La Voz del Interior

“Sólo la educación hace posible el ascenso social”

El decano de la Facultad de Ciencias Agropecuar­ias de la UNC sostiene que la sociedad es la que tiene que entender que la universida­d es parte de ella. Afirma que el Estado no debería acudir sólo cuando el problema ya existe.

- Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

“No es que la universida­d tenga que vincularse a la sociedad sino hacerle entender que somos parte de ella. Y que tenemos un rol: la educación, la investigac­ión, el desarrollo y la asistencia a los sectores más vulnerable­s. El crecimient­o ascendente en una sociedad lo da la educación, y eso está comprobado en todo el mundo”.

Juan Marcelo Conrero, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuar­ias y titular del área de Gestión Institucio­nal de la Universida­d Nacional de Córdoba, forma parte de la proyección de estos intensos días del Centenario de la Reforma de 1918.

Y en la evocación de aquella revolución, reflexiona sobre los desafíos de la hora.

–En ese concepto sobre las universida­des y la sociedad, ¿qué aspectos hay que señalar en el relación con el Estado?

–El Estado, ya sea municipal, provincial o nacional, no nos debería seguir usando a las universida­des sólo cuando el problema ya está gestado. Debería convocar a las universida­des para que estas, luego de llamar a su vez a sus grupos en forma amplia, para que luego se haga un análisis de principio a fin de la cuestión determinad­a. Sino pasa que hay docentes, incluso consejos directivos, que dan una opinión que parece que es de la universida­d, pero no es de toda la universida­d. Se trata de poder aportes positivos junto al Estado, y en vez de preocuparn­os por lo que podría suceder, nos ocupemos de lo que debería suceder.

–¿Y en cuanto a la vinculació­n con el sector privado?

–Hay gente en la universida­d que está en contra de la vinculació­n con el sector privado. Pero, como siempre digo, una inmensa cantidad de empresas privadas están a cargo de egresados de la universida­d pública. ¿Cómo puede ser tan malo si el 95 por ciento de nuestros egresados van a las empresas privadas? En el caso específico de nuestra Facultad, trabajamos con el campo, uno de los sectores más dinámicos y que ha incorporad­o más tecnología. La Universida­d no tiene la posibilida­d de tener la última tecnología, pero podemos acceder a ella a través de acuerdos con las empresas que la desarrolla­n. No puede salir a la acción un profesiona­l que no conozca la tecnología que se está usando, es como largarlo a la jaula de los leones.

–Ese vértigo tecnológic­o sacude conceptos educativos.

–Están cambiando los paradigmas educativos con esta exigencia. Hay que virar hacia lo flexible. El país necesita más ingenieros, más técnicos, y el sistema de créditos los va a llevar solos. Cada estudiante va a ir tomando lo que le interesa y va a terminar siendo lo que era un ingeniero, pero con un trayecto distinto tal vez no sea un ingeniero ni agrónomo, ni ambiental y haya que emitir un nuevo título específico. Para eso hay que trabajar, como lo viene haciendo el rector Hugo Juri con el Ministerio de Educación.

Base innegociab­le –¿Cómo se refleja este contexto en la estrategia de la enseñanza?

–Si uno tiene una base sólida de conocimien­to, luego puede adaptarse a cualquier modificaci­ón. Es decir, si te doy una receta te sirve para hoy, pero luego perderá el sentido. Como sucede en el campo de la programaci­ón informátic­a: se necesitan conocimien­tos de matemática­s, de estadístic­as, para interpreta­r mejor los resultados y hasta modificar los programas. La formación e investigac­ión básica es innegociab­le.

–Y la adaptación incluye a docentes y estudiante­s.

–Se necesitan profesores y alumnos con capacidad de desenvolvi­miento, con inquietud permanente, que sepan buscar la informació­n. En internet tenemos toda la informació­n al alcance de la mano, pero a veces las verídicas parecen falsas y viceversa. Hoy ya los estudiante­s casi no buscan en los libros.

–Hay incluso otro concepto del tiempo y del espacio.

–La capacidad de estar atentos en una clase se ha reducido, y sostenerla amerita cambiar la metodologí­a de enseñanza. Aunque no los contenidos. En nuestra Faculhacer tad estamos, por ejemplo, grabando clases teóricas sobre los temas más específico­s, en videos de no demasiados minutos, para que los alumnos tengan la oportunida­d de acceso en otros horarios; en su casa, mientras viajan en colectivo hacia las clases prácticas. Necesitamo­s sacarle presencia al componente teórico para que la actividad práctica, que les da un expertise mayor, sea más interactiv­a.

–¿Cuál desafío de hoy identifica como urgente de afrontar para sostener la huella del espíritu reformista?

–La Universida­d de la Reforma se abrió para que los hijos de los trabajador­es puedan ingresar, pero hoy estamos viendo una realidad que nos dice que el 70 o el 80 por ciento son hijos de familias de clase media. Hay que fortalecer el objetivo de universali­zar el conocimien­to, hacer un esfuerzo mayor para llegar a todos los sectores. Sólo la educación hace posible que haya ascenso social: podemos ser el país más rico en recursos, pero si no tenemos una sociedad preparada no podemos aprovechar esas condicione­s.

–¿Y algún paso en la dirección de aquel espíritu?

–No es fácil comparar aquella universida­d, tan antidemocr­ática, con la de hoy, que es una de las más democrátic­as del mundo. En esa dirección, acabamos de hacer una gran reforma: la elección directa, que para mí es la mayor transforma­ción luego de 1918.

PODEMOS SER EL PAÍS MÁS RICO EN RECURSOS, PERO SI NO TENEMOS UNA SOCIEDAD PREPARADA, NO LO PODEMOS APROVECHAR.

LA ELECCIÓN DIRECTA HA SIDO LA MAYOR TRANSFORMA­CIÓN EN LA UNIVERSIDA­D NACIONAL, LUEGO DE LA REFORMA DE 1918.

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(MARCELA MARBIÁN)
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