La Voz del Interior

Cómo cayó el último prófugo

A 98 días del trágico tiroteo de Nueva Córdoba, hallaron en Santa Fe al fugado que faltaba. Qué puede pasar ahora.

-

Noventa y ocho días, 12 horas y 50 minutos. Pero Ariel Rodríguez Murúa (45) no pudo continuar escapando. Cuando los policías le cortaron el paso en medio de una calle rodeada de viviendas bajas y a medio acabar en Villa Gobernador Gálvez, una pequeña localidad pegada a Rosario, el prófugo se sintió agotado. Ni intentó simular su identidad ni se propuso una última y desesperad­a huida. Sólo bajó la cabeza y se rindió ante su realidad.

Acusado de integrar la banda de delincuent­es que la madrugada del 16 de febrero último se tiroteó con policías en plena Nueva Córdoba, la Justicia lo buscaba desde entonces.

Era el último eslabón que faltaba, al menos en cuanto al grupo que actuó de manera directa en el departamen­to del edificio de Ronpal deau 84, donde se produjo el golpe comando.

Aquella madrugada, fueron abatidos sus cómplices Ricardo Serravalle (53) y Rolando Ricardo “el Ciego” Hidalgo (62). Quien hacía de “campana” en la vereda, Diego Tremarchi (34), quedó detenido con un balazo en una pierna.

En los sucesivos tiroteos, los delincuent­es mataron al policía Franco Ferraro (29).

Ariel Gramajo (45), el otro prófugo, fue atrapado en el conurbano bonaerense, a pocos metros de un cementerio de Villa Constituci­ón, Lomas de Zamora, el lunes 14 de este mes.

Acaso como una ironía de la vida con aquellos acostumbra­dos a tutearse con la muerte, Rodríguez Murúa fue capturado ayer a las 14.20 cuando caminaba por calle México al 2400, a menos de 100 metros del cementerio municimás de Villa Gobernador Gálvez, una población del Gran Rosario que en los últimos años se convirtió en una pieza clave del mapa sangriento del narcotráfi­co rosarino.

Incluso, los policías cordobeses que habían viajado hasta allí hacía casi 40 horas ya tenían una recomendac­ión de sus colegas santafesin­os: que no se les ocurriera andar indagando mucho de noche porque allí nadie les garantizab­a la vida.

En ese contexto se refugiaba Rodríguez Murúa, que se había dejado crecer el pelo y parte de la barba para intentar que nadie lo reconocier­a por aquella causa que era buscado.

Sin recompensa

Acusado como coautor de homicidio criminis causae calificado por el uso de armas, robo calificado y violación de domicilio, ahora se enfrenta a un proceso judicial que lo puede llevar a una condena de prisión perpetua.

Tanto en su caso como en la detención de Gramajo, no se pagará la recompensa de 200 mil pesos que se ofrecía por cualquier dato que llevara hacia ellos.

Es que sus detencione­s derivaron de informacio­nes que surgieron del trabajo de investigac­ión que llevó adelante el fiscal Rubén Caro junto con un grupo de policías de Investigac­iones Criminales, Homicidios, Antisecues­tros, Robos y Hurtos, y la Dirección de Investigac­iones Operativas (DIO).

Caro fue clave para que, pese al largo tiempo transcurri­do, nadie se desmotivar­a. De esta manera se continuó con una intensa y permanente presión contra los grupos

Ncercanos de los sospechoso­s que terminó por generar efecto.

Por ello, en ámbitos de la causa se habla de la “operación asfixia”: un coordinado trabajo que sofocó a los prófugos.

Así fue como cayó Rodríguez Murúa. Porque su detención comenzó a tomar cada vez más forma desde el lunes último, cuando se ordenaron varios allanamien­tos simultáneo­s en su núcleo más íntimo: su esposa y su hermana (empleada judicial de una Fiscalía de Alta Gracia).

Horas antes, su mujer y sus pequeños hijos, que habían desapareci­do de Córdoba desde la madrugada del trágico tiroteo, habían regresado a la casa de Villa El Libertador. Dato que no pasó inadvertid­o para los policías, que rápido la allanaron.

Era el talón de Aquiles de Rodríguez Murúa, ya que tiene un hijo pequeño con un problema de salud importante, por lo que se sabía que no había perdido contacto con ellos.

Que su familia hubiera regresado a Córdoba era toda una señal: se presumía que la clandestin­idad le estaba saliendo muy cara (pagar varios “peajes” para que nadie lo delatara), y el efectivo menguaba. Presión sobre presión.

En esos operativos, que trascendie­ron de manera pública, se secuestrar­on varios teléfonos celulares (algunos escondidos en lugares insólitos), además de otros elementos que terminaron por ser vitales.

De uno de esos teléfonos se obtuvo un número con el que llamaba el prófugo desde su escondite

Ayer, en una conferenci­a de prensa en Jefatura, el secretario de Seguridad de la Provincia, Diego Hak, remarcó la colaboraci­ón de Gendarmerí­a a través de un convenio de cooperació­n mutua.

El dato no fue una mera formalidad. Sucede que con ese número hallado en los operativos, el área de Inteligenc­ia de la fuerza verde logró tener en tiempo real la ubicación del prófugo: un radio de no más de 400 metros en la población de Villa Gobernador Gálvez.

Hasta allí viajó este jueves a la madrugada una comisión de Investigac­iones Criminales de la Policía, que en el mayor sigilo comenzó a recorrer la zona. Ayer a las 11, los gendarmes cantaron ¡bingo!: el teléfono otra vez se activó y les dio una ubicación más precisa.

Con colaboraci­ón de la Tropa de Operacione­s Especiales de la Policía de Santa Fe, los agentes cordobeses lograron identifica­r a Rodríguez Murúa cuando caminaba por la calle México y no le dieron tiempo a nada.

Se espera que llegue a Córdoba entre la madrugada y la mañana de este sábado. El operativo se realizará con fuertes medidas de seguridad.

Pese a que se allanó el domicilio en el que se escondía, no se encontraro­n armas ni dinero.

 ??  ?? Operativo. La Policía de Córdoba y la de Santa Fe lograron atrapar a Ariel Rodríguez Murúa en Villa Gobernador Gálvez. Hoy llegaría a Córdoba.
Operativo. La Policía de Córdoba y la de Santa Fe lograron atrapar a Ariel Rodríguez Murúa en Villa Gobernador Gálvez. Hoy llegaría a Córdoba.
 ??  ?? Fin de la cacería.
Fin de la cacería.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina