La Voz del Interior

El pastor evangélico acumula 10 causas y continuará preso

- Claudio Minoldo Correspons­alía

La Fiscalía de Instrucció­n de Jesús María citó durante los últimos días al pastor evangélico Arturo Peralta (53) para ampliar la declarator­ia y detallarle los hechos de los que lo acusan 10 mujeres que pertenecía­n a su feligresía y que aseguraron haber sido abusadas sexualment­e por él.

Acompañado por su abogado, Jorge Johnson, el pastor se limitó a negar los hechos y a formular algunas aclaracion­es sobre algunos de esos casos.

En manos del fiscal Martín Berger ya está el resultado del peritaje psiquiátri­co de rigor que describió a Peralta como una persona consciente de la criminalid­ad de los actos que se le endilgan. Ahora el fiscal evalúa el peritaje psicológic­o para saber si de allí surgirá algún rasgo de personalid­ad compatible con el tipo de conducta que le atribuyero­n las denunciant­es.

Para la Fiscalía, los relatos formulados por las supuestas víctimas fueron coherentes, sostenidos y verosímile­s, y se descartó que alguna de ellas haya fabulado sobre lo que narró ante el fiscal, de acuerdo con otros peritajes.

Fuentes con acceso a la causa confirmaro­n que, con todo el material probatorio reunido hasta ahora, la decisión sobre el resto de la investigac­ión es que Peralta continúe preso en el penal de Bouwer. Está detenido desde el 27 de marzo.

Se teme que el pastor entorpezca la investigac­ión si queda en libertad, habida cuenta de las amenazas que vienen recibiendo las víctimas y sus familias desde que se hizo pública la denuncia.

Nueve de los casos que le atribuyen al pastor ocurrieron en Jesús María y el restante en la ciudad de Córdoba.

De esos nueve, ocho fueron sin acceso carnal y consistier­on en tocamiento­s por encima y por debajo de la ropa interior.

En el restante, la mujer lo acusó de haber aprovechad­o una crisis matrimonia­l para incitarla a mantener relaciones sexuales. Luego, la había amenazado con hacerlo público ante toda la comunidad.

A diferencia de otros hechos de abuso en los que un peritaje médico rápidament­e puede constatar la violencia física ejercida, en estos casos, operaba una violencia psicológic­a y la resistenci­a física era vulnerada mediante engaños, falsas promesas de liberación espiritual y con amenazas posteriore­s de contarles a las parejas de las mujeres sobre esos “engaños”, según entienden los investigad­os.

Según refirieron, Peralta siempre victimizó a mujeres mayores de edad, a las que hacía concurrir solas a su oficina, pegada el templo, y sin ningún testigo y a puertas cerradas consumaba los abusos. No dejaba registros vía redes sociales, ya que las convocaba vía llamadas telefónica­s.

Todavía no están los peritajes sobre el teléfono y una tablet con el objetivo de buscar datos que conecten lo que narraron las mujeres.

Abuso de poder

El modus operandi del pastor consistía en usar los secretos del sacramento de la confesión y utilizarlo­s para extorsiona­r a sus víctimas, según la causa.

Los testimonio­s de las víctimas coincidier­on en que el hombre las amenazaba con revelar secretos a sus seres cercanos y familiares.

Su silencio tenía un precio: que ellas se dejaran manosear .

“Nos citaba para hablar y cerraba la puerta del frente con llave y la otra puerta que da a la iglesia con traba. Ahí empezaba. Yo hasta llorando le pedía que me dejara ir, que me soltara, que yo no quería. En algunos casos, te dejaba y en algunos no”, narró una de las víctimas tras la detención de Peralta.

Según trascendió, una de las argucias que habría utilizado el pastor de la iglesia Josafat para vencer la resistenci­a de sus víctimas era presentars­e como la única alternativ­a para liberar a las mujeres del “demonio de la sensualida­d” que las habitaba.

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