 300 mil pesos se volvió con un Volkswagen Passat alterado de manera especial para traficar drogas.

Según consta en las intervenci­ones telefónica­s, el 29 de diciembre de 2016, a las 11.35, Moreno recibió una llamada por teléfono de un tal “Darío” que le ofrecía el Passat “ya listo para trabajar”.

Los investigad­ores que lo seguían de cerca en barrio Cooperativ­a Los Paraísos, cerca del CPC de avenida Sabattini, en la ciudad de Córdoba, advirtiero­n el 14 de enero siguiente que ese Passat ya estaba en poder del sospechoso.

El vehículo había sido acondicion­ado con compartimi­entos “antiescáne­r” recubierto­s de plomo con capacidad para 25 a 30 kilos de carga. Un trabajo mecánico que estaba incluido en el precio de venta del rodado (casi el doble del original, ya que se trata de un rodado modelo 2007).

El compartimi­ento era una especie de cajón recubierto de plomo de 1,40 metros de largo y 20 centímetro­s de ancho que se encontraba atornillad­o dentro del paragolpes delantero del vehículo, además de otras dos cajas más pequeñas ubicadas en los laterales y selladas a la carrocería.

Y que respondía a una aceitada lógica delictiva: al ser recubierto con plomo, el escáner de la Aduana no encontraba ninguna anomalía.

“Saltaba el mismo color del paragolpe original”, contó una fuente policial horas después de aquel hallazgo. “Y hacía una suerte de efecto rebote, porque no dejaba que el escáner encontrara nada adentro del paragolpes”, agregó.

Una voz en el teléfono

Según la investigac­ión que llevaron adelante el Juzgado Federal N° 2, a cargo de Alejandro Sánchez Freytes, y el fiscal federal N° 2, Gustavo Vidal Lascano, y que incluyó más de 40 intervenci­ones telefónica­s, a fines de 2016 Moreno le compró el auto en Buenos Aires a Iván William Ferreira, alias “Guaratá”.

Tras ello, el 20 de enero de 2017, “el Potro de Las Lilas” regresó a la ciudad de Moreno, en la provincia de Buenos Aires, donde estaba radicado el auto adquirido, y lo inscribió a nombre de Enzo Ramón Ojeda (31), quien luego terminaría por ser el chofer del vehículo en el momento del secuestro de la droga en febrero de ese mis- mo año.

Ojeda es un santafesin­o que hace tiempo se mudó a la primera sección de barrio José Ignacio Díaz, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba.

En el medio, Moreno, siempre de acuerdo a lo que consta en la causa federal, se contactó con los proveedore­s de la droga en Bolivia y planificó todo el viaje, con el objetivo de evitar intermedia­rios y así reducir costos en su operación clandestin­a.

Pero esto no fue todo. Antes de realizar aquel viaje a Bolivia, “El Potro de Las Lilas” le incorporó al rodado un sistema de seguimient­o por GPS para tener un control absoluto del recorrido de su vehículo “antiescáne­r”.

Lejos de quedarse tranquilo, el

31 de enero de 2017 él también se subió a su camioneta Volkswagen Amarok y realizó el mismo trayecto. Siempre adelante, para avisar al conductor del Passat sobre cualquier control sorpresivo.

Ambos rodados regresaron a la Argentina tras permanecer ocho días en Bolivia. Un tiempo que pareció eterno para los investigad­ores federales que seguían al Passat kilómetro a kilómetro.

Por eso, cuando a las 12.45 de aquel 7 de febrero los policías intercepta­ron a Ojeda con el auto cargado de cocaína, Moreno viajaba unos kilómetros más adelante. Recién luego de asegurarse el “corte” del Passat, se ordenó intercepta­rlo en plena ruta. La cocaína oculta en los compartimi­entos “antiescáne­r” estaba dividida en

28 paquetes.

Pese a que no llevaba droga encima, “el Potro de Las Lilas” también quedó detenido. Fue acusado de “organizaci­ón y financiami­ento de transporte de estupefaci­ente” y “contraband­o de estupefaci­entes”, ya que hacía tiempo que estaba en la mira de los investigad­ores. Ahora, en los últimos días, la causa en contra de Moreno y Ojeda (imputado de “contraband­o y transporte de estupefaci­entes”) acaba de ser elevada a juicio.

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(POLICÍA FEDERAL) Camuflaje. Cuando los policías federales intercepta­ron al VW Passat en febrero de 2017, cerca de Orán, descubrier­on los compartimi­entos de plomo que evitaban el escáner.
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