Drexler, encanto multiplaforma
El sábado, el cantautor ofreció otro show memorable en la ciudad. Las interpretaciones fueron potenciadas por alocuciones pícaras e inteligentes.
El concierto que Jorge Drexler ofreció en la noche del sábado, y ante un Quality repleto, fue un permanente juego de contrastes, tal cual lo manifestó el mismo cantautor uruguayo en una de sus tantas alocuciones. “Esto carecerá de uniformidad anímica”, dijo en el tramo inicial y para fundamentar por qué de una canción como 12
segundos de oscuridad, surgida de contemplar el faro del Cabo Polonio en una etapa posdivorcio, pasaría a otra como Estalactitas, donde la voz cantante pertenece a un enamorado tan desvergonzado que no tiene problemas en limitar el estribillo a un “nanananana”.
Y fue en ese movimiento pendular de estados de ánimo que se filtraron las virtudes de un Drexler que, al parecer, busca trascender la figura del trovador mediante el coqueteo con la del cantante pop que tira pasos o la del artista experimental que se nutre de cámaras de eco y texturas alucinadas. Para lograr ese cometido, tuvo una orquesta sólida, semi de cámara, semieléctrica, que respondió con autoridad y gracia. Cuando la lista llegó hasta
Abracadabras, canción sobre el milagro de componer, Drexler dijo que le cuesta mucho amalgamar letra y música para crear una canción que después toca a las personas de diferentes maneras.
Sin dudas, cayó en el riesgo de la falsa humildad, porque su obra sugiere fluidez y musas certeras. No obstante, que durante el concierto el artista se haya extendido sobre la cocina de cada pieza sirvió para contrastar la hermosa arbitrariedad que ellas conllevan.
Por caso, fue revelador oír la historia de Al otro lado del río, por la que Drexler ganó un Oscar. Resulta que los productores del filme Diarios de motocicleta le pidieron una canción para que cante Mercedes Sosa y él reaccionó al toque, entregando un demo con pretensiones de baguala. Bueno, a los solicitantes les gustó eso tal cual fue entregado. ¿Cuál es la distancia entre esos minutos de inspiración y el premio máximo de la industria cinematográfica global? La belleza, el talento, la demanda popular de ambas cosas.
En esta gira que respalda su disco Salvavidas de hielo, Drexler rinde homenaje sentido a Alfredo Zitarrosa (de hecho, el show comienza con la reproducción de una versión de Doña Soledad )ya su padrino Joaquín Sabina, quien tras una noche de parranda montevideana lo sacó de la medicina para ponerlo en situación de músico profesional de tiempo completo. A Zitarrosa lo tributó con la interpretación de Alto el fuego, una zamba que Drexler compuso para
su disco Frontera (1999) y en cuyo original participaron los guitarristas del cantor. A Sabina, en tanto, con el sentido Pongamos que
hablo de Martínez, esa milonguita pícara y agradecida que Drexler, según confesó, demoró más de 20 años en aparecer.
En el promedio, hubo lugar para una revelación: cuando invita a Cande Zamar para cantar Salvapantallas, el uruguayo certificó su influjo en nuestro medio. Porque, además de estimular a un alma afín, refirió a un título que un dúo local eligió para llamar a su proyecto. Influyente es poco.