La Voz del Interior

Los hijos

- Enrique Orschanski* Pensar la infancia

Primero

Tres tarjetas de memoria / entre fotos y videos / una montaña de peluches / que ni sabe dónde están.

La cesárea inesperada / la que trajo nuevos miedos / los normales, confesados / y los nuevos que vendrán.

Cochecito deportivo / regalo de los abuelos / siempre de punta en blanco / y bañarlo, prioridad.

Que se mantenga lejos del suelo / no se vaya a enfermar / aunque lo cuiden las tías / que no dejan de filmar.

Un dilema: ¿guardería? / porque los mocos no cesan. / Y el debut hospitalar­io: / se abolló la cabeza.

Que es parecido a mí / que no, que nada que ver / que pega a los compañeros / que lo retaron por morder. / Que al final nunca duerme solo; / que es chiquito, ya va a crecer.

Al hijo que nace primero / lo definen mil detalles / despejando los miedos / de que algo o alguien falle.

El que deslumbra con gestos / el que carga con la herencia / y también con reacciones / que no se explican con ciencia.

Es injusto enfrentars­e solo / a dos padres expectante­s. / Nadie viene preparado / para tanto compromiso / porque al final cada uno es uno / y no, lo que otro quiso.

Segundo

Algunas fotos aisladas, algún video grupal / peluches no, por la alergia; / y juguetes de heredar.

La cesárea que repite / aquellos miedos antiguos / que son los miedos de siempre / que el tiempo volvió ambiguos.

El cochecito de antes / salvo por el asiento / se lleva todo por delante / y si se ensucia, lo siento.

La fiebre ya a nadie alerta / su cama es un chiquero / y las tías – ya más expertas– / siguen mimando al primero.

Guardería: por un tubo / los dos en el mismo horario / y si tiene mocos, que sople / que ya están acostumbra­dos.

Es parecido a la madre / el otro, del padre un clon / aunque cada abuela afirme / que no hay comparació­n.

Baila, canta y hace muecas / sin que nadie lo aliente / por fortuna se olvidaron / de llamarlo “inteligent­e”.

Liviano de mandamient­os / destila simpatía / el mayor duda un momento / y se refugia en las tías.

La cama ha quedado estrecha / porque ahora duermen cuatro / aunque aumenta la brecha / cuando el hermano hace teatro. / Él no vino a apagar las mechas / ni a pagar ningún plato.

Al hijo que nace segundo / lo definen otros conceptos. / Es el que, comparando / crece algo más suelto/ Los padres están más tranquilos / y la experienci­a ayuda. / No se preocupan tanto / y hasta se quedan con dudas.

Al segundo se le toleran / más faltas y monerías / y si no aprende, paciencia / más importa la alegría.

Tercero

¿Cómo que embarazada? / ¿Y ahora nosotros qué hacemos? / Me agarrás despreveni­do…/ después de tanto tiempo…/ ¿Ya les dijiste a los chicos? / ¡Seguro que están contentos! / Ahora la casa es chica / y al auto le faltan asientos.

¿Otra vez dormir de a puchos? / ¿De vuelta los biberones? / Mirala, es un capullo / ¡y los ojos como faroles!

Dejala un rato conmigo / dejame que me enamore. / O mejor prendela al pecho / cualquier cosa antes que llore.

No quiero que la toquen / el médico dijo ¡prudencia! / Pero ahora te hago un enroque / ¿cómo se limpian las nenas?

Hay sorpresa en la familia / en amigos y vecinos / y comentan entre risas / que no le encuentran parecido.

La madre parece más joven; / el padre, ensimismad­o, / la cuota de tres en el cole / lo ha puesto más preocupado.

Algarabía en el barrio / porque nació la princesa, / locura en los hermanos, / saltando sobre la mesa. / Desde ahora será ella / jefa la chiquitina / la que acaba de cambiar / otra vez con las rutinas.

¿Quién, sino son los hijos / lo que ponen patas arriba / lo que parecía ya fijo, / lo que nunca cambiaría?

PD: Nunca crea en recitados / de rimas desparejas / porque en cuestión de familias / no hay devolución ni quejas.

* Pediatra

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Hijos. El que está y el que viene.

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