La Voz del Interior

El entorno delató al sospechoso del asesinato de la odontóloga

La investigac­ión por la muerte de Silvia Maddalena parecía empantanar­se. La historia cambió cuando el acusado, que estaba a punto de escaparse, fue delatado por allegados.

- María Luz Cortez Especial

ALTA GRACIA. El crimen ocurrió en la noche del viernes pasado. Hasta la medianoche del miércoles, la investigac­ión no parecía abundar en certezas. Quedaba un solo sospechoso, pero sin elementos de prueba que alcanzaran para una imputación. Los peritajes agigantaba­n las dudas, en lugar de cerrar el cerco. La hipótesis principal se desvanecía y no aparecían otras, hasta que un episodio cambió de pronto toda la historia. Una mujer denunciaba que su pareja tenía en su poder un teléfono que había sido de la víctima, y un nuevo sospechoso apareció en escena.

Así, la investigac­ión por el asesinato de Silvia Andrea Maddalena (37) tiene un imputado y el riesgo de impunidad parece tomar distancia. Héctor Abel Gómez (25) fue detenido ayer, acusado del femicidio. Es vecino del barrio General Bustos, de la misma ciudad de Alta Gracia, y trabaja como albañil.

Cuándo y cómo

Silvia era odontóloga. Según la autopsia, fue abusada y asesinada por asfixia manual entre las 20 del viernes 18 y la 1 del sábado 19, en su consultori­o de la muy transitada Avenida del Libertador al 1000.

El caso mantuvo en vilo a la ciudad de Alta Gracia y cobró repercusió­n nacional.

El fiscal Alejandro Peralta Otonello, a cargo de la investigac­ión, había confirmado el martes, con las muestras preliminar­es de la autopsia, que se trataba de un femicidio, por el ejercicio de violencia de un hombre contra una mujer. Estaba claro que la muerte había sido violenta y que la víctima fue abusada sexualment­e. Pero no había rastros del autor.

Primera pista, el acosador

Durante días, los investigad­ores buscaron informació­n que pudiera ser útil en las cámaras de negocios de esa cuadra y en los domos de seguridad de la vía pública del municipio. Pero algo les jugó en contra: las imágenes mostraban la gente que pasaba cerca del consultori­o, pero justo un punto ciego no dejaba ver a quienes ingresaban o salían. Mientras, las cámaras del propio consultori­o no tenían sistema de grabación. El asesino no aparecía en ninguna imagen.

En los albores del caso, la puerta de ingreso sin signos de violencia orientó las sospechas hacia alguien conocido: un paciente o un integrante de su entorno de relaciones. Muchos vecinos se acerca- ron a brindar datos: ninguno pudo identifica­r al asesino.

Entre esas carencias, la primera hipótesis apuntó una sospecha sobre un joven que había sido paciente de Silvia y al que esta decidió bloquear en sus redes sociales porque la acosaba. Familiares explicaron al fiscal que Silvia le tenía miedo y que temía que se le apareciera en su consultori­o.

Esa persona fue citada a la fiscalía y se le tomaron muestras para un análisis de ADN para cotejar con objetos, sobre todo una toalla, hallados en el consultori­o.

A esa altura, la investigac­ión tenía varias aristas: el análisis genético, la triangulac­ión de los celulares y esa toalla que podía dar informació­n clave para el análisis. Cuando los peritajes empezaban a desarmar la mirada sospechosa sobre ese joven, y la causa parecía ingresar en un pantano, apareció el dato que dio vuelta todo.

La confesión

Fue la pareja de Gómez quien lo acusó ante la Policía. Vio que tenía en su poder distintos efectos personales de la odontóloga y que presentaba arañazos en el rostro. La mujer no demoró en denunciarl­o, quizás sin saber que Gómez ya había confesado a sus padres el crimen cometido. Ellos también habían decidido delatarlo. Fue en la noche del miércoles, cuando decidió huir.

Con ambas denuncias, la investigac­ión se cerraba. Sólo faltaba dar con quien ya era un prófugo. Hasta que en el mediodía de ayer fue apresado en la ciudad de Córdoba. Cuando circulaba a bordo de un taxi en Sagrada Familia y La Rioja, cerca de la Costanera de Córdoba, Gómez fue detenido por uno de los tantos controles policiales dispuestos. “Al ver a los policías, descendió del taxi y trató de escapar, pero fue aprehendid­o”, confirmó Peralta Otonello a La Voz. Poco después, dispuso su alojamient­o en la cárcel de Bouwer.

El fiscal citó al robo de un dinero y de una computador­a de la odontóloga como “apenas uno de los posibles móviles del caso”, sin descartar otros. “Eso lo iremos sabiendo conforme avance la investigac­ión”, acotó.

Gómez no habría sido paciente de la víctima, al menos frecuente, aunque los investigad­ores del caso creen que conocía el consultori­o y la actividad de la víctima. Tampoco estaría claro aún cómo ingresó sin violentar ninguna abertura.

En las próximas horas sería imputado por una amplia gama de delitos: femicidio, abuso sexual con acceso carnal, robo y homicidio criminis causae y luego citado a declarar.

 ?? (LA VOZ) ?? Acusado. Héctor Abel Gómez, de 25 años, es señalado como el autor del femicidio.
(LA VOZ) Acusado. Héctor Abel Gómez, de 25 años, es señalado como el autor del femicidio.
 ?? (LA VOZ) ?? Lugar del hecho. La odontóloga fue atacada en su consultori­o.
(LA VOZ) Lugar del hecho. La odontóloga fue atacada en su consultori­o.

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