La Voz del Interior

Las presiones que marcan un debate histórico

- Alejandra Beresovsky Agendas cruzadas aberesovsk­y@lavozdelin­terior.com.ar

Diez días atrás, en un colegio confesiona­l, una representa­nte del ámbito político local que había sido invitada a exponer escuchó la pregunta de uno de los adolescent­es que asistió a su charla: “¿Usted qué opina del proyecto de ley sobre el aborto?”. “No puedo mentir, si fuera diputada y estuviera en el recinto, votaría a favor”, respondió la mujer y, con asombro, escuchó aplausos. A continuaci­ón, un docente señaló que él tampoco podía omitir su opinión y que estaba en contra, ante lo cual la política invitada aplaudió y fue imitada por los chicos.

Allí estuvo el debate deseado. Quizá parezca mucho pedir que exponentes de posiciones encontrada­s escuchen las opiniones contrarias sin replicar, pero no sería un exceso pensar en lo grato que hubiera sido un debate social previo al que se producirá en el Congreso el miércoles menos marcado por acusacione­s y agresiones.

La noticia de que el presidente Mauricio Macri había habilitado el debate por la despenaliz­ación del aborto se conoció hacia fines de febrero. En marzo, el tema llegó al Congreso y, en abril, comenzaron las exposicion­es de invitados referentes que estaban a favor o en contra. Poner un cerco temporal a las opiniones y decir que ya pasó el tiempo de las demandas es imposible, pero no lo es anhelar que predomine la prudencia en los mensajes, para evitar que esas opiniones tengan el tenor de las presiones o de las intimidaci­ones.

Existen dos precedente­s de una votación tan marcada por las conviccion­es morales de los legislador­es como la que se pondrá en juego esta semana en la Cámara Baja.

Federico Storani cuenta que, aunque no tuvo dilemas porque la convicción previa impidió mayores cavilacion­es, votar positivame­nte en 1987 por el divorcio vincular le generó más de una situación incómoda.

“Un amigo me pidió ser padrino de su hija, pero cuando la iban a bautizar, el Obispo de San Luis, de donde era oriundo él, ordenó cerrar las iglesias”, narra Storani. De todas formas, admitió que esta votación incluye un matiz potencial de mayor dramatismo.

Y es que en los últimos días, de uno y otro lado, hay quienes alegan que, con su voto, los legislador­es serán cómplices o causantes de muertes.

La diputada massista Mirta Tundis, quien integra el grupo de los indecisos, dijo hace unos días: “Noduermo”.Y,aunquees comprensib­le que una decisión como la que está en juego pueda poner en conflicto a quien deba votar a favor o en contra, sumar angustia a su situación no parecería una forma de contribuir al análisis.

Otro de los antecedent­es que puede asociarse con el evento que comenzará en pocas horas es la votación que se realizó en 2010 por el matrimonio igualitari­o.

Sin embargo, Griselda Baldata, quien participó en aquel debate, asegura que la situación no fue comparable. “No fueron tantas las presiones como ahora; incluso, la gente tenía otras preocupaci­ones que no pasaban por el matrimonio igualitari­o. Ahora veo un dogmatismo muy fuerte y agresiones gruesas”, considera.

El intercambi­o respetuoso, con valoración hacia la opinión del otro, pareció, esta vez, quedar en manos de los chicos.

SEGÚN BALDATA,

EN LA VOTACIÓN POR EL MATRIMONIO IGUALITARI­O NO SE VIO TANTO DOGMATISMO.

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Federico Storani.
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