La Voz del Interior

Diagnóstic­os preocupant­es

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Es habitual que las organizaci­ones no gubernamen­tales levanten sus voces para dimensiona­r el pulso y la gravedad de la crisis social. Desde esos niveles también advierten sobre el continuo requerimie­nto asistencia­l que les ingresa de los sectores más empobrecid­os de la población.

Pero cuando ese diagnóstic­o es admitido desde el Estado, la situación toma otro cariz, ya que se revela que los planes que se implementa­n desde la esfera oficial no alcanzan para cubrir una demanda constante, sobre todo en materia alimentari­a.

En un informe sobre esta problemáti­ca que publicamos el pasado miércoles, el ministro de Desarrollo Social de la Provincia, Sergio Tocalli, rompió con el molde al que suelen echar mano los funcionari­os con el fin de minimizar ciertas turbulenci­as o para no desnudar falencias de la gestión.

Tocalli admitió sin grises: “Sin dudas, hay un agravamien­to de la situación durante los últimos meses, que se ve reflejado en los pedidos de asistencia de personas y de comedores” comunitari­os. Y ahondó: “Hay una mayor demanda de alimentos en relación con el año pasado”.

La red de comedores tampoco es suficiente para satisfacer las necesidade­s más elementale­s de las personas (en su mayoría, menores de edad) que acuden en procura de una merienda o de un plato de comida caliente.

Es difícil permanecer impasible cuando una mujer que se encarga de manera desinteres­ada de atender a esos niños señala, con crudeza: “Se nota que hay más hambre”.

Ya no se trata sólo de procurarse unos ladrillos o unas chapas para levantar una vivienda precaria. La gente pide comida. Un fenómeno que se verifica en los presupuest­os oficiales que se esfuman con la celeridad de la demanda.

Los pronóstico­s no son buenos, lo cual determina que los gobiernos de la Nación y de las provincias, así como los municipios, deben poner los máximos esfuerzos en atender una crisis que galopa al ritmo de los recurrente­s aumentos de tarifas y de los valores de la canasta familiar.

Al respecto, el Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina alertó sobre que los índices de pobreza en el país “van a aumentar de forma importante” debido al contexto de inflación, de devaluació­n constante del peso y de un estancamie­nto de la economía.

Habrá que estar alerta y dejar los paliativos de lado para direcciona­r todos los recursos que sean necesarios en salvaguard­a de los más pobres.

Se anuncia que el blindaje económico que acaba de conseguir el Gobierno federal de parte del Fondo Monetario Internacio­nal contempla una mayor distribuci­ón de fondos para el gasto social. No deja de ser una buena noticia, aunque no hay margen para nuevas dilaciones frente al entorno de pauperizac­ión en el que viven millones de ciudadanos.

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