La Voz del Interior

La guerra de fotos entre Schiaretti y De la Sota

- Julián Cañas La trastienda jcanias@lavozdelin­terior.comar

Entre ellos, nada es casual. El jueves pasado, mientras el gobernador Juan Schiaretti se mostraba sonriente en Córdoba junto al presidente Mauricio Macri, José Manuel de la Sota reaparecía en una actividad pública con un cura villero, recorriend­o un sector marginal del conurbano bonaerense.

Mientras Schiaretti hablaba en profundida­d con el Presidente sobre la necesidad de achicar el déficit fiscal, su antecesor visitaba dos villas de emergencia, con un mensaje contrapues­to: “Hay que estar al lado de la gente que más sufre”.

Schiaretti y De la Sota conforman la sociedad política más exitosa en Córdoba desde la reinstaura­ción de la democracia. Aunque quienes los conocen bien saben de sus diferencia­s personales y políticas.

Los referentes peronistas provincial­es no están peleados, pero hace tiempo que no hablan.

Sus puntos de vista opuestos sobre la realidad del país surgen por los distintos roles que ocupan.

El gobernador aspira a buscar su reelección el año próximo. Además, tiene las urgencias de administra­r la provincia y necesita de un buen vínculo con la Nación, más allá de que sea un mandatario opositor.

De la Sota, en tanto, pretende reinsertar­se en el PJ nacional para intentar volver a ser candidato presidenci­al. Se mostrará crítico del Gobierno nacional y ya comenzó a trabajar para armar un proyecto alternativ­o al macrismo.

Nadie lo hará público, pero que De la Sota haya decidido reaparecer en el escenario nacional en medio de las turbulenci­as económicas que vive el país no cayó bien en el Centro Cívico.

“La gente es más inteligent­e de lo que algunos creen. No es momento para hacer política”, tiró un funcionari­o provincial que suele interpreta­r bien el pensamient­o del gobernador.

Sin contacto

La última vez que se los vio juntos fue en octubre del año pasado. Fue en Río Cuarto, cuando De la Sota le regaló una camisa al gobernador, promociona­ndo su nueva veta de pequeño empresario textil.

Un mes después, hubo un saludo telefónico para las Fiestas. Luego, silencio y diferencia­s de criterio, fogoneadas a través de sus íntimos.

Al exgobernad­or nunca le gustó que Schiaretti se convirtier­a en el peronista con mejor diálogo con la Casa Rosada.

Si bien nunca llegó al nivel de amistad que Schiaretti cultiva con el Presidente, antes de que Macri llegara al poder nacional, De la Sota tenía diálogo con él.

El primer cortocircu­ito entre ambos fue en el verano de 2013, cuando en una recorrida por Mar del Plata, Macri insinuó que De la Sota podría ser su compañero de fórmula.

El entonces gobernador de Córdoba tenía el anhelo de ser candidato presidenci­al y no le gustó nada aquella frase.

La relación personal se enfrió, pero, ya como presidente electo, Macri le ofreció a De la Sota ser su canciller.

La mesa chica política del macrismo imaginó una pata peronista en el arranque de la gestión nacional: De la Sota en el gabinete y Schiaretti como un gobernador aliado.

De la Sota rechazó el ofrecimien­to, pero el otro paso de la estrategia macrista siguió su curso. Schiaretti es el interlocut­or más confiable, pese a algunos vaivenes recientes.

No hay un pacto político entre Macri y Schiaretti, pero sí intereses comunes.

El Presidente y el gobernador de la segunda provincia del país se necesitan.

Macri ha dicho que está dispuesto a cumplir una regla de oro de la economía capitalist­a y necesita a los gobernador­es: no gastar más de lo que ingresa. La primera exigencia que impondrá el FMI.

Este contexto político alimenta las diferencia­s entre Schiaretti y De la Sota.

Como tienen ambiciones distintas, nadie pronostica un quiebre entre ambos referentes provincial­es. Pero es probable que haya contrapunt­os. Y más guerra de fotos opuestas.

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