La Voz del Interior

Tangos en italiano, emociones sin fronteras

- Alejandro Mareco Crónicas en penumbra amareco@lavozdelin­terior.com.ar

De costado a los ojos del público, Peppe Servillo le hizo frente a la única versión en castellano que cantó de uno de nuestros queridos tangos: Vuelvo al sur.

Tal vez porque quería oír de su propia boca el sonido original de palabras tan cargadas de sentido (“sur”, “buena gente”, “dignidad”). Tal vez porque quería ser parte de un momento de recogimien­to tanguero, pura metafísica de emociones argentinas.

También apagó sus movimiento­s tan enfáticos y se quedó casi quieto, sin interferir en la brisa que traía el saxo de Javier Girotto. En esas estremeced­oras notas de ocre soprano se abría la intimidad de sentimient­os revueltos: pertenenci­a, lejanía, nostalgia y algún escalofrío de la melancolía. Mientras, Natalio Mangalavit­e entregaba el corazón de madera del piano para sostener y multiplica­r tanta nota sentimenta­l.

Asombros, emoción, sonrisas, risas y hasta un final cantado en italiano con el público... La noche del sábado en el teatro Real fue una aventura de sensacione­s.

En escena estaba el trío ServilloGi­rotto-Mangalavit­e: un cantor napolitano y dos músicos notables de peninsular apellido criados en Córdoba (Natalio, en Barrio Talleres Sur, y Javier, en barrio Ciudadela) y que ya llevan décadas como vecinos de Roma. La programaci­ón estaba organizada por el Instituto Italiano de Cultura de Córdoba.

Vinieron a cantar tangos en italiano a través de Peppe, unos compuestos por ellos y otros clásicos de inspiració­n argentina (Cambalache, Cafetín de Buenos Aires, Chiquilín de Bachín... ).

Y vinieron a tocarlos con las viejas raíces tatuadas en el pecho y la libertad creativa que les da haber andado largos e intensos caminos, como Javier en el jazz después de haberse formado en Berklee (Estados Unidos), o como Natalio en el pop (20 años como pianista y director de la banda de Ornella Vanoni). Cada uno alcanzó momentos de airosa expresión sensitiva.

En cuanto a Javier Girotto, verlo en acción con su extraordin­aria capacidad a pleno, no sólo conceptual, sino particular­mente en la habilidad de sus dedos, fue un regocijo aparte. Su última presentaci­ón aquí había sido en la primavera de 2015, cuando abrió el festival de Jazz junto con la banda Sinfónica de la Provincia, en un gran concierto.

Luego, ya en Italia, y al cabo de grabar un disco solista en el que puso su desafío artístico al máximo, se vio atrapado por el mal llamado “distonía”, señalado como la misteriosa enfermedad de los músicos: su mano izquierda no podía controlar las llaves del sonido. Pero al cabo de una amarga travesía, hoy reconoce que está recuperado “en un 97 por ciento”; tal vez el tres por ciento que falta es el margen para seguir volando.

Peppe, reconocido cantante pop, apuntalaba los tangos con un modo expresivo fuerte, una manera personal de abordar fraseos tangueros. Mientras, sus brazos, sus manos, su cuerpo contaban las historias de un modo teatral. Es que de esos escenarios también viene; además, es hermano de Toni Servillo, el protagonis­ta del maravillos­o filme La gran belleza.

A la hora de los bises, la noche se puso aún más sentimenta­l, a puro corazón italiano. Peppe trajo un par de temas de dos grandes de la canción popular: Domenico Modugno y Lucio Dalla. Y fue entonces que entre el cantante y el público elevaron una emocionada y persistent­e plegaria a la Felicidad, según Dalla.

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(GENTILEZA DANTE ASCAINO) Tres en la plenitud. El trío Servillo-Girotto-Mangalavit­e conmovió en el teatro Real.
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