Cannes, en el ojo de la tormenta
A partir de la pelea con Netf lix, luces y sombras de la 71ª edición del festival. Además, cuáles son las películas argentinas que se exhibirán en la muestra.
Los últimos meses fueron tempestuosos. El comandante Thierry Frémaux, el enigmático director artístico del festival, ha tenido que atender varios frentes de combate: la fallida pulseada con Netflix para incluir algunas películas como Roma, de Alfonso Cuarón –que estaba confirmada, pero finalmente quedó excluida–, ha influido en una considerable falta de títulos estadounidenses en la grilla de la competencia. La consecuencia es evidente: no habrá un gran desfile de estrellas en la 71ª edición del festival.
Además de la contienda con los nuevos dueños del cine estadounidense, el mandamás de Cannes libró una batalla de otro orden: de aquí en más, la prensa especializada verá al mismo tiempo que los invitados y la audiencia las películas en competencias. En las filas para recoger acreditaciones y en la sala de espera de los aeropuertos, el malestar de la prensa se podía palpar sin hacer grandes esfuerzos de inteligencia. Pero también existe una contenida alegría entre los críticos especializados. Muchos de los damnificados intuyen que este puede ser un año inolvidable. En los papeles, hay grandes películas por descubrir.
La última controversia radica en que no se sabe muy bien si el filme elegido para culminar el certamen podrá exhibirse en tiempo y forma. El gran Paulo Branco, uno de los productores de The Man Who Killed Don Quixote , de Terry Gilliam, título seleccionado para la clausura, ha recurrido a la Justicia para evitar que el filme se proyecte el 19 por la noche en el festival. Un poco antes el litigio, se resolverá y la suerte del festival dependerá del veredicto judicial.
Pero la primera batalla era de una naturaleza diferente. Los festivales de cine solían acopiar títulos sobresalientes y consagrar a los autores, una prerrogativa que sustentaba el poder que administraban para legislar las jerarquías en el cine. Cannes, por décadas, ha sido el amo de los festivales. De pronto, una compañía prescinde de sus servicios y la vacía de películas. Netflix puede hacerlo porque produce, distribuye y exhibe. He aquí una controversia de la que se desconocen las consecuencias a largo plazo; es un conflicto de este siglo digital.
Los grandes autores
Faltan estrellas, sobran autores. Pero ¿qué es un autor? En la cinefilia siempre hubo una respuesta: un director concibe una idea de cine que también insinúa una concepción de mundo, y todo esto se expresa a través de la puesta en escena. Entre todas las películas en competencia, quien mejor encarna ese prototipo del siglo XX es Jean-Luc Godard. A los 87 años, el mítico director presenta Le livre d’image. Basta ver el fotograma que acompaña el catálogo y que recorrió recientemente los medios de comunicación para reconocer de inmediato su impronta. Y Godard no está solo: Jia Zhang-ke estrena Ash is Purest White; Jafar Panahi, 3 Visages; Lee Chang-dong, Burning, y Nuri Bilge Ceylan, The Wild Pear Three. No es un año ni europeo ni estadounidense, una decisión de riesgo, una situación inimaginable un año atrás.
Sin duda, en la competencia internacional la importancia de BlacKkKlansman, de Spike Lee, luce sobredimensionada en tanto que es uno de los dos títulos estadounidenses. Lee es un director irregular; puede hacer cosas notables (La hora 25) y otras prescindibles (Old Boy), pero nunca es intrascendente. Los rumores corren y dicen que este está entre los mejores filmes de su carrera. La incursión de un policía negro en la racista organización Ku Klux Klan es el tema elegido. Dicen, asimismo, que John David Washington como Ron Stallworth resplandece en un universo sombrío.
El otro título estadounidense es Under The Silver Lake, de David Robert Mitchell. Tan sólo basta recordar que Mitchell fue el responsable de la notable Te sigue para prever que puede haber aquí una consagración.
Los argentinos
La única cinematografía latinoamericana presente en la selección oficial del festival es la argentina. Ningún filme de nuestro continente está en la competencia oficial, pero El ángel, de Luis Ortega, y Muere, monstruo, muere, de Alejandro Fadel, son los dos únicos que participan de la segunda competencia en la sección Una Cierta Mirada. Como se sabe, el de Ortega retoma la figura del asesino serial adolescente Carlos Robledo Puch, un personaje no menos oscuro que aquel al que se le dedicó la película El clan. Habrá que ver si la reconocible libertad formal del cineasta se mantiene frente a una película que evidencia un costo de producción muy diferente al de Lulú oalde Caja negra, por citar dos películas precedentes en las que Ortega dejó constancia de su desobediencia frente a los imperativos del cine industrial.
El caso de Fadel es también impredecible. El paradójico realismo metafísico de Los salvajes es sustituido aquí por un relato que en los papeles induce a especular con un thriller de clase b. El crimen de una mujer en las montañas de Los Andes lleva al mayor sospechoso del caso a argumentar en su defensa la existencia de un monstruo.
Fadel y Ortega no son los únicos cineastas vernáculos. En la prestigiosa sección paralela Quincena de los Realizadores, Agustín Toscano estrena El motoarrebatador. Este drama social en el que un motochoro se ve envuelto en un dilema de conciencia constituye la tercera participación del cine argentino en el festival. No es poco.
Nuestro “embajador”
Sin embargo, cuando hoy en la noche se dé el puntapié inicial, el rostro cinematográfico más reconocible de nuestro cine será un protagonista estelar. Ricardo Darín acompañará a Penélope Cruz y Javier Bardem en el lento paso por la alfombra roja. Todos lo saben, del cineasta iraní Asghar Farhadi, es el filme de apertura. El relato comienza en Buenos Aires y prosigue en una aldea española. Darín vuelve a estar en Cannes, aunque ahora ha dejado la presidencia y es un hombre común.