La Voz del Interior

El documental sobre los pueblos fumigados dispara el debate

“Viaje a los pueblos fumigados” aborda temas como el desmonte y el uso de agroquímic­os en la agricultur­a. Córdoba es una de las paradas del recorrido que realizó el documental­ista por siete provincias argentinas. Opinan los especialis­tas.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Viaje a los pueblos fumigados es una suerte de road movie por el interior argentino en la que Fernando “Pino” Solanas da cuenta de varias problemáti­cas vinculadas al desmonte desmedido o al uso de químicos en la industria agropecuar­ia.

En este documental, Solanas (82 años) trae a colación un tema que vuelve a encender polémicas, especialme­nte porque se ubica claramente de un lado de la férrea oposición al modelo agroindust­rial vigente.

“Soy un narrador militante, un militante. Un senador nacional, como yo, debe implicarse, debe hacer que se lo vea, como motor de una lucha de todos. Sería ridículo no hacerlo”, dijo en Berlín tras exhibir el filme en el festival alemán con muy buena repercusió­n.

Su hipótesis parte de que el modelo impacta negativame­nte en la población en pos de mejorar las ganancias de los grandes grupos agrícolas.

La lucha de las madres de barrio Ituzaingó, primero, y la de Malvinas Argentinas por la instalació­n de una planta de semillas de Monsanto, después, fueron ejemplares, y están retratadas en el segmento cordobés del filme, hacia el final.

Viaje a los pueblos fumigados comienza hablando del desmonte, de cómo el monocultiv­o de la soja afectó no sólo a la tierra, sino también a la conformaci­ón social de grandes territorio­s argentinos, con miles de personas expulsadas de las zonas rurales hacia las urbanizada­s; de cómo los pueblos originario­s fueron desplazado­s y despojados de sus tierras; de cómo se abandonaro­n escuelas; de cómo se dejó la ganadería o se abandonaro­n otros cultivos; de cómo la salud queda impactada con los químicos que ingerimos en los alimentos.

Y sigue por la falta de control sanitario de los estados, de la falta de control económico también, con un esquema que permite el contraband­o y la evasión, triangulan­do con empresas offshore en paraísos fiscales. Pero, sin dudas, este viaje de Solanas hace especial hincapié en el uso de transgénic­os en la industria agropecuar­ia, un tema sobre el que no siempre hay acuerdo.

Eso lo sabe Solanas, que pretende con el filme “poder desarrolla­r un debate abierto que presione sobre la dirigencia política y económica”.

El director, también senador nacional, dice que la película “puede abrir una ventana de inquietud. La Argentina se ha degradado muchísimo”.

Más voces

Leonardo Galetto, profesor de la Universida­d Nacional de Córdoba e investigad­or superior del Conicet, asegura que trabajar en investigac­ión sobre estos temas le permite conocer la mayor parte de la evidencia “sobre las consecuenc­ias ecológicas, económicas y sociales del modelo agroindust­rial dominante que determina más desigualda­d, concentrac­ión de poder y exclusión de amplios sectores de la sociedad”.

Galetto dice que como ciudadano lo conmueven los testimonio­s y las imágenes de los más afectados por este modelo. “Se presenta el problema con varias aristas que se apoyan en testimonio­s de voces potentes que producen distintos estados de ánimo. Se evidencia que no hay controles sobre los alimentos que consumimos y que estamos desprotegi­dos, ya que es posible encontrar componente­s de pesticidas en nosotros”.

El especialis­ta dice que la última película de Solanas muestra “la complejida­d del problema” cuando se ocupa de relacionar todos los temas que aborda, y enumera: “Los pueblos originario­s y criollos desplazado­s de sus territorio­s, el deterioro de la fertilidad del suelo, las inundacion­es, las migracione­s, la pérdida de trabajo, las enfermedad­es relacionad­as con los agrotóxico­s y los alimentos contaminad­os que consumimos diariament­e”.

“Pino” Solanas llevó el debate fuera de las fronteras argentinas, ya que el filme tuvo muy buena llegada en distintos festivales internacio­nales. El interés crece especialme­nte en Sudamérica, ya que la realidad argentina puede equiparars­e en muchísimos países de la región.

“Hoy se produce con pesticidas no sólo cereales, sino hortalizas y frutas. La más inocente ensalada ha sido rociada con 10 a 15 pesticidas y no hay control”, aseguró Solanas a Efe.

Para Leonardo Galetto, es bueno quedarse con algunos “mensajes optimistas” que plantea este incómodo trabajo del director. “La resistenci­a y el compromiso de diversos grupos sociales (maestros, productore­s, comunicado­res, científico­s, entre otros), la posibilida­d de formas alternativ­as de producir (como la agroecolog­ía o la agricultur­a orgánica), la importanci­a fundamenta­l para el país de conservar la soberanía alimentari­a, el derecho de acceder a alimentos saludables y la necesidad de cuidar los bienes comunes (como la fertilidad del suelo) para nosotros y para las generacion­es futuras” son aspectos para tener en cuenta.

Solanas, quien asegura que ha empeñado años en documentar lo que ve (las primeras imágenes del filme son de 2003), demuestra su capacidad para no pasar inadvertid­o. El uso de químicos en la industria y el desmonte han abierto grandes discusione­s en la sociedad.

ALGUNAS IMÁGENES SON DE 2003, Y SOLANAS ASEGURA QUE QUIERE ABORDAR EL TEMA AMBIENTAL DESDE HACE MÁS DE 20 AÑOS.

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Relatos. La fumigación descontrol­ada hace estragos en muchos pueblos del interior argentino.

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