Una historia de abusos detrás del asesinato de un niño en Pilar
marcado por la violencia y los abusos de todo tipo.
Sus padres se separaron hace 19 años y tanto Paola como sus tres hermanas se quedaron a vivir con el papá, Orlando Cuartara. Paola supo, muchos años después, que él no era su padre biológico.
La investigación confirmó, a través de una prueba de ADN, que Orlando Cuartara, abuelo de Luciano, abusó sexualmente al menos de una de sus hijas, con la que tuvo una beba, que ahora tiene más de un año.
El hombre está detenido por este caso y acaba de ser enviado a juicio. La hija víctima de los abusos aseguró que él la amenazaba con matarla.
Esta investigación recién se destapó cuando Paola confesó que había matado a su pequeño hijo Luciano. Aquel macabro hallazgo obligó a los investigadores a mirar hacia atrás y escarbar en el interior de una familia que escondía demasiados secretos.
De la encuesta socio ambiental, se destaca que el psiquismo de Paola se fue estructurando en un ámbito de absoluta vulnerabilidad social. “Su emocionalidad se observa aplanada, prácticamente inexistente; no hay carga emocional en su discurso, a pesar de narrar hechos de gran peso”, dice el informe.
“Yo lo maté”
El viernes 9 de junio de 2017, a las 22.17, Paola llamó al 101 y confesó, llorando: “No doy más, hace tres meses cometí una locura. Maté a mi hijo”. El niño fue abandonado en una tapera, cerca de la casa de Paola. Los policías fueron hasta el lugar, en las afueras de Pilar, y hallaron el cadáver del pequeño, apoyado en una construcción a medio terminar.
La mujer contó que le ató las manos con los cordones de sus zapatos y luego lo asfixió colocándole una bolsa de nailon en la cabeza.
Durante ese período, la familia preguntó varias veces por Luciano, y la mujer siempre inventó excusas para explicar por qué no podían verlo. Hasta que el peso de su conciencia la llevó a confesar lo indecible.