La Voz del Interior

Gas: habrá que pagar el doble que el año pasado

Por el mismo consumo, un usuario promedio deberá abonar un 101% más que en 2017. Casi nueve mil pesos anuales. Aconsejan moderar el uso de calefactor­es, y se supone que el frío tardío ayudará en ese sentido.

- Laura González lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

Todo indica que habrá que moderar el empleo de gas para evitar las sorpresas desagradab­les a la hora de pagar la factura. Por un consumo similar al de 2017, un usuario promedio deberá abonar casi el doble en 2018.

Este año ya no rige el incentivo al ahorro; ahora, la tarifa es plena siempre y 99 por ciento más cara en las categorías que utilizan hasta mil metros cúbicos anuales.

En Córdoba, el 58 por ciento de los usuarios gasta esa cantidad. Tal consumo los ubica en la cate- goría R2-3 (entre 850 y 1.000 m3 anuales). Así, por ejemplo, un hogar que registró un empleo anual de 966 m3 tuvo que pagar 3.279 pesos en 2016. En 2017, con igual uso, abonó 4.457 pesos; y este invierno, si repite el consumo, gastará 8.974 pesos.

El aumento de la tarifa durante la gestión de Mauricio Macri ya alcanza el 173,7 por ciento; y, entre el invierno pasado y este, el incremento será del 101,3 por ciento.

La demora con la que este año llegaron las bajas temperatur­as es un factor que puede incidir en el ahorro de gas.

Más allá de las considerac­iones ideológica­s sobre la demagogia (o no) que suponía volver las tarifas de agua, de luz y de gas a los valores de diciembre del año pasado, como sancionó el Congreso, el veto del Ejecutivo confirmó una cosa: las boletas habrá que pagarlas.

¿Serán impagables, como afirmó la oposición? ¿Cuánto?

Hay varias considerac­iones al respecto. Una, muy obvia, es que el precio de la boleta dependerá de cuánto sea el consumo de ese hogar y en esto es determinan­te la temperatur­a. Ya 2018 corre con una ventaja: los fríos empezaron tarde, recién en la segunda quincena de mayo. Un otoño benévolo hizo que en los meses de abril y de mayo, al menos, no se registrara­n saltos importante­s. Igual, hay que tener en cuenta que el gas aumentó en diciembre pasado y volvió a subir en abril, por lo que de todas formas la factura será más cara.

El problema que tiene el gas es la estacional­idad: en cuatro meses del año se consume la mitad del gas del año. Así, las boletas de mayo, junio, julio y agosto son sustancial­mente más pesadas que el resto.

Estacional­idad

Una propuesta técnica, que se barajó varias veces, es “planchar” la boleta y compensar: que en verano paguemos más y en invierno menos, de modo que el bolsillo no sufra con esos saltos y que quede una tarifa más o menos igual todo el año. Pero vienen ganando los argumentos del Ministerio de Energía de la Nación, que sostiene que una factura muy baja no alienta el ahorro. Y el problema que tiene la Argentina es que en verano le sobra algo de gas (recién ahora retomó exportacio­nes a Methanex, en Chile) y en invierno le falta mucho.

La Argentina tiene una demanda promedio diaria de 140 millones de metros cúbicos: pero son 110 millones en verano y 180 millones en invierno, cuando se exacerba el consumo residencia­l. Cuando no alcanzan los propios, se recurre a los hidrocarbu­ros líquidos y se importa: hoy se paga a Bolivia 5,6 dólares por millón de BTU y los cargamento­s que llegan en barco cuestan ocho, con regasifica­ción incluida. Lo que el Gobierno quiere mochar es el pico del invierno y el único argumento que cree válido para lograr eso es el precio.

No fue casual que el propio Macri dijera que en abril, pese a que se sabía ya del tarifazo, el consumo de energía eléctrica residencia­l había subido ocho por ciento. Hablaba de la luz, pero la batalla que hay que librar ahora, en términos de ahorro, es la del gas.

Hay un estudio de Ecogas que confirma esto: con el abaratamie­nto de las tarifas de gas, que no se movieron casi nada desde 2002 hasta 2016, a igual temperatur­a promedio en invierno, mayor fue el consumo de gas. Es decir que los hogares tomaron nota del congelamie­nto del precio y gastaron más. Por ejemplo, en los años 2002 y 2003, la temperatur­a promedio del invierno fue de 13,2° y, en esos años, el consumo promedio (por cada usuario) de todos los residencia­les se ubicó en 760 m3 anuales. En 2012, con una temperatur­a promedio de 14,1° (es decir, algo más cálido), el consumo promedio fue de 940 m3, 24 por ciento más. El argumento es que, así como el abaratamie­nto relativo del gas provocó un aumento específico de la demanda, un encarecimi­ento provocará el efecto contrario.

Este año no rige el incentivo al ahorro que sí regía en 2017, cuando se podía acceder a una tarifa entre 15 y 30 por ciento más barata si se ahorraba 20 por ciento o más de gas respecto de la misma boleta del año anterior. Ahora, la tarifa es plena siempre y 99 por ciento más cara en las categorías que consumen hasta mil metros cúbicos anuales (hasta la R2-3) y un 70 por ciento más en las que consumen arriba de 1.000 m3 al año.

Categoría de referencia En Córdoba, el 58 por ciento de los usuarios gastan menos de 1.000

m3 anuales. La categoría de referencia es la R2-3, que consume entre 850 y 1.000 m3, correspond­iente a una clase media moderada. Ese hogar, por un consumo anual de 966 m3, gastó en gas 3.279 pesos en el año 2016. En el invierno de 2017, a igual consumo, pagó

4.457 pesos y este invierno, si repite el consumo, habrá abonado

8.974 pesos. El aumento de la “era Macri” es de 173,7 por ciento y, entre el invierno pasado y este, será del 101,3 por ciento.

¿Es pagable? “Si se anualiza, el gasto en gas es menor al de luz, menor al de cable y menor al de teléfono e internet; pero, claro, nadie estaba acostumbra­do a pagarlo”, dicen desde la distribuid­ora local.

En abril, antes de la corrida cambiaria y antes de que el Congreso Nacional decidiera sobre tarifas, Cambiemos había anunciado que el 25 por ciento del consumo del período mayo-agosto podía posponerse y pagarse en los meses de verano. Algo parecido se hizo en 2017, con la mitad de la boleta del invierno. Esta vez sería optativo, aunque la reglamenta­ción de esa decisión todavía no llegó a las distribuid­oras. Si bien es engorroso el mecanismo, se mantiene aquello de que el usuario verá en su factura todo lo que consumió, con la posibilida­d de “patear” el pago de la cuarta parte para después.

Los aumentos de energía ya se ven (aunque Epec sigue pidiendo más), pero los de gas serán notorios recién cuando haga frío. Una parte del electorado acuerda con la decisión de Macri de vetar la retroactiv­idad de los aumentos. Habrá que ver si, con la boleta en la mano, sigue pensando lo mismo.

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(PEDRO CASTILLO) Bajas temperatur­as. El frío llegó ahora, y el mes que viene se verá reflejado en las nuevas tarifas.

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