La Voz del Interior

Un mal de nuestro tiempo

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verticalis­tas y autoritari­as de ejercer su liderazgo. De hecho, nombró a su mujer, Irene Montero, en el segundo cargo en importanci­a de Podemos sin consultar al resto de la cúpula. Montero, además, es la vocera parlamenta­ria.

Por supuesto, Iglesias y Montero tienen ingresos suficiente­s como para comprar una propiedad tan fabulosa como la que adquiriero­n a través de un préstamo hipotecari­o.

El problema no está allí, sino en cómo impacta en la trayectori­a de un político que se posicionó como el arquetipo de la nueva política que venía a desplazar del poder a la vieja política. Una nueva política que decidía ser la vanguardia de un pueblo olvidado y castigado para hacer escarmenta­r a una elite que se había olvidado de su verdadera razón de ser.

Luis de Guindos, ministro de Economía de Mariano Rajoy desde 2011 hasta marzo de este año, cuando renunció para asumir como vicepresid­ente del Banco Central Europeo, era el perfecto representa­nte de aquella elite a la que Iglesias se oponía con pasión.

En 2012, cuando de Guindos compró una propiedad valuada en 600 mil euros, Iglesias le salió al cruce desde su cuenta de Twitter: “¿Entregaría­s la política económica del país a quien se gasta 600.000 en un piso de lujo?”, preguntó a sus seguidores.

Pues bien, ahora es él quien hizo una operación inmobiliar­ia equivalent­e. La polémica –memes, bromas y sarcasmos incluidos– explotó de inmediato. Y no cesó aún.

El populismo tiende a creer que sus líderes pueden hacer o tener lo que critican en el enemigo. Estar del lado del pueblo sería el motivo que los justifica ante propios y extraños. Sin embargo, a Iglesias y a Montero no les alcanzó en este caso y debieron generar una situación por demás absurda: buscarán la legitimaci­ón democrátic­a de su adquisició­n el próximo domingo a través de un plebiscito en el que las bases deben decidir si permanecen o no en sus cargos.

Por si no se entiende: no ponen en juego la casa, sobre la que no se pregunta. Tampoco piden disculpas ni se retractan. Van por todo. Aunque los vote una minoría.

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