La Voz del Interior

Los remedios al atraso cambiario

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

Como ya había sucedido varias veces a lo largo de la historia argentina, en la última década se dejó atrasar el tipo de cambio por razones diferentes y se generaron dificultad­es diversas para la economía. Aunque la gestión Macri empezó liberando el cepo cambiario y dejando flotar el dólar, también cayó en el mismo problema: 2017 fue el año de la última década en el cual Argentina estuvo más cara en dólares .

El problema es que la salida de esa situación siempre termina siendo brusca: con un salto devaluator­io que perturba a los mercados, a los empresario­s, a los consumidor­es, a los ahorristas y a los asalariado­s argentinos por igual. Además, en mayor o en menor medida, se traslada a precios, con lo cual la ganancia de competitiv­idad cambiaria es pasajera.

Tanto el gobierno de Cristina Fernández como el de Mauricio Macri tuvieron un dólar atrasado, aunque por distintas causas.

A partir de 2008, cuando concluye el círculo virtuoso posterior a la salida de la convertibi­lidad y la inflación empieza a ser importante, el gobierno empezó a usar el tipo de cambio como ancla nominal para bajar la inflación. “Ahí empieza a encarecers­e fuertement­e la Argentina, con una inflación superior al 20% y un dólar quieto. Esa situación empieza a afectar a los sectores exportador­es e impulsa las importacio­nes de bienes y servicios”, explica Alfredo Schclarek Curutchet, director académico del Cippes.

“Usar el dólar como ancla en una situación en la cual el país ya está caro tiene efecto por uno o dos años, y tarde o temprano tiene que venir una corrección. Es un juego muy peligroso porque puede dar efecto por un tiempo, pero, a la larga, se va a dar la corrección. Pasó a principios de 2014, a fines de 2015, y ahora”, agrega.

Para Alejandro Henke, el tipo de cambio real de largo plazo siempre termina apreciado por cuestiones estructura­les, como la alta presión impositiva, los elevados costos logísticos, las rigideces del mercado laboral y el atraso tecnológic­o.

El economista Alfredo Blanco subraya el contraste del kirchneris­mo con lo que hizo el actual gobierno, aunque advierte de que el resultado es similar en cuanto al valor del dólar frente al peso. “La política cambiaria fue, discursiva­mente, de flotación administra­da. Se decía que el valor del dólar era el del mercado, pero ese precio estaba influido por el ingreso de divisas para carry trade”.

Esta operatoria aseguraba buenos rendimient­os en dólares por las altas tasas en pesos de las Lebac y un tipo de cambio casi fijo. “En realidad, ese no era el precio de equilibrio”, asegura.

“Ningún país puede soportar una inflación por encima del 20 por ciento anual y mantener el dólar atrasado, porque eso hace que se encarezca. Es imposible ganar productivi­dad en semejante nivel”, dice Schclarek.

El problema ahora es que una vez que el atraso cambiario se hace insostenib­le y se genera una devaluació­n como la de estas semanas (el dólar subió más de 20 por ciento en unos días), el traslado a precios es inevitable.

“El discurso de un dólar que flote se ve bien en el papel, pero en un país como Argentina los saltos bruscos generan incertidum­bre en una economía tan sensible al tipo de cambio”, agrega Blanco.

Los economista­s coinciden en que, a partir de ahora, las autoridade­s económicas modificará­n la política cambiaria para evitar un peso tan apreciado; incluso trascendió que el propio Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) habló en ese sentido en la negociació­n que se lleva adelante para la asistencia financiera al país.

El riesgo es que el nuevo impulso a los precios termine haciendo perder esa ganancia cambiaria y volver a generar un atraso del dólar, pero con inflación más alta, algo que va contra los objetivos que se plantearon. Por este motivo, el Banco Central remarcó que vuelve a centrarse en las metas de inflación y que las medidas económicas irán en ese sentido.

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(PRESIDENCI­A) Banco Central. Fundamenta­l en la política respecto del dólar.

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