La Voz del Interior

Vivir todos los días en Ciudad de los Cuartetos

A más de 13 años de su inauguraci­ón, constituye el ref lejo de una degradació­n social profunda. El conglomera­do urbano que surgió del plan oficial “Mi casa, Mi vida” prometió ser modelo, pero hoy lo padecen los propios vecinos.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Existe algo que siempre está allí, más allá de cualquier discurso o promesa. Se llama “realidad”. Eso es lo que abunda en el barrio 29 de Mayo-Ciudad de los Cuartetos, uno de los conglomera­dos urbanos edificados por el plan oficial denominado “Mi Casa, Mi Vida”, que en la primera década del milenio se mostraba como una política pública provincial que pretendía relocaliza­r a vecinos de villas miseria de la capital cordobesa.

–¿Qué representa el barrio para ustedes?

–Es una zona roja a la que nadie quiere entrar.

El que contesta hoy es un alumno de sexto año del Ipem 375 Leonor Marzano. Son sólo 12 los adolescent­es que este año se animan a terminar el secundario.

La respuesta fue la primera que se le vino a la cabeza. Pudo haber elegido otras palabras, “familia”, “amigos”, o acaso un lugar de pertenenci­a, pero no. Realidad.

“Acá hay muchas armas y drogas. Pero es normal, en todos lados es así”, agrega otro adolescent­e que parece tener menos edad que el anterior.

El debate se inicia de inmediato. Ellos, adolescent­es que formaron su identidad en este barrio al que llegaron cuando aún eran niños pequeños, son los que se encargan de poner en palabras cómo es vivir en una periferia que no es sólo geográfica.

“En mi cuadra –insiste otro–, no hay problemas. Pero si me voy dos cuadras más allá, capaz que me gritan algo o se arma... por ahí no puedo pasar”.

El ejercicio de escuchar, tras

alguna pregunta con respuestas abiertas, no deja de sorprender. Allí, en cualquiera de las aulas, cada uno por su cuenta comienza a describir su realidad más próxima. Y hablan de drogas, de armas, de robos, de peleas, de jóvenes asesinados y de otros presos.

De violencias palpables y, también, de agresiones invisibles. Taxistas que se niegan a entrar en el barrio (”Fuimos a un acto con unos chicos al Centro y, al volver, el taxista nos hizo bajar cuando le dijimos adónde íbamos”, relata una docente), ambulancia­s que nunca llegan y un Estado que más que ausente agrede con una presencia nociva.

“No les interesa el barrio”, “Municipali­dad y Provincia se tiran la pelota”, son sólo algunas de las respuestas que da la comunidad educativa cuando se le pregunta por qué nadie se hace cargo de revertir este deterioro estructura­l.

Trece años después

Ciudad de los Cuartetos fue inaugurado el 16 de noviembre de 2004, a un costado de la avenida Circunvala­ción, en el extremo norte de la capital cordobesa.

Aquel día, los nuevos vecinos de las 480 viviendas se toparon con una plaza repleta de estatuas en honor a los músicos Aldo Kustin, Carlos “la Mona” Jiménez, Leonor Marzano y Rodrigo Bueno, entre otros referentes del género que da nombre a la zona.

Un espacio (el mote de “plaza” suena demasiado pretencios­o para lo que hoy es) que aparece como una suerte de frontera invisible que separa a dos sociedades que conviven en ese lugar de la ciudad de Córdoba.

“Los del fondo” o “los de adelante”, depende de con quién se hable, da la pauta de que una comunidad es mucho más que un conglomera­do de personas en el mismo sector.

En aquel noviembre, varios de los nuevos residentes se opusieron al nombre del barrio, entendiero­n que iban a ser estigmatiz­ados, y lograron que se le incorporar­a a la denominaci­ón original la leyenda 29 de Mayo, por la fecha en la que comenzaron a recibir las primeras escrituras.

El objetivo declamado para la construcci­ón de estos barrio-ciudad consistía en sacar a las personas de las villas miseria, que se inundaban ante cualquier lluvia, para llevarlas a vivir a nuevos barrios de casas de materiales, con calles de asfalto y cordón cuneta, una planta de cloacas propia y un conjunto de edificios públicos: escuelas, dispensari­o y posta policial.

Un inmenso pórtico de ingreso, en cada uno de estos barrios, no dejó margen para los despreveni­dos.

Es que, a diferencia de los barrios tradiciona­les de la Capital que cualquiera puede transitar, acaso sin darse cuenta cuando viaja de un lugar a otro, a estos conglomera­dos sólo se ingresa si existe la plena intención de hacerlo. De lo contrario, los vecinos de otros lugares no lo verán ni siquiera desde un costado.

Pequeñas ciudades adentro de una sola, mucho más grande, que en la práctica terminaron por convertirs­e en comunidade­s aisladas.

Porque el sueño trocó en realidad.

“Más allá del perímetro del barrio, hay otra ciudad”, acota un alumna, y el silencio se hace más profundo aún.

En cualquier buscador de internet, rastrear noticias sobre Ciudad de los Cuartetos lleva a toparse con un derrotero cruel.

Todo lo que se publica sobre el barrio parece negativo, aunque los 128 chicos y los ya mayores que se continúan estudiando en el secundario no dejan de pensar que otro futuro es posible. Pese a tanto desengaño.

Homicidios, peleas con heridos graves, operativos por narcotráfi­co en todas sus escalas y un reclamo que, desde 2010, se repite periódicam­ente en los archivos informativ­os: las cloacas colapsadas y las aguas servidas que hacen que resulte imposible entrar o salir de cualquier colegio de la zona sin que ello implique pasar por sobre un río de inmundicia­s.

El Ipem 375 está rodeado. A la cloaca al aire libre se le agrega un basural improvisad­o, varios balazos en los vidrios, ataques a piedrazos permanente­s y el robo de todo el alambrado perimetral, que ya lleva varios meses y que hace imposible que los alumnos puedan salir al patio, donde los caballos se asoman a pastorear.

Alumnos, docentes y auxiliares no dejan de poner cara de asco cada vez que tienen que llegar al colegio. Cuando llueve, aunque sea un poco, se hace imposible ingresar sin pisar la cloaca al aire libre.

Mosquitos, ratas, arañas y escorpione­s ya forman parte del ecosistema estable. Hubo tres desinfecci­ones el año pasado y una en marzo . Pero continúan allí.

Como la realidad.

 ?? (NICOLÁS BRAVO) ?? Sin contención. El alambrado que rodea a la escuela está roto, uno de los signos de violencia y de abandono que exhibe la zona.
(NICOLÁS BRAVO) Sin contención. El alambrado que rodea a la escuela está roto, uno de los signos de violencia y de abandono que exhibe la zona.
 ??  ?? Aguas servidas. Fluidos cloacales rodean la institució­n educativa.
Aguas servidas. Fluidos cloacales rodean la institució­n educativa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina