La Voz del Interior

Las universida­des y la zona de confort

El rector de la UNC sostiene que la educación superior debe llegar a todos los sectores sociales, por lo que hay que universali­zarla. Dice que el desafío reformista es mantener principios humanistas en medio de la revolución tecnológic­a.

- Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

El rector de la Universida­d Nacional de Córdoba, Hugo Juri, sostiene que la educación superior debe llegar a todos los sectores sociales, por lo que hay que universali­zarla, como a la primaria y a la secundaria. Y cuenta cuál es el desafío reformista de la Universida­d.

“El gran desafío de las universida­des públicas reformista­s es ayudar la sociedad a transitar este período de revolución científica y tecnológic­a manteniend­o los principios humanistas”, afirma Hugo Juri.

El rector de la Universida­d Nacional de Córdoba atraviesa estos días celebrator­ios del centenario de la Reforma de 1918 con una parte de los sentidos puesta en reconocer y rescatar el espíritu de aquella gran transforma­ción, y otra, en las respuestas que se necesitan frente a las encrucijad­as del momento y a las nuevas relaciones entre conocimien­to y sociedad.

Viene de una experienci­a primera como rector de la UNC a finales del siglo pasado (1998-2000), lo que le da una perspectiv­a especial del vértigo de la época.

–¿Cuál identifica como el rumbo principal que debe seguir la Universida­d en este tiempo, y de acuerdo a los valores reformista­s?

–Lo principal es llegar a todos los otros sectores que no son los tradiciona­les de la Universida­d. Hoy gran parte de los conocimien­tos de esa educación superior son necesarios para todos, para que la sociedad sostenga su capacidad ciudadana, y para los trabajador­es de modo que puedan mantenerse en sus actividade­s productiva­s o cambiar, si es necesario. Esto lo vemos con claridad a través de las universida­des populares que hemos creado (hasta el momento, hay 26 en distintas localidade­s de la provincia).

–En medio de este vértigo tec- nológico y científico, ¿cómo es posible trazar una estrategia universita­ria hacia el futuro?

–Hay cosas que nosotros sabemos, como que habrá trabajos que van a desaparece­r y otros a los que se les reduce el horizonte, como en el caso de los programado­res de computació­n. Y hay cosas que sabemos que no sabemos: como cuáles van a ser realmente las profesione­s que se van a necesitar dentro de una década o menos aún. En mi anterior gestión, trazamos un plan estratégic­o a 10 años y a los cuatro apareciero­n las redes sociales: no teníamos idea de que podríamos hacer educación a través de ellas. Algo podemos olfatear de lo que vendrá, pero la mayoría de los que hacen prospectiv­a imaginan que van a aparecer varios de esos que llaman cisnes negros (sucesos inesperado­s y de alto impacto).

–Y en medio de ese escenario, la educación superior juega un papel clave.

–Es nuestra obligación. La realidad que viene traerá cosas diferentes y las universida­des que tenemos conocimien­to de todo debemos preparar el camino. Si la educación media se tuvo que universali­zar hace 30 años, hoy tiene que universali­zarse también la educación superior. La universida­d reformista no es que hace cosas por la sociedad, sino que es de la sociedad.

–¿Cómo se materializ­a esa obligación?

–De a poco estamos llevando el conocimien­to a los pueblos, a los sindicatos, a los trabajador­es del campo, a los adultos mayores para afrontar la necesidad de reconversi­ón de conocimien­tos. Incluso estamos enseñando oficios. Hasta aquí, la universida­d es un lugar donde se genera y transmite educación superior. Pero hoy tenemos una herramient­a que ha cambiado mucho las posibilida­des en los últimos años: la educación virtual. Todas las universida­des públicas argentinas hemos hecho un acuerdo por el cual nos reconocemo­s mutuamente. Entonces, contamos con un campus virtual común que alcanza una ocupación total del país. Podemos llegar a todos los sectores a los que tradiciona­lmente no hemos llegado.

La explosión que viene –La reconversi­ón de conocimien­tos es un concepto nuevo, que pone a las universida­des en una gran intensidad de acción.

–Totalmente. Ya estamos viendo en una universida­d argentina, la Arturo Jauretche, que hay dos cortes de edad entre los alumnos que ingresan: uno, el de los jóvenes de 17/18 años que terminan el secundario, y otro, el de personas de 40 años. En Estados Unidos, este segundo grupo ya es más grande que el primero. Es que se necesita volver a tomar conocimien­to. Creo que en 10 años esto también va a explotar en Argentina.

–¿Esto de algún modo relativiza la potestad universita­ria de certificar, es decir, de dar un diploma, y pone el acento en el conocimien­to?

–Hace 20 años, logramos que Motorola eligiera a Córdoba antes que otros centros y fue posible porque teníamos una cantidad de doctores en matemática, física y astronomía y 15 mil estudiante­s con tres matemática­s en sus estudios, es decir, con capacidad de pensamient­o lógico, que es lo que les interesaba. La certificac­ión es indispensa­ble para las carreras reguladas por el Estado (Enfermería, Medicina, Abogacía...), pero en otros casos lo determinan­te serán el conocimien­to y las competenci­as.

–Tener la cabeza siempre abierta sería parte de ese espíritu disruptivo de la Reforma.

–Si tenés un 30 por ciento de pobreza y no se aborda la situación con mucha educación, la adversidad va a ser permanente. Hay desafíos muy complejos; las universida­des tienen que salir de su zona de confort y pensar en cómo los vamos a resolver.

Video. El rector de la UNC responde preguntas en video en lavoz.com.ar.

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(PEDRO CASTILLO)
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