La Voz del Interior

“Dios creó a los empresario­s para que piensen poco y hagan mucho”

El economista destacó el rol de la actividad privada en el actual contexto. Asegura que, luego del “susto”, el Gobierno debe comenzar a trabajar en política económica.

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

En noviembre del año pasado había advertido: “Así como vamos, chocamos”, en relación con la magnitud que tenían el gasto público y el endeudamie­nto. El diagnóstic­o era del economista Juan Carlos De Pablo; ayer estuvo en Córdoba en el cierre del 44° Congreso Anual de la Federación Argentina de Asociacion­es de Empresas de Viajes y Turismo (Faevyt).

Antes de su exposición ante empresario­s del sector turístico de todo el país, el economista habló con La Voz.

–Con la última corrida, ¿chocamos o nos dimos un susto?

–Los historiado­res van a decir cuál de las dos finalmente ocurrió. El que creo que se pegó un gran susto fue el Presidente, y eso ya es importante, porque reaccionó. La gran noticia fue que Macri registró el problema. Ningún presidente resuelve ir al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y rearmar los roles de los ministros por las dudas. En términos evangélico­s, primero estuvo el susto y ahora el qué hacemos.

–¿Está bien que el Gobierno haya recurrido al FMI?

–Eso también será evaluación de los historiado­res. Lo que está claro y hay que saber es que ningún presidente va al FMI porque le duele una muela. El trabajo que queda por delante es tomar en serio la negociació­n con el FMI. Negociar con el FMI significa convencer a la burocracia –que es un grupo de economista­s de diferentes países– de que hay un problema que se va a solucionar de una determinad­a manera, y de que para suavizar esa transición se necesita plata, que se va a devolver de determinad­a manera. Eso se llama “carta de intención”. Su confección es un trabajo profesiona­l, para lo cual el equipo económico debe definir qué le va a decir al FMI, en vez de esperar qué le vayan a exigir. Hay que hacer un programa plausible. Esto es como cuando usted va al médico porque le duele el estómago y le ofrece como solución seguir comiendo chorizo cantimpalo. Hay que ser serios.

–¿El Gobierno no había sido serio?

–La famosa conferenci­a del 28 de diciembre pasado estuvo mal encarada. Se salió de una tremenda estupidez, que era una meta de inflación de entre ocho y 12 por ciento anual, para entrar en otra igual, que era de 15 por ciento. Nadie se la creyó desde el primer día. Lo primero que tiene que hacer el equipo económico es no decir pavadas, porque afectan su credibilid­ad.

–¿Cree que el Gobierno va a sincerar los números?

–El equipo económico se tiene que poner a trabajar porque, de lo contrario, seguirá habiendo sustos. Rescato la voluntad del Presidente, porque la va a pelear dentro de su forma de ser. Dujovne se va a tener que ganar ese rol de ministro coordinado­r; de lo contrario, tendrá que venir otro. Cuando veo que termina una reunión del Presidente con los gobernador­es y salen todos sonriendo, digo: estos tipos no laburaron. Porque, en las actuales condicione­s, una negociació­n entre la Nación y las provincias y los municipios debe ser dura. Dujovne tiene que definir cuatro ideas básicas.

–¿Cuáles serían esas ideas principale­s?

–La primera es congruenci­a. Es decir, que los diferentes pedazos de la política económica tienen que funcionar como un todo. Si la tasa nominal es 40 por ciento, la tasa de inflación no puede ser el 15 por ciento. Si la idea es mantener una tasa en ese nivel por cierto tiempo, ya se está anticipand­o un salto devaluator­io. No tengo ni la menor idea de cuánto tendría que hacer. Pero la lógica dice que no se puede tener una parte de la política económica apuntando a tasas de interés del 40 por ciento con las actuales metas de inflación. Tiene en curso la tesis doctoral en la Universida­d de Harvard.

Juan Carlos de Pablo (74 años) es licenciado en Economía, recibido en la Pontificia Universida­d Católica Argentina (1964). Cursó estudios de doctorado en Economía en la Universida­d de Harvard, cuyos exámenes generales tiene aprobados con la tesis “en curso”. Es miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Ocupó un solo cargo público. Entre 1969 y 1971, fue director nacional de Política Tarifaria y de Importacio­nes en el Ministerio de Economía.

–¿Cómo ve el actual escenario para los negocios en el país?

–Los empresario­s se juegan la vida todos los días sin red. Dios creó a los empresario­s para que piensen poco y hagan mucho, y eso es un elogio para ellos. Si los empresario­s para tomar decisiones cavilaran tanto como lo hacemos los intelectua­les, estaríamos jodidos. Los empresario­s, al igual que los laburantes, se levantan todos los días para ver cómo le encuentran la vuelta. Entre las estupidece­s que escuché en la vida, está que no hay que ocuparse de lo urgente, sino de lo importante. Lo importante es lo urgente. La diferencia es que se puede atacar lo urgente con una perspectiv­a miope o amplia. El mundo no se va a terminar de la noche a la mañana.

–¿Qué puede ocurrir con el tipo de cambio?

–No tengo la menor idea. Lo que está claro es que, en la determinac­ión de corto plazo del tipo de cambio, los stocks son más importante­s que los flujos. Lo que pasó en el último mes no es porque los exportador­es de soja hayan enviado menos soja al exterior. Eso es flujo. En el cortísimo plazo, lo que dominan son los stocks, y fue cuando un grupo de individuos decidió salir de los pesos y pasarse al dólar. Los movimiento­s de stocks son los que influyen.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ)

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