Por el bien común
Central”. Aquí está el factor interno.
Así, confirmó que existieron discrepancias en el interior de su gabinete y que fue un error intervenir en la política monetaria y en las metas de inflación, a fines del año pasado. No despedirá a ningún colaborador, pero todos deberán esforzarse para trabajar mejor y no inmiscuirse en el área de los demás. El Presidente sabe, entonces, que tiene que mejorar la gestión y alcanzar el déficit cero antes de lo previsto.
Para conseguirlo, resolvió llamar a todos los sectores políticos y sociales a sentarse “alrededor de una mesa y hacer un gran acuerdo para equilibrar algo que la Argentina no logra hacer desde hace más de 70 años”. Esto es, el anhelado equilibrio fiscal.
No es la primera vez que un presidente argentino, ante un momento de zozobra, echa mano a esta opción. Desde 1971, cuando el presidente de facto Alejandro Lanusse propuso al arco político el Gran Acuerdo Nacional, las convocatorias al diálogo fungieron como recurso de última instancia ante cada crisis.
La mayoría fracasó o logró resultados parciales y acotados en el tiempo y en sus objetivos. Acaso por ello, y para ser fiel a su estilo, el Presidente anunció que circunscribirá ese diálogo a un solo punto: la discusión anticipada del Presupuesto 2019.
El motivo parece bastante claro. El Gobierno deberá modificar casi todos los indicadores económicos. Habrá más inflación y menos crecimiento. Los gremios solicitarán reabrir paritarias o no las cerrarán hasta conseguir mayores aumentos. Los empresarios reclamarán algunas medidas que los beneficien, ante el encarecimiento del crédito, la devaluación y la imaginable caída de sus ingresos.
En ese contexto, achicar el déficit rápidamente significará recortar muchos gastos. Para eso, hará falta un pacto de gobernabilidad, ante el casi seguro aumento de la conflictividad social.
Si bien el déficit es casi exclusivamente un problema de la Nación y no de las provincias, como ya advirtieron varios gobernadores, la sociedad necesita que toda la dirigencia acepte la propuesta presidencial sin prejuicios y sin condiciones, para propiciar un diálogo franco, abierto y plural que permita elaborar la mejor solución posible en pos de bien común. El presente y el futuro de todos dependen de ello.