La Voz del Interior

En un ajuste, balean a una beba de 2 años

Un hombre recibió seis balazos; y su hijita de 23 meses, otros dos. Están internados. Sucedió a plena luz del día, a 200 metros del cementerio San Jerónimo, en Córdoba capital.

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Para los investigad­ores policiales, no hubo azar. Se trató, lisa y llanamente, de un ajuste de cuentas en el que los atacantes dispararon sin ningún pudor, pese a que el blanco iba caminando con su pequeña hija, de un año y 11 meses.

Una violencia sin miramiento­s que puso a los policías en estado de alerta. ¿Qué se esconde detrás de este caso sucedido ayer por la mañana a dos cuadras del cementerio San Jerónimo y que dejó a un hombre al borde de la muerte y a su hija, viva sólo de casualidad?

La reconstruc­ción que hasta ahora se maneja en la mesa de la causa, que lleva adelante el fiscal de Distrito 1 Turno 6, José Bringas, indica que pocos minutos después de las 12 de ayer, Enrique Farías Rodríguez (35) salió de su casa de calle Amengual Tecera y caminó media cuadra hasta Enrique Tornú al 2400, entre los barrios Marechal y Villa Páez, de la ciudad de Córdoba.

Él iba junto con su hijita, de sólo un año y 11 meses, y una mujer. La madre de la pequeña está presa desde hace meses.

Según los testigos, cuando caminaban por Enrique Tornú al 2400, apareciero­n tres hombres armados con pistolas nueve milímetros que les dispararon desde corta distancia.

Farías Rodríguez recibió seis impactos: en el abdomen, en la espalda, en un glúteo y en una pierna. Fue trasladado al Hospital de Urgencias, donde lo sometieron a una intervenci­ón quirúrgica y quedó en estado reservado.

Su hija también fue baleada: un tiro en una pierna y otro en el abdomen: el proyectil le atravesó la piel y quedó alojado sin dañar ningún órgano, según confirmaro­n desde el hospital Pediátrico.

“Dos señoras la traen, relatan haberla recogido del suelo luego del tiroteo. Está lucida, consciente, en buen estado. Presenta un impacto de bala con orificio de entrada en el abdomen, y se puede percibir la bala debajo de la piel”, dijo a la prensa la médica Silvia Ferreyra.

Quedó internada en la terapia intensiva, pero sólo por precaución. Aunque nadie duda de que la pequeña se salvó de morir sólo de casualidad.

La pista de la espiral

Tras la balacera que dejó al menos ocho vainas servidas, los atacantes se subieron a una camioneta oscura y escaparon. “No les importó que el hombre estuviera con su hijita”, resaltó un investigad­or. El dato no es menor, porque pone en evidencia el nivel de virulencia que fueron capaces de desplegar.

Farías Rodríguez es de nacionalid­ad peruana. Según su familia, hace changas como pintor. Los pesquisas intentan establecer cuál es el real motivo de este ataque que lo tuvo como blanco.

Y empiezan a cotejar con otro dato: en los últimos meses, se han multiplica­do en la ciudad de Córdoba las balaceras entre peruanos.

Una seguidilla que comenzó con el asesinato de un joven de 31 años, en villa Richardson, continuó con otra muerte en Marqués Anexo (el presunto asesino es peruano). Y hace menos de un mes, tuvo otro capítulo en un bar de Bella Vista, donde dos hombres fueron heridos de gravedad en una balacera. Ahora, se agrega el caso de Marechal. Sin embargo, todavía no está clara la conexión entre todos los casos.

¿Cuál es la real disputa de fondo detrás de esta espiral? Por ahora, el interrogan­te continúa abierto.

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(@LEOGUEVARA­80) Sin piedad. El ataque ocurrió en plena calle, al mediodía.

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